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Cuencas Mineras FINES DE SEMANA

Aliaga, un paraíso de la geología

La Val de Jarque recorre la vertiente sur de la Sierra de San Just. El río de la Val surca este pequeño valle desembocando en el río Guadalope junto a la población de Aliaga. El entorno de esta población aglutina unas formaciones rocosas espectaculares que forman parte del primer parque geológico creado en España. Además cuenta con otros alicientes tan variados como su castillo medieval o la antigua central térmica.
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Para acceder a la comarca de las Cuencas Mineras, partiendo de Zaragoza, es necesario tomar la carretera regional que pasa por Belchite en dirección a Montalbán. Después continuar por la carretera nacional que se dirige a Teruel y finalmente adentrarse en la Val de Jarque hasta alcanzar la población de Aliaga. En este punto el río de la Val vierte sus aguas en el Guadalope. El topónimo Aliaga es de origen árabe y significa valle retorcido, como así lo atestigua el recorrido del río en torno a la población provocado por los plegamientos rocosos.


Justo antes de entrar en la población, a mano izquierda parte la calle Calvario. Asciende por ladera y recorre la parte alta del casco urbano. Desde ella sale una senda bien visible en dirección a la fortaleza, la cual protegió durante siglos a la población. De origen musulmán, tras la reconquista fue regentada por la Orden del Hospital. Más recientemente intervino en las guerras carlistas y en la guerra civil. El castillo se asienta en una gran peña de paredes verticales sobre la población y ocupa una superficie de más de cuatro mil metros cuadrados. Estaba compuesto por tres recintos escalonados. La muralla más exterior es la mejor conservada en la actualidad, formada por muros reforzados por cubos cilíndricos de unos tres metros de diámetro. En la parte más alta, donde antiguamente estuvo la torre del Homenaje, ahora se alza una cruz. Una escalera metálica adosada a la roca permite acceder cómodamente. Desde este lugar las vistas son magníficas. La estampa ofrece al completo el pueblo de Aliaga rodeado por el trazado de los ríos de la Val y Guadalope. A su alrededor montañas donde afloran las espectaculares formaciones rocosas.


Ya de nuevo en la carretera, ésta se introduce en el casco urbano, convirtiéndose en la calle principal. En la parte central aparece un tramo porticado en uno de sus laterales, mostrando el pasado medieval de la población. Bajo los soportales se accede a un patio cerrado donde se encuentra el actual edificio del ayuntamiento. Desde la calle principal parte otra calle también porticada en uno de sus costados. Ésta conduce a una gran plaza, antesala de la iglesia de San Juan Bautista. Se trata de una gran construcción barroca. Su portada está cobijada por un gran atrio abierto con un arco de medio punto, donde la fecha de 1636. La torre se alza en tres cuerpos, siendo el superior octogonal en piedra de sillar. Se culmina con chapitel apuntado. Desde este punto parte un camino que conduce al cercano río Guadalope, atravesado por un puente de piedra. Al otro lado se encuentra el santuario de la Virgen de la Zarza, obra terminada en 1728. Está rodeada de bellos jardines delimitados por un recinto amurallado. La fachada se culmina por perfil mixtilíneo y aparece flanqueada por dos torrecillas. Su interior sorprende por los esgrafiados que cubren bóvedas y columnas, y por los grandes lienzos que escoltan el altar donde yace entronizada la virgen titular.


Para la tarde se reserva un sencillo recorrido en torno a la población para conocer las singularidades del Parque Geológico de Aliaga. A la entrada del pueblo, junto a la gasolinera, se emplaza el Centro de Visitantes del Parque Geológico. Al inicio de la visita se proyecta un audiovisual que invita a descubrir los secretos de las rocas del entorno. El resto del espacio muestra la historia del parque a lo largo de su historia de formación mediante paneles, maquetas y recreaciones.


Hace 200 millones de años esta región estaba cubierta por las aguas de un mar de aguas cálidas, situación que se mantuvo durante la Era Secundaria. Con una retirada de las aguas se fueron formando lagos y zonas pantanosas en las que se depositaron los desechos vegetales, los cuales tras un proceso de carbonización se han convertido en el lignito que ha extraído durante el siglo XX. Hace 65 millones de años se pasa a la Era Terciaria. Con la retirada definitiva del agua se inicia el proceso de la Orogenia Alpina con el que se forman las cordilleras más recientes. Ello se produjo al chocar las placas africana y europea. En este proceso el plegamiento y fracturamiento de las capas rocosas del fondo del mar que emergieron dieron lugar al Sistema Ibérico. Durante la Era Cuaternaria se fueron formando valles y congostos producto del agente erosivo de la red fluvial, hasta llegar al paisaje de nuestros días.
El recorrido geológico por el parque está señalizado con numerosos puntos y paneles informativos. Los más importantes se concentran en los alrededores de la población de Aliaga. Mediante ellos se comprende muy bien la estructura geológica y la evolución de este singular relieve que acompaña a los ríos de la Val, en su tramo final, y al río Guadalope. Se toma como punto inicial el mirador del Alto de Camarillas, con amplias vistas de pueden apreciar el paisaje característico de la zona. Para acceder al mismo se toma la carretera que conduce a Camarillas. Tras el ascenso por un monte desprovisto de vegetación, a dos kilómetros y medio la señalización invita a dejar el coche. Un sendero conduce a dos miradores cercanos, uno en dirección a Aliaga y otro con vistas del barrio de Santa Bárbara. En ambas direcciones se avistan numerosas crestas rocosas, producto del plegamiento de los fondos marinos que existieron en la zona. Se desciende por la misma carretera, y en la confluencia con la carretera principal aparece otro punto de interés. Allí se alza un gran monolito calcáreo del periodo del Cretácico, conocido como La Porra. Se formó tras el plegamiento de las capas, y la fractura y erosión de los pliegues formados. En ella abundan los restos fósiles. En las inmediaciones destacan formaciones rocosas de formas variadas. Se toma dirección a Aliaga, y desde el comienzo de la población, a mano derecha se puede ver La Olla. En el ascenso al castillo se aprecia mejor la curiosa y gran formación rocosa. Se trata de una cresta que se repliega sobre sí misma dando lugar a un espectacular pliegue en forma casi circular. Una vez en la localidad de Aliaga, se atraviesa la misma en dirección a Ejulve. De camino a otro de sus barrios la carretera atraviesa los Estrechos de La Aldehuela, por cuyo fondo discurre el río Guadalope. Con la propuesta senderista del día siguiente se recorre este paraje rodeado de espectaculares crestas formadas por diferentes estratos muy diferenciados formando láminas. Tras su plegamiento la erosión ha llevado a cabo el resto del trabajo.


Para la mañana siguiente se propone un sencillo paseo para recorrer a pie uno de los rincones más interesantes del entorno de Aliaga mediante el Sendero fluvial del Guadalope. Para ello es necesario alcanzar con vehículo el santuario de la Virgen de la Zarza, a las afueras de Aliaga.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

2h (ida y vuelta)

 50 m

fácil

Desde este punto parte una senda junto al río Guadalope acompañados de la preciosa vegetación de ribera. En un cuarto de hora el valle se vuelve más angosto y el río se encajona en los Estrechos de la Aldehuela. En esta zona se han instalado varias pasarelas metálicas para facilitar el tránsito. Se trata del tramo más atractivo de la ruta. Una vez superada esta zona se recorre de nuevo el fondo del valle. El sendero asciende hasta un pequeño collado elevado desde el cual se contempla una vista completamente diferente. Ante el visitante se abre el embalse de Aliaga y el edificio de la antigua Central Térmica de Aliaga. Se bordea la lámina de agua, la cual está cubierta en buena parte por el carrizo, que sirve de refugio a numerosas especies de aves. El objetivo de su construcción fue la refrigeración de la central térmica. A los pies de la presa se cruza el cauce por un puente de cemento y tras un ligero ascenso se alcanza el edificio de grandes dimensiones, tras una hora de caminata.


Se encuentra totalmente abandonada tras el cese de la actividad en 1982. Fue construido según los cánones racionalistas, y en sus fachadas se abren grandes ventanales. Con la explotación de los lignitos de las cuencas mineras, se comenzaron a construir centrales térmicas. En ellas se produce electricidad gracias a la quema de carbón. En la provincia de Teruel la primera en ponerse en marcha fue la de Aliaga, a la que le sucedieron las de Escucha y Andorra. La Central Térmica de Aliaga comenzó a funcionar en 1950 con sus dos primeros generadores, al que se le unió un tercero en 1958. A máximo rendimiento se convirtió en la más grande y moderna de España, siendo su capacidad energética de 280 kw/hora. Debido a la gran demanda de carbón generada por la central, las explotaciones mineras de su alrededor eran incapaces de suministrar carbón suficiente. Empezó el declive de la cuenca minera que se consumó con el cese de su producción eléctrica en mayo de 1982, momento en que fue necesaria una reparación costosa, que unido al encarecimiento del trasporte del carbón hicieron que ya no fuera rentable la central. Tras la visita de este singular espacio natural y arquitectónico se inicia la vuelta por el mismo sendero hasta el punto de partida. En total unos ocho kilómetros de recorrido.


Para la tarde del domingo se propone una pequeña parada en la cercana localidad de Hinojosa del Jarque. Se asienta sobre una pequeña colina, por la cual asciende la calle mayor. A mitad de camino se encuentra el ayuntamiento. Consta de un porche en ángulo formado por seis arcos de medio punto que se apoyan columnas cilíndricas. En la parte alta se alza la iglesia de San Miguel. La torre almenada, que tuvo un primer uso defensivo, data del siglo XV. Se acompaña de un atrio abierto mediante tres arcos rebajados sobre columnas dóricas en un costado. La portada responde el estilo plateresco del siglo XVI. Un paseo por la localidad se complementa con su parque escultórico. Se trata de un museo al aire libre, producto de varias convocatorias del simposio internacional dedicado a la memoria de los pueblos. Las piezas están colocadas en las pequeñas colinas que rodean la población e incluso dentro del propio casco urbano. Se trata de una treintena obras de arte contemporáneo llevadas a cabo en diferentes materiales como madera, hierro, piedra o cemento.

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Campo de Daroca FINES DE SEMANA Jiloca

Gallocanta y Daroca, naturaleza y arte por descubrir

A caballo entre las provincias de Zaragoza y Teruel está el valle del Jiloca, donde se emplaza la ciudad de Daroca, y la cuenca endorreica de la Laguna de Gallocanta. Dos lugares de gran interés; el primero por contar con un conjunto urbano de gran valor artístico, y el segundo por ser uno los humedales más importantes de Aragón, con la grulla como protagonista en el periodo invernal.
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Para la jornada del sábado se propone la visita a la Laguna de Gallocanta y su entorno, dejando para el domingo la visita a la monumental ciudad de Daroca. Para aproximarse al entorno de la laguna es necesario tomar la autovía mudéjar, que comunica Zaragoza con Teruel. Debe abandonarse tomando la salida de Daroca. Una vez bordeada la población en dirección a Teruel, parte el desvío que conduce a Molina de Aragón. En 17 kilómetros y tras remontar el pequeño puerto de Santed se alcanza el altiplano elevado a 900 metros de altitud donde se asienta la laguna más grande de España. Se toma dirección a la población de Gallocanta, y una vez atravesado el casco urbano, a las afueras aparece el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta. En la recepción hay una oficina de turismo comarcal donde solventar cualquier duda sobre la visita de la zona. En su interior cuenta con varios espacios, el primero de ellos dotado de unas vitrinas con aves disecadas con las cuales se puede conocer de una manera visual los habitantes de este humedal, así como reconocer el sonido de su canto. Otro espacio explica las características de la cuenca endorreica de la laguna y de los humedales cercanos. Y en la planta alta cuenta con un magnífico mirador de la laguna, desde donde poder observar las aves con prismáticos.

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El siguiente punto de la visita permite la primera aproximación a la laguna. Para ello es necesario volver hacia Gallocanta y atravesarla de nuevo. A las afueras de la población hay una chopera rodeada de antiguas huertas, atravesada por un camino que surge junto a las piscinas, a la izquierda.

Más adelante, tras atravesar un arroyo, en una bifurcación se toma el camino de la izquierda. Bordeando la laguna se encamina a la pequeña elevación donde se emplaza la Ermita de la Virgen del Buen Acuerdo. El edificio es el resultado de las reformas a lo largo de siete siglos, partiendo de la fábrica románica. Se conserva el ábside semicircular en la cabecera construido con grandes sillares de piedra. Sobre el presbiterio se alza una discreta torre de planta rectangular. A su alrededor se levantó en la última restauración un cercado con dos espacios abiertos pero cubiertos utilizados en las romerías.

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Para completar la visita de la mañana se propone la visita a Berrueco, situado a cuatro kilómetros de distancia de Gallocanta. En el centro de la localidad se emplaza la iglesia de la Asunción. Un edificio barroco del cual despunta la torre de planta cuadrada en su primer tramo y octogonal de ladrillo en el segundo. La población se originó a los pies de un importante castillo, lo que hizo que se conociese como Castelberrueco hasta 1646. Un pequeño paseo señalizado que parte junto al ayuntamiento, en la parte trasera de la iglesia, permite acceder a la antigua fortaleza. En la actualidad apenas quedan restos de dos torres encaramadas a la roca. Atravesando el recinto, unos metros abajo, hay acondicionado un mirador desde donde poder divisar la laguna por completo. Un lugar privilegiado desde donde se divisa la magnitud de la Laguna de Gallocanta. A pesar de que el nivel de las aguas es muy variable, en el momento de máxima ocupación alcanza una superficie de 14 km2, con siete kilómetros de largo.

Su profundidad es escasa a pesar de sus dimensiones y puede alcanzar tan sólo dos metros y medio, oscilando el medio metro en casi toda su superficie. Por ello se puede considerar como la laguna natural más grande de la Península Ibérica. Sin embargo sus estiajes son severos y puede llegar a secarse por completo. Las características de los materiales donde se asienta la convierten en un humedal de agua salada.

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Para la tarde se propone continuar bordeando el amplio perímetro de la laguna. A cinco kilómetros de la anterior población está Tornos, atravesada por la carretera. Se pasa por la plaza de España, en cuyo centro se levanta el peirón de San Antón. Éste destaca por su monumentalidad, compuesto por un pilar de sección cuadrada decorado con rombos. Se apoya en tres gradas y está coronado por cuatro hornacinas y chapitel bulboso. A escasos metros se encuentra la iglesia de San Salvador.

El edificio barroco terminado en el siglo XVIII se corona con una torre de planta cuadrada y remate ochavado en la parte alta. También es interesante acercarse a la ermita de Nuestra Señora de los Olmos. Poco antes de entrar en la población provenientes de Berrueco, junto a un rústico peirón parte una pista. Un poco más adelante otro peirón marca el desvío hacia la ermita. Se trata de una curiosa construcción que destaca por su altura. Sobresale su cimborrio octogonal, que se culmina con linterna y chapitel.

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Tras atravesar la población se alcanza otra carretera. Tomando dirección a la derecha se continúa con el recorrido. De nuevo cerca de la laguna aparece el otro centro de interpretación del espacio natural. Un pequeño edificio de dos plantas donde ampliar los conocimientos naturales del entorno. En su exterior cuenta además con un observatorio de la laguna. A unos tres kilómetros se encuentra la población de Bello. Adentrándose en su casco urbano se llega hasta una plaza irregular en torno a la iglesia de la Natividad. Es una construcción gótico-renacentista llevada a cabo en el siglo XVI. La torre, a diferencia de las anteriores, está construida a base de sillería. El último de sus cuatro cuerpos es octogonal y se remata con chapitel piramidal. Un poco más adelante se alza la plaza del ayuntamiento. El edificio del siglo XVII cuenta con tres plantas y se corona con un alero de madera. Y unos metros más adelante otra casa nobiliaria con portalada dovelada enmarcada por un alfiz.

Y el final del día lo pone el atardecer en la laguna de Gallocanta. La visita en el periodo invernal tiene como atractivo poder disfrutar de un gran espectáculo natural. En ese instante el sol desaparece por el horizonte y según los días el cielo se tiñe de colores rojizos. Ese es el momento elegido por miles de grullas para volver a la laguna a pernoctar. Entre los meses de octubre a marzo se repite día a día este espectáculo, en el cual cientos de bandos de ruidosas grullas van acercándose a la lámina de agua, la cual les proporciona un lugar seguro para pasar la noche. Hay dos lugares idóneos para contemplar este fenómeno natural. En la primera parte del invierno es la ermita de la Virgen del Acuerdo, y en la segunda parte el centro de interpretación situado entre Bello y Tornos. Es recomendable asesorarse en los puntos de información para no perderse el gran atractivo de la laguna de Gallocanta.

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Para el domingo se propone la visita a la ciudad de Daroca, situada a unos veinte kilómetros de Gallocanta. Se trata de una de las ciudades más monumentales de Aragón, resultado de doce siglos aglutinando un conjunto de edificios civiles, religiosos y defensivos en armonía con la belleza natural de su emplazamiento. Fue fundada a finales del siglo VIII por los musulmanes dándole el nombre de Daruqa. Alfonso I el Batallador la reconquistó en 1120, convirtiéndose entonces en la plaza fuerte más importante al sur del reino de Aragón. Los habitantes de la ciudad y su entorno disfrutaron de un fuero que les concedía una libertad inimaginable en la Europa feudal de aquella época.

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El punto de partida de la visita es la Puerta Alta, acceso al casco antiguo proveniente de Zaragoza. Fue levantada en el siglo XVI tras el derribo de la anterior por una de las muchas riadas que afectaron a Daroca, asentada en la rambla Fondonera que coincide con el recorrido de la calle Mayor. Desde este punto parte la ruta que recorre parte del perímetro de la muralla, de unos cuatro kilómetros.

Este trayecto tiene una duración de hora y media y se recomienda calzado cómodo ya que transcurre por los montes que cercan la población. El recinto defensivo fue construido por los musulmanes, y reformado después por los cristianos para defenderse primero de ellos y después de los castellanos. A extramuros comienza el recorrido que pasa al lado de la Torre de los Huevos, de planta pentagonal. Junto a la Torre de la Sisa, se adentra en el interior de la ciudad amurallada. Tras un pequeño ascenso se llega al Castillo Mayor. Conserva torreones en mal estado y la Torre del Homenaje. Un poco más arriba, un desvío conduce hasta unas escaleras que descienden hasta la ermita de Nazaret, que tiene la sencilla portada en un muro rocoso en cuyo interior se abre la capilla.  A partir de este punto el lienzo de la muralla se conserva en mejor estado, construida con tapial recubierto de mampostería y argamasa. Tras pasar junto al Torreón del Jaque, comienza el ascenso hasta el punto más alto de la muralla, donde se ubica el Castillo de San Cristóbal.

Está formado por un pequeño recinto amurallado con un gran torreón de mampostería que data del siglo XIV. A la derecha de las antenas de telefonía arranca el descenso vertiginoso atravesando un denso pinar. Más abajo se pasa junto a la Torre del Águila, de la cual resta sólo uno de los muros. Cercana a ésta aparece la Torre de San Valero, de planta circular. Llaman la atención tres curiosas aspilleras para la defensa. El sendero desciende con buenas vistas de la población, como durante todo el recorrido. Finalmente alcanza una calle que atraviesa el portillo del Arrabal, pequeña puerta de arco de medio punto.

En su entorno la muralla ha sido reconstruida en ladrillo con franjas escalonadas de esquinillas, coronada con almenas. Sólo resta llegar a la calle Mayor, a los pies de la imponente Puerta Baja. En 1451 se levantaron las dos torres a ambos lados del acceso. Son de planta cuadrangular en sillería y se remataron con merlones escalonados. Entre ellos se abre un arco rebajado sobre el cual se dispone el escudo de Carlos V.

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A escasa distancia de la puerta, fuera del recinto amurallado, está la Fuente de los Veinte Caños que fue construida en el año 1639. Se trata de una fuente monumental cuyo frontal se divide en pilastras decoradas con el escudo de la ciudad en la parte central. El recorrido turístico se adentra en la ciudad por la calle Mayor. En él no faltan edificios señoriales de empaque que manifiestan la importancia de sus habitantes durante la historia, que se alternan con otros que conservan el aspecto medieval de antaño. A mitad de calle se encuentra la oficina de turismo, en la cual completar la información sobre el recorrido por la ciudad así como de los edificios visitables. Un poco más adelante se accede a la plaza de España, un gran espacio que acoge a la Colegiata de Santa María y al Almudí. Este edificio es también conocido como Casa de los Soportales, por el porche con pilares de piedra y zapatas de madera de su parte inferior.

La Colegiata de Santa María tiene sus orígenes en la obra románica de finales del siglo XII construida sobre la antigua mezquita mayor musulmana. De esta época se conserva en la actualidad el ábside semicircular, ocupado por la capilla de los Corporales. La leyenda del milagro de los Corporales se remonta al tiempo de la reconquista de Valencia. En 1239 las tropas cristianas antes de la toma del castillo de Chía celebraron misa. Sin embargo un ataque inesperado hizo interrumpir el acto litúrgico. Después de sofocarlo las seis hostias preparadas para la comunión aparecieron ensangrentadas. La propiedad de aquella prueba del milagro fue disputada y finalmente se dejó que una mula decidiese en su marcha la elección del destino, siendo Daroca hasta donde llegó. Desde entonces generó muchísima devoción y cuenta con una capilla propia donde se guardan las reliquias. Cuenta con un retablo de decoración gótico-flamígera de gran belleza. En siglo XV se erige la actual torre tras cubrir la anterior de ladrillo proveniente del alminar de la mezquita.

Está formada por dos cuerpos de sillería que se rematan con almenas y merlones. En esta época también se termina la Puerta del Perdón. Se trata de una portada gótica compuesta por arcos ligeramente apuntados. Sobre el acceso, el tímpano que representa la escena del Juicio Final. A finales del siglo XVI se lleva a cabo la reforma más importante, en la cual se reestructura todo el interior de la colegiata. Se construyen tres naves de igual altura cubiertas con bóvedas estrelladas. Ante el altar se levanta un gran baldaquino inspirado en el de San Pedro del Vaticano. Formado por cuatro las columnas salomónicas de mármol negro que sostienen el baldaquino de madera policromada. El interior se completa con un grupo escultórico de la Asunción tallado en madera blanca. Y finalmente en 1603 se contrata la portada principal, de la cual destaca el cuerpo superior con un gran relieve de los Corporales.

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La visita continua bordeando la colegiata y ascendiendo por la calle Grajera. A escasa distancia se encuentra la Casa del Diablo, que data del siglo XV. En su fachada muestra una ventana ajimezada decorada con dos arcos conopiales. Volviendo sobre nuestros pasos se toma la calle que conduce a la Iglesia de San Juan. Se inició en el siglo XII pero las obras fueron interrumpidas lo cual queda de manifiesto en el exterior de su ábside semicircular. La continuación se llevó a cabo durante el siglo XIII en ladrillo simulando las columnas románicas, con un curioso arco polilobulado en el centro.

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Callejeando se alcanza la iglesia de San Miguel, situada en la parte más alta de la ciudad. Sus orígenes datan de finales del siglo XII. A la primera época pertenecen el ábside y la portada. El ábside semicircular se decora con triples columnas rematadas por capiteles con decoración vegetal. Sobre ellos discurre un friso de arquillos ciegos. La portada está formada por cinco arquivoltas decoradas algunas de ellas con ajedrezado y dientes de sierra. Ya en descenso se pasa junto a la iglesia de Santo Domingo.  Su obra original se remonta al siglo XII. El ábside semicircular es testigo de las diferentes etapas constructivas, pasando a planta poligonal en la parte alta. También la torre muestra su parte inferior en sillería y el resto en ladrillo. Un incendio en el siglo XVIII hizo reconstruir la iglesia decorándola al estilo barroco. Frente al ábside se conserva el Hospital de Santo Domingo. Fue construido entre los siglos XV y XVI. En la parte baja aparecen cegados los arcos pertenecientes a la antigua lonja. El segundo piso muestra dos ventanas ajimezadas. La visita termina de nuevo en la calle Mayor.

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FINES DE SEMANA Jacetania

Valle de Hecho, en los orígenes de Aragón

El valle de Hecho/val d´Echo constituye uno de los valles que formaron el condado de Aragón, germen de lo que después se convertiría en reino y corona. Surcado por el río Aragón Subordán, en su cabecera destacan la Selva de Oza y Aguas Tuertas, entornos naturales de gran belleza. Sobresalen las poblaciones de Hecho/Echo, con su bien conservado conjunto urbano, y Siresa, que cuenta con uno de los monasterios más antiguos de Aragón.
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El acceso a uno de los valles más occidentales del Pirineo Aragonés parte del enclave de Puente la Reina, cruce carretero en cuyas cercanías se unen las aguas del río Aragón Subordán y del río Aragón. A este punto se puede acceder desde Jaca y Pamplona por la nacional que une ambas poblaciones y que pasa por este punto. La carretera asciende en dirección al norte adentrándose en el valle de Hecho/val d´Echo. Tras recorrer 25 kilómetros se alcanza la capital del valle. Hecho/Echo es  una población con gran raigambre cultural y que conserva un conjunto arquitectónico pirenaico de gran valor. La visita a la localidad arranca en la oficina de turismo, situada junto a la carretera que atraviesa la población. Aparte de la información práctica para la visita cuenta con un pequeño museo de arte contemporáneo que se complementa al exterior con un museo al aire libre. Emplazado en una ladera, las obras de arte son el resultado de un symposium internacional de arte que se celebró entre 1975 y 1984. A escasa distancia, al otro lado de la carretera, recibe al visitante una estatua esculpida de una pareja de chesos con su indumentaria tradicional.

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Al fondo del irregular espacio donde se ubica parte una calle a mano derecha la cual atraviesa una plaza y que desemboca en la calle mayor. Por ella se asciende hasta casa l´Aduana, que sobresale por su portada de un arco de medio punto coronada por un frontón triangular con un escudo en el tímpano. En el paseo se saborea la arquitectura tradicional donde destacan fachadas de piedra, puertas doveladas, ventanas geminadas y aleros de madera.

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Antes de alcanzar la travesía es necesario volver y seguir callejeando a mano derecha hasta llegar a la plaza donde se encuentra el ayuntamiento y la iglesia de San Martín. El edificio de origen románico fue reconstruido tras un incendio en el año 1808, durante la guerra de la Independencia. Uno de sus accesos cuenta con un pórtico y junto al mismo hay un espacio empedrado con cantos rodados. Constituye un magnífico mirador de la villa pirenaica desde donde poder admirar las cubiertas de teja tradicional salpicadas de chimeneas típicas. En el entorno de la plaza todavía quedan rincones pintorescos de gran belleza.

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Para finalizar la visita se recomienda adentrarse en Casa Mazo, situada en una calle descendente. Se trata de una típica casa chesa, en cuya fachada destaca dos vanos geminados y puerta adintelada. En su interior, conservando la distribución original de la casa, se exponen instrumentos y aparejos del trabajo del campo, el traje tradicional cheso y un buen número de fotografías de época.

Para la tarde se propone la visita al antiguo monasterio de San Pedro. A dos kilómetros de distancia de Hecho/Echo se encuentra la pequeña población de Siresa. Su edificio más importante es uno de los monasterios más antiguos de Aragón, bien visible desde la carretera. Fue fundado por el conde Galindo Aznárez I alrededor del año 833. Contaba con más de un centenar de religiosos y una nutrida biblioteca. Durante los siglos IX y X recibió numerosas posesiones de los condes y monarcas tanto aragoneses como navarros. Con la expansión cristiana poco a poco fue perdiendo su importancia a favor de enclaves situados más al sur. Hasta nuestros días ha llegado únicamente la iglesia levantada en bajo influencia carolingia. Fue reformada en diferentes fases entre los siglos XI y XIII bajo estilo románico. Posteriormente sufrió diversas reformas durante los siglos XVII y XVIII.

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En su interior cuenta con planta de cruz latina compuesta por una sola nave sobre arcos fajones que sostienen la bóveda de medio cañón. La cabecera semicircular, en la que se abren cinco arcos de medio punto, se cubre con bóveda de cascarón. Debajo de ella se aloja la cripta aprovechando el desnivel del terreno. La fachada más visible del monasterio, cuenta con tres vanos, y en la parte inferior cuatro arcadas de diferentes tamaños, una de ellas incluye la portada abocinada reformada en el siglo XVII. A los pies de la nave aparece una portada abocinada que se antecede de un pórtico compuesto por tres arquivoltas, con un crismón en su tímpano. Lo más antiguo del edificio lo constituye este nártex, sobre el que se dispone la tribuna en su interior, característico de las construcciones carolingias. Un paseo por el casco urbano permite disfrutar de una cuidada arquitectura popular, donde se entremezclan construcciones recientes y otras con siglos de antigüedad en perfecta armonía. Destacan algunas muestras de chimeneas tronconónicas.

De nuevo en la carretera principal, un kilómetro más adelante se encuentra el Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico. El edificio corresponde a una antigua casa forestal. En la planta baja dispone de un bar con terraza, mientras que el espacio expositivo se encuentra en la planta alta. Allí se introduce en la llegada del hombre a la coordillera montañosa mediante un audiovisual y paneles informativos. Y en una segunda parte describe la importancia de los restos megalíticos encontrados en el valle de Hecho/val d´Echo, así como la descripción de los diferentes tipos.

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Para el día siguiente se propone descubrir los encantos naturales del valle situados en la cabecera del río Aragón Subordán. Tras dejar atrás las poblaciones habitadas la carretera se adentra en el estrecho conocido como la Boca del Infierno. Tras cinco kilómetros de angosto y espectacular recorrido, el valle se ensancha. La espesa vegetación con bosques de pino y hayas cubren el paisaje dando lugar a la Selva de Oza. Está flanqueada por el Castillo de Acher y la Peña Forca, emblemáticas moles rocosas que superan los 2.300 metros de altitud. Este paraje aglutina una serie de servicios aprovechando la belleza de este paisaje. A escasos metros de la carretera destaca el haya de la Caseta Pascual, un monumental árbol de más de 23 metros de altura, bajo el cual se aloja la terraza de un bar.

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La pista forestal avanza por el fondo del valle y surge el valle de Guarrinza a la vez que toma dirección a este. El arbolado se sustituye por laderas cubiertas de pastizales salpicados de abundantes flores. Ello permite ampliar la visión de las montañas pirenaicas. El recorrido alcanza el aparcamiento situado junto al barranco lo Barcal. Aquí es necesario dejar el vehículo y continuar a pie.

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TIEMPODESNIVELDIFICULTAD
1h (ida) 250 mfácil
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En la parte final de Guarrinza se encuentra el Mallo Blanco, una curiosa formación rocosa de gran volumen elevada junto al cauce. Se avanza por la pista hasta que se alcanza en poco más de media hora una senda. Su trazado acorta el recorrido de la pista y asciende directamente hasta un pequeño estrecho natural, donde se ubica un refugio. Una vez atravesado el Achar d´Aguas Tuertas se abre el precioso valle de Aguas Tuertas. Su fondo es plano, y el perfil en forma de “U” indica su origen glaciar. El río describe numerosos meandros, origen del nombre que se otorga a este valle. El escaso desnivel hace que las aguas discurran pausadas, y los encharcamientos sean abundantes dando lugar a turberas donde abundan las flores en primavera. A la izquierda, el valle se cierra, y el cauce se precipita por un escurridero que termina en una cascada. Junto a la parte alta de este sumidero está el dolmen del Achar de Aguas Tuertas. Data de finales del Neolítico, del III siglos A.C. Este ejemplo muestra la forma característica, con dos ortostatos y una losa de cubierta, y proporciona una de las más bellas estampas de este precioso valle pirenaico.

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Para finalizar la visita al valle por la tarde se propone tomar el vehículo y volver en dirección a Hecho/Echo. Una vez superado la Boca del Infierno, parte a mano izquierda una carretera que atraviesa el puente de Santa Ana y se dirige al Refugio de Gabardito. En su trazado sinuoso y ascendente atraviesa un frondoso bosque. Al final aparece una gran pradera que permite las vistas de las cumbres del entorno, entre las que destaca la Peña Agüerri que se eleva a 2.283 metros de altitud. El refugio cuenta con servicio un bar y alojamiento, y en invierno es el punto de partida de recorridos de esquí de fondo.

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Bajo Aragón FINES DE SEMANA

Río Guadalopillo, regando las huertas de Molinos y Alcorisa

El río Guadalopillo nace en la sierra de Ejulve. Después va formando un valle con relieve poco acentuado. A la altura de Molinos, se le añaden los pequeños caudales de los barrancos de Santa Lucía, San Nicolás y Alta Hoya, los cuales conforman espacios naturales de gran interés en esta población. Una vez rebasado Berge sus aguas atraviesan el casco urbano de Alcorisa de camino a Calanda, donde desemboca en el río Guadalope.
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Para acceder a estas tierras turolenses desde la capital del Ebro es necesario tomar la carretera de Alcañiz. Justo antes de llegar a Híjar, nace la vía de acceso a Albalate del Arzobispo y Andorra. Por esta carretera regional se alcanza la población de Alcorisa, que se emplaza en la margen derecha del río Guadalopillo. En la entrada del pueblo está la iglesia de San Sebastián. Este edificio de austera fachada fue construido en 1783. En su interior alberga la oficina de turismo y el Centro de Interpretación de la Semana Santa, el cual acoge una muestra de elementos religiosos y un audiovisual. Avanzando por la calle Mayor se alcanza la plaza de los Arcos, cuyo nombre tradicional hace referencia a los porches que se abren en dos de sus costados. En ella se alza el ayuntamiento de nueva planta, pero de tipología aragonesa. A escasos metros está la iglesia de Santa María la Mayor. Se trata de una fábrica gótico-barroca del siglo XVII. Al exterior destaca su portada de dos cuerpos flanqueados por columnas salomónicas, y su torre que se eleva en cinco tramos de ladrillo y se corona con un esbelto chapitel.

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Uno de los grandes acontecimientos para la población es la Semana Santa, con la representación del Drama de la Cruz, en la que participan quinientas personas del pueblo vestidas de la época, para representar los últimos momentos de la vida de Jesús. Desde la plaza de la iglesia parte el recorrido del Calvario de Alcorisa. Se trata de un precioso camino empedrado que asciende hasta la parte alta de los riscos que bordean la población. Se encuentra flanqueado por peirones y pequeñas ermitas que muestran las estaciones del calvario. Tras un cuarto de hora de pausado ascenso se alcanza la ermita del Santo Sepulcro, llevada a cabo en el siglo XVI. Es un edificio de traza barroca, sobre cuyo acceso se alza una espadaña de ladrillo. A escasos metros se encuentran las tres cruces de madera, punto final del calvario. El paseo continúa acondicionado hasta la pequeña ermita de San Juan, levantada en 1919 tras la destrucción de la anterior durante la guerra carlista de 1873.

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Para la tarde se propone la visita a la población de Molinos, situada a unos trece kilómetros. Recibe al visitante el barranco de San Nicolás, que toma el nombre de la pequeña ermita situada en un costado. Sus paredes verticales se unen por un puente bajo el cual se precipita una cascada con salto de unos treinta metros. Un poco más adelante están los antiguos lavaderos en cuyo interior hay dos salas expositivas, que muestran tanto la riqueza natural de la zona como los hallazgos de animales y humanos de la cueva de las Graderas. Una calle recta, desemboca en la plaza porticada. Cercada por arcos apuntados y de medio punto, guarda el pavimento de cantos rodados bajo los soportales. En la misma plaza se levanta el ayuntamiento que luce un magnífico alero de madera de dos vuelos. Completando la plaza se alza la iglesia de Santa María de las Nieves, una construcción terminada a finales del siglo XV. Cuenta con una nave compuesta de tres tramos y cubierta con bóveda de crucería estrellada. Sobresale la portada principal compuesta por cinco arquivoltas englobadas en un arco conopial.

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Desde la plaza una escalinata conduce al poyo ambasaguas. En este trayecto se encuentra el acceso a una sala donde se expone una muestra de escultura y dibujo del artista contemporáneo Eleuterio Blasco Ferrer. En lo alto estuvo el castillo, cuyo actual muro delimita el espacio ajardinado dando lugar a un bonito parque, con magníficas vistas a su alrededor. Allí se levanta la torre de la iglesia parroquial, de manera aislada. A escasa distancia se encuentra la ermita de la Soledad que se cubre con un cimborrio octogonal, el cual se cubre con tejas. Se desciende de nuevo y contigua a la plazoleta anterior se abre otro espacio porticado. La plaza mayor constituye uno de los lugares más pintorescos de la población, en la que se abren dos costados con arcos de medio punto y apuntados. Se cierra la plaza con el lateral de la iglesia parroquial, donde está la segunda portada gótica. Desde una esquina de la plaza parte la calle que conduce al portal del San Roque, sobre el cual se abre una capilla.

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Para la mañana del domingo se propone la visita a la cueva de las Graderas, más conocida como Grutas de Cristal. Fueron descubiertas por un grupo de espeleólogos en el año 1961. La carretera que conduce a Castellote bordea la población por la parte alta. De ella parte un camino asfaltado de cuatro kilómetros que alcanza las grutas emplazadas en el barranco de las Graderas. Desde el aparcamiento una escalinata asciende hasta la boca de la galería. En su interior constan de un recorrido de más de seiscientos metros en los que aparecen dos grandes salas. La primera en visitar en la Sala de Cristal, de mayores dimensiones. Destacan las estalactitas, estalagmitas y estalactitas excéntricas. El resto está formado por coladas, columnas y formaciones arborescentes, que completan un espectáculo natural de formación kárstica sobre roca caliza. Después se desciende mediante una escalera de caracol a la Sala Marina. Además de parecidas formaciones, destaca por otras que cubren amplias superficies y que simulan a los corales marinos. En ellas se han encontrado además restos de pequeños mamíferos, grandes animales como el oso de las cavernas y huesos de humanos, entre los que se encuentra la mandíbula de un homínido.

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En la misma mañana hay tiempo suficiente para visitar otro atractivo natural, en este caso al aire libre: el Pozo del Salto.

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TIEMPO

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DIFICULTAD

30 min (ida)

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fácil

Un kilómetro antes de alcanzar la población de Molinos parte una pista a mano derecha que conduce a unas granjas. La pista principal cruza el cauce del barranco, y en tres kilómetros alcanza la ermita de Santa Lucía, recostada a mano derecha. Una parada permite visitar el edificio del cual sobresale su esbelta torre de ladrillo. También a escasos metros también puede admirarse un gran ejemplar de carrasca. Continuando por la pista, en apenas un kilómetro arranca un sendero junto a una paridera donde se puede dejar el vehículo. Rodeando unos campos se encamina a las choperas situadas junto al cauce. Se pasa a la margen derecha, y poco a poco el barranco se va estrechando. Media hora por la senda y se alcanza el precioso rincón donde cae una cascada con una balsa en la parte inferior.

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Se puede completar el fin de semana en la cercana localidad de Berge. Desde la plaza del ayuntamiento, y atravesando el portal-capilla situado enfrente se abandona el casco urbano en dirección al río Guadalopillo. Una pista señalizada desde la localidad conduce a la ermita de la Virgen de la Peña. Este santuario está enclavado en un pintoresco lugar, con un sinuoso y empinado acceso, a unos dos kilómetros al sudeste. A los pies de la colina hay una explanada donde es recomendable dejar el vehículo. Arranca una pista cementada que asciende y se introduce en la plaza, cerrada por tres edificios y en la que se alzan grandes cipreses. La ermita es una sencilla fábrica con acceso cubierto con pequeño porche. También cuenta el santuario con el edificio del albergue que cierra otro de los costados de la recoleta plaza. Tras la iglesia hay un mirador con excelentes vistas del valle del río Guadalopillo.

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Comunidad de Calatayud FINES DE SEMANA

Manubles y Ribota, riberas de castillos y mudéjar

Los ríos Manubles y Ribota, afluentes del Jalón, conforman dos valles paralelos que se tienden en dirección a Castilla. La ribera del Manubles destaca por el amplio catálogo de fortalezas que sirvieron para la defensa de Aragón frente a los castellanos en el siglo XIV. Mientras el arte mudéjar sobresale en la ribera del Ribota, con las iglesias de Torralba de Ribota, Aniñón y Cervera de la Cañada.
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En esta propuesta se propone adentrarse en las tierras de la Comunidad de Calatayud. Para ello es necesario tomar como punto de partida la capital bilbilitana, la cuarta ciudad en importancia de Aragón por detrás de las tres capitales de provincia. Desde Calatayud se toma la carretera nacional hasta llegar a Ateca. En el arranque de esta población nace la ruta que recorre la ribera del río Manubles, afluente del río Jalón. La primera parada tiene lugar en Moros, cuyo topónimo recuerda a sus primeros habitantes. Su huella quedó patente en la trama urbana, un enrevesado conjunto de calles muy estrechas dispuestas en una ladera. El acceso rodado desemboca en el Portillo. Desde este punto parte una calle que vertebra la parte alta de la localidad, donde se encuentra la iglesia de Santa Eulalia de Mérida. A partir de este lugar se puede iniciar un recorrido descendente y sin un camino definido por el laberinto de calles que conservan intacto el ambiente musulmán del emplazamiento, y donde no es posible el paso de vehículos. Pero sin duda alguna es imprescindible, ya sea caminando o mediante el coche, descender hasta la vega. Para ello, desde la carretera, una vez sobrepasado el acceso principal parten otros dos caminos asfaltados que bajan a la vega bordeando por completo el núcleo. Desde el puente del Collado se aprecia la estampa más bonita de esta localidad.

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Volviendo a la carretera se remonta el valle. A unos once kilómetros surge la segunda localidad en la que se propone una parada. Las viviendas de Torrijo de la Cañada se agolpan a ambos lados de la carretera. En la travesía se encuentran los edificios más significativos. El primero la iglesia de San Juan, con portada renacentista y torre de planta cuadrada rematada con cúpula semiesférica. Más adelante se alza la casa consistorial. Destaca el edificio por su fachada de ladrillo, con lonja abierta en su parte inferior con arcos de medio punto sobre columnas toscanas. En la parte superior se alza la planta principal coronada por la tradicional galería de arcos de medio punto. Frente al ayuntamiento resta la única puerta del recinto amurallado que se conserva, protegida por una torre que se alza sobre ella. En la parte inferior se abre un arco apuntado que da acceso al puente medieval el cual atraviesa el río Manubles. El pavimento empedrado de este rincón, unido a lo robusto del pequeño puente lo convierten en uno de los rincones más pintorescos de la localidad. Volviendo a la travesía resta por visitar la iglesia de Nuestra Señora del Hortal. Destaca su magnífica portada gótica que se cubre con arco conopial flanqueada por dos pináculos de bella factura. También se puede acceder a los restos de su castillo. Desde la parte trasera del ayuntamiento y tras abandonar las últimas casas, la vereda bordea corrales hasta alcanzar las ruinas del recinto defensivo. Desde este punto se disfruta de una de las estampas más bellas y completas de la localidad. El casco urbano salpicado por sus tres torres y rodeado por las bodegas y la vega.

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Para la tarde se propone continuar recorriendo el valle del río Manubles. Diez kilómetros separan la anterior población de Bijuesca. La travesía pasa a los pies del acceso de la iglesia parroquial de San Miguel, construcción que data del siglo XVII pero que conserva el ábside de su etapa románica. Junto a la torre se encuentra el frontón y el ayuntamiento. En este lugar desemboca una rambla de la cual parten varias calles que conducen a la ermita de la Virgen del Castillo. Precisamente de la fortaleza fue reaprovechada como campanario una torre de planta cuadrada que se remata con almenas. El castillo, motivo de disputa entre castellanos y aragoneses, se encuentra en un espolón rocoso bordeado por un meandro del río Manubles. Conserva muros con almenas y saeteras, reforzados con dos torreones cuadrados. Una de ellas le sirve de acceso mediante un paso inferior en recodo, elemento de tradición musulmana. Las vistas de la vega del Manubles desde la parte alta son espléndidas.

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Una vez abandonada la población, se pasa junto a una nave donde se encuentra una báscula para vehículos pesados. Desde este punto parte una pista cementada que en unos minutos conduce a uno de los rincones más bellos del recorrido del río Manubles. Se trata del Pozo de los Chorros. Una cascada se precipita en un rincón rodeado de vegetación y a sus pies un gran pozo de cristalinas aguas. Desde este punto se puede avistar también la silueta del castillo de Bijuesca.

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La carretera continúa en dirección a Berdejo, situado a tan sólo cuatro kilómetros. El pueblo se encuentra en la margen izquierda del río Manubles, emplazado a casi mil metros de altura. Ascendiendo por las empinadas calles se llega hasta la antigua casa consistorial, edificio que data de 1598. En la planta baja se abre una lonja de dos naves, con tres arcos interiores sustentan el espacio. Sobre ella una planta de ladrillo con ventanas y un balcón central. A escasos metros se encuentra la iglesia de San Millán. Precisamente en este lugar nació este santo en el año 473. Pastor de ovejas, se convirtió en sacerdote y eremita. Se asentó a cuatro kilómetros donde comenzó a fraguar una comunidad religiosa, que daría lugar a la actual población de Torrelapaja. Este santo es más conocido por San Millán de la Cogolla, llamado así el monasterio benedictino que fundó en La Rioja. En cuanto a la iglesia, de su etapa románica conserva el ábside románico el cual se encarama sobre unos riscos que se descuelgan a gran altura. El resto de la fábrica pertenece al siglo XVII. Desde este lugar se puede ascender a la antigua fortaleza. Tiene planta trapezoidal y conserva los muros que en buena parte desafían el acantilado que lo bordea. En el costado este, se encuentra el acceso en recodo bajo una torre de planta cuadrada. En el otro lado del peñasco se alzan otras dos torres rectangulares de menores dimensiones.

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Al día siguiente la visita se traslada a la ribera del Ribota. Para ello se toma la carretera nacional que parte de Calatayud y que coge dirección a Soria. A unos diez kilómetros parte el ramal que conduce a Torralba de Ribota. El topónimo de la localidad tiene su origen en la torre de su antiguo recinto defensivo situada en pleno casco urbano, la  torre alba o blanca. La carretera desemboca en la calle mayor, donde se encuentra la casa consistorial. A la derecha la calle principal se encamina hacia la parte alta de la localidad, donde se emplaza la iglesia de San Félix, construida en el siglo XIV. Se trata de uno de los ejemplos más sobresalientes del mudéjar aragonés. Sobre la fábrica de aspecto militar se levantan cuatro torrecillas con pasos comunicados que se abren con arcos. En la fachada de los pies además se levantan otras dos torres, una de ellas mayor que se culmina con chapitel apuntado. En su interior la iglesia conserva su estructura y decoración mudéjares. Cuenta con una nave cubierta con bóveda de crucería y en la cabecera se abren tres ábsides mediante tres arcos apuntados. El conjunto de muros y bóvedas aparecen decorados con pinturas y esgrafiados. A los pies se levanta el coro añadido en el siglo XV bajo el cual luce un artesonado policromado.

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Un poco más adelante en la carretera nacional parte el desvío que sirve de acceso a Aniñón. Desde lo lejos se avista una amplia panorámica del casco urbano, del que sobresale el impresionante conjunto de la iglesia. Ascendiendo a la parte alta de la población se alcanza el lugar ocupado por el antiguo castillo. Todavía se conserva parte del recinto almenado que lo rodeaba, así como un arco de medio punto que sirve de antesala a la iglesia parroquial. Sobre la fortaleza se levantó la primera fábrica de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. En el año 1283 se inició la construcción, de la cual resta el excelente muro con decoración mudéjar y la torre. Un incendio destruyó el resto de la iglesia, y las obras de reconstrucción se prolongaron hasta finales del siglo XVI. Al exterior sobresale un muro, uno de los más grandes y mejor decorados del arte mudéjar. En él aparecen cuatro contrafuertes prismáticos y se divide con tres impostas horizontales delimitando el espacio de los paños. En ellos se desarrolla una abundante decoración mudéjar con dientes de sierra, ventanas de arco apuntado y cerámica, todo ello en ladrillo. Se completa con cerámica vidriada. La torre mudéjar se eleva a gran altura. El primer cuerpo está decorado con rombos, bandas en zigzag y arcos mixtilíneos entrecruzados. El segundo cuerpo es el de las campanas, con dos arcos apuntados además de una galería de cinco arcos de menor tamaño. En el siglo XVI fue añadido un tercer cuerpo en el cual se intenta continuar con la misma estructura, aunque sin decoración mudéjar.

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Se abandona la población por otra carretera, la cual conduce directamente a Cervera de la Cañada. En la parte alta está la iglesia de Santa Tecla, a cuyo recinto se accede por un arco de la muralla del antiguo castillo. Se trata de un excelente mirador, con la población a los pies, y la sierra de los Armantes al fondo. La construcción fue llevada a cabo aprovechando muros del castillo. En su interior cuenta con una nave que se cubre con bóveda de crucería. En los muros y bóvedas conserva pinturas del siglo XV. Las ventanas que iluminan el interior se componen de dos arcos ojivales con decoración mudéjar. A los pies se levanta el coro elevado sobre un artesonado policromado con tracerías góticas. El pretil presenta rica decoración mudéjar a base de calados de lazos y rosetas.

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Y para completar el fin de semana se propone acercarse hasta Malanquilla, ya en la frontera con tierras castellanas. Desde la carretera nacional, un ramal de menos de tres kilómetros sirve de acceso a la población. Poco antes de alcanzar las primeras casas, a mano izquierda aparece un molino de viento. Fue restaurado en el año 1990, pasando a formar parte de uno de los monumentos más representativos de la población. Además es uno de los pocos en pie que se encuentran en la geografía aragonesa. Se trata de un molino de viento del siglo XVI, de planta circular cuya altura es de unos nueve metros. Al interior se accede mediante una escalera de caracol hasta la planta alta, donde el movimiento de las aspas de doce metros de longitud se transmite a las dos piedras, volandera y solera, entre las cuales se muele el grano. Un tejado circular en donde se acoplan las aspas proporciona el típico aspecto a este tipo de construcciones. En el casco urbano destaca una gran plaza donde se alza el ayuntamiento y la iglesia de la Asunción. La portada renacentista se guarece por un porche, y la torre de planta cuadrada se culmina con un chapitel realizado en piedra sillar.

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FINES DE SEMANA Ribagorza

Noguera Ribagorzana, el río más oriental de Aragón

El río Noguera Ribagorzana nace en las cercanías de la cumbre más alta de los Pirineos, el Aneto. Durante buena parte de su recorrido sirve de frontera entre Aragón y Cataluña. En su tramo medio se concentran dos poblaciones históricamente muy importantes para la Ribagorza. Sopeira con el monasterio de Alaón que hunde sus orígenes en el siglo VIII y Arén/Areny que cuenta con las ruinas de un castillo cristiano documentado en el siglo IX.
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Para acceder al valle del Noguera Ribagorzana es necesario alcanzar la población de Benabarre/Benavarri donde confluyen dos carreteras nacionales, una proveniente de Barbastro y otra de Lérida/Lleida. Una única ruta desciende desde este punto hasta el valle del Noguera Ribagorzana alcanzando Puente de Montañana/Lo Pont de Montanyana. Una vez recorridos poco más de veinte kilómetros desde esta población se toma un desvío a la izquierda para adentrarse en el barranco de Aulet. La última de las poblaciones es Betesa. Se emplaza en lo alto del valle, a 1100 metros de altitud. Como antesala al casco urbano, se alza la torre de la iglesia de San Juan Evangelista rodeada de un prado. Aunque de origen románico, apenas quedan restos y su fábrica actual se debe al siglo XVIII. Este pequeño enclave consta de una calle situada bajo el roquedo donde hubo una antigua fortaleza. En el arranque aparece un arco, y dicha calle termina en una plazoleta. En su trazado se puede saborear una arquitectura de montaña rústica y pintoresca al mismo tiempo.

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Desde esta localidad parte una pista que conduce a la aldea deshabitada de Santa Eulalia/Santolaria. Tras ascender y superar un pequeño portillo se alcanza la parte alta. Después de media hora de paseo, se pasa cerca de la iglesia, aislada del núcleo.

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30 min (ida)

150 m

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Es de factura tardo románica del siglo XIII. Se compone de una nave que culmina con cabecera semicircular. La portada está formada por dos arquivoltas, capiteles decorados y se completa con un crismón trinitario. Continuando un poco más adelante, sobre un escarpe rocoso se alza la única vivienda rodeada de sus construcciones auxiliares en estado de ruina. Sin embargo la vista de Betesa y el paisaje que lo rodea es suficiente para acercarse hasta este lugar.

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Para la tarde se recomienda la visita de Sopeira. El pueblo, con la sierra de San Gervás a sus espaldas y las casas apiñadas en una ladera que se deslizan hasta el río represado ofrece una bella estampa. Un paseo por su interior descubre calles estrechas y empinadas donde se pueden encontrar algunos rincones pintorescos por el aspecto tradicional de sus viviendas. También es posible acercarse al embalse de Sopeira, donde hay instalaciones deportivas y un embarcadero.

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Cerca del casco urbano se emplaza uno de los enclaves históricos más importantes de la Ribagorza. El origen del Monasterio de Alaón se remonta a una comunidad religiosa en época visigótica antes del siglo VIII. En el siglo IX se consagró el monasterio por el obispo Sisebuto, perteneciendo ya al condado de la Ribagorza. Durante este periodo fue llevado a cabo el cartulario de Alaón, un archivo de una gran importancia histórica que contiene la mayor parte de la documentación de los condados de Pallars y Ribagorza de la época carolingia. En el año 1068 el obispo Raimundo Dalmacio reorganizó el monasterio tras décadas de desorden eclesiástico debido a sus avatares históricos. Inició una nueva etapa en la redacción de documentos y participó activamente en la reconquista. La importancia del monasterio fue aumentando y participaba en asuntos políticos tanto de las cortes aragonesas como de las catalanas. A partir del siglo XVII las guerras hicieron que perdiera buena parte de los bienes que había ido adquiriendo tras siglos de esplendor. Finalmente la desamortización de Mendizábal puso el fin a la vida religiosa en el lugar. Del antiguo monasterio sólo resta la iglesia monacal llevada a cabo entre 1103 y 1123. Al exterior muestra las tres naves, más alta la central. Los muros están decorados con arquerías ciegas y sobre ellas una banda de ajedrezado jaqués, bajo el tejado de pizarra. En la parte trasera de la iglesia se levanta la torre, que data del siglo XVIII. Las tres naves se culminan por sendos ábsides semicirculares. En el interior el altar aparece elevado respecto al resto de la iglesia, y destaca por su pavimento original que luce colores blanco, negro, rojo, gris y amarillo, siendo uno de los más importantes en su especie debido a su antigüedad. Bajo el mismo se encuentra la cripta, único resto de la etapa constructiva inicial.

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Para completar la visita a este precioso enclave se puede realizar un agradable paseo que recorre el Camí de l´Aubaga. Partiendo de la parte trasera del monasterio, en unos cinco minutos se alcanza el Pont de Dalt. Este esbelto puente románico cuenta con tres vanos en gradación y muros que protegen el vial. En la margen izquierda del río, junto a la central hidroeléctrica, parte un camino que recorre la orilla del embalse de Sopeira. En su recorrido se atraviesa vegetación de ribera en su primer tramo, restos de antiguos olivos y más tarde bajo una zona más rocosa. A lo largo del recorrido se han acondicionado varios lugares de descanso siendo uno de los atractivos de este paseo las vistas del monasterio y del pueblo de Sopeira.

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Para el domingo se propone la visita de la población de Arén/Areny. El acceso a la localidad introduce directamente al centro. Allí se emplaza la iglesia de San Martín, construcción barroca que se levantó entre 1717 y 1730. Su elemento más singular es la torre de planta cuadrada en su primer cuerpo y achaflanada en el siguiente. A la izquierda parte la calle Mayor, la cual introduce en el casco antiguo a través del arco de San Simó. En este entorno abundan arcos, túneles y otros elementos arquitectónicos pintorescos. Pero el lugar más emblemático es la plaza Mayor. El perímetro aparece en su mayor parte porticado, con edificios civiles como casa el Chico, casa Pere Chuan y la Casa del Gobernador.

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Avanzando por la calle principal se pasa junto al antiguo ayuntamiento, convertido tras su rehabilitación en la sede del Museo de los Dinosaurios. De la antigua Casa de la Vila se conserva el portal dovelado y el escudo. En su interior alberga más de 500 m2 de exposición donde, a través de dioramas, objetos, reconstrucciones y audiovisuales, se viaja hasta un pasado de hace más de 65 millones de años con la ayuda de la paleontología. La visita al museo se puede completar sobre el terreno con un yacimiento de icnitas, situado en las inmediaciones del casco urbano. Para acceder al mismo se sale de la localidad por la calle de La Cruz. Al final, tras una nave industrial arranca el sendero que acerca en unos metros al yacimiento, donde se pueden observar varias huellas de dinosaurio.

Para la tarde se propone para completar la visión de la localidad ascender hasta las ruinas el castillo de Arén/Areny. Se toma un sendero que arranca de la parte alta de la localidad y se encamina a la fortaleza cristiana documentada en el año 823. Hasta el año 1740 estuvo activo, fecha en que dejó de tener gobernador propio. Ahora sólo quedan restos de sus muros defensivos y de un torreón rectangular. El elemento más visible a lo lejos es el esqueleto de la portada de acceso a la iglesia del castillo, acompañado de numerosas tumbas antropomorfas que se disponen a su alrededor. Las vistas desde el emplazamiento ofrecen una panorámica completa de la población y de su entorno.

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FINES DE SEMANA Monegros

Sariñena y Sigena, mezcla de vergel y estepa

La comarca de los Monegros guarda tesoros como el Monasterio de Sigena, muy diezmado y maltratado por la historia. Pero también otros con un futuro prometedor como la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes, cuyas obras de restauración ya han comenzado. La aridez de estas tierras tiene el contrapunto de las riberas del río Alcanadre y la laguna de Sariñena, un humedal de gran importancia para las aves.
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.La ruta que se adentra en los Monegros parte de la capital zaragozana atravesando Villamayor de Gállego. Poco a poco comienza el ascenso para flanquear la Sierra de Alcubierre. Al otro lado se mezcla la estepa original con los campos de regadío, gracias al agua que porta el canal de los Monegros desde hace sólo unas décadas. Después de atravesar Sariñena por estrechas calles se toma dirección a Fraga. Una vez superada la ribera del río Alcanadre, surge el desvío en dirección a Castelflorite. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Miguel. Aunque la obra actual es del siglo XVII, quedan los restos de la fábrica inicial románica del siglo XII, como así lo atestigua su ábside semicircular. Desde la plaza se puede ascender de manera cómoda gracias a un sendero acondicionado hasta una pequeña elevación de piedra de arenisca, que conserva escasos restos de un castillo. Desde su parte alta se divisa todo el pueblo, rodeado por amplias llanuras. En este paisaje monegrino emerge de la llanura el saso de Santa Cruz. Se trata de una gran formación elevada unos cien metros y rodeada de escarpes. 

Una carretera en dirección a Sena conduce de nuevo a la vega del río Alcanadre. En medio de la huerta está el Monasterio de Sigena. El origen del topónimo procede de una finca romana llamada Sexiena. En 1183 la reina Sancha, mujer de Alfonso II de Aragón, decide crear un monasterio donde poder recluir las hijas de la nobleza. Se creó un monasterio dúplice, en el cual había dos organizaciones religiosas, una masculina y otra femenina. Tras muchos siglos de vida religiosa y prosperidad económica gracias a las donaciones y privilegios con los que fue dotado el monasterio, llegó la época de destrucción del cenobio. El paso de las guerras, varios incendios, la desamortización de Mendizábal y la venta irregular de obras de arte han hecho perder la mayor parte de la riqueza artística del monasterio. En la actualidad está ocupado por las monjas de la Orden de Nuestra Señora de Belén. Una vez atravesada la portería, la visita comienza ante la majestuosa portada, que sirve de acceso a la iglesia. Se compone de catorce arquivoltas de medio punto. Éstas se apoyan en columnas de fuste cilíndrico y capiteles lisos.

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La iglesia fue levantada en planta rectangular, y su cabecera estaba compuesta de tres ábsides semicirculares de los que restan dos. La nave se cubre con bóveda de medio cañón. En uno de los brazos laterales está el panteón real. Alberga cuatro arcasolios enmarcados por un arco de medio punto moldurado. En los sarcófagos se depositaron los restos de la fundadora, Doña Sancha, y de su hija Doña Dulce. También se enterró a su hijo primogénito, el rey Pedro II el Católico que falleció en la batalla de Muret en 1213. Fueron profanados durante la guerra de la Independencia y se destruyeron las pinturas con las que estuvieron decorados. A los pies de la iglesia se accede al refectorio. Se trata de una gran sala cubierta con arcadas góticas, antaño usada como comedor y ahora reconvertida en capilla. Adosado a la iglesia se encuentra el claustro de planta cuadrada. Sólo se conserva en pie parte del mismo y desde él se accede a la sala capitular. Ésta fue la estancia que tuvo mayor riqueza artística del monasterio. Tanto los cinco arcos que sostienen la techumbre como las paredes se encontraban cubiertas por pinturas, cuyos restos maltratados por la humedad y los avatares históricos se encuentran en Barcelona. Se trata de una obra capital de la Edad Media realizada en la primera mitad del siglo XIII.

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Por la tarde se propone la visita a la población de Villanueva de Sigena, a unos dos kilómetros del monasterio. En el centro se abre una gran plaza donde se encuentra la iglesia de Santo Domingo y el Salvador. De la obra gótica destacan la portada se compone de arquivoltas apuntadas y la torre que se remata con chapitel apuntado. En los jardines destaca la escultura de Miguel Servet, ilustre vecino que nació en esta población.

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Su casa natal ha sido acondicionada como el Centro de Interpretación de Miguel Servet. Una vez atravesado el portal aparece un zaguán, con suelo de cantos rodados y dos aljibes. En la bodega se muestra un vídeo sobre el insigne aragonés. La planta noble habla de su vida mediante paneles explicativos, y se reproduce una farmacia y un laboratorio de alquimia. El granero se utiliza como sala de exposiciones. Este médico, filósofo y teólogo aragonés descubrió el sistema de circulación menor de la sangre en el ser humano. Nació en la localidad en 1511 y adolescente marcha a Toulouse donde entra en contacto con las doctrinas de la Reforma. En 1529 viaja a Italia donde recibe la aportación de la corriente humanista. Sus primeras obras las publica a partir de 1531, “De Trinitatis Erroribus” y “Dialogorum Trinitate”, en las que niega la concepción sobre el dogma de la Trinidad. Entonces comienza el desprecio por parte de católicos y protestantes. Continúa su andadura europea, y estudia medicina en París. En su principal obra, “Christianismi Restitutio”, reafirma el rechazo al dogma de la Trinidad, y describe por primera vez la circulación menor de la sangre. Por esto último recibe el reconocimiento universal, pero sin embargo comienza la carrera de Calvino por su polémica doctrinal. Finalmente es quemado en la hoguera en agosto de 1553 en Ginebra, acusado de herejía, por negar el dogma de la Trinidad.

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Si sobra tiempo el sábado por la tarde una buena opción es ver el atardecer en la laguna de Sariñena, y para ello sólo es necesario acercarse en vehículo hasta el centro de interpretación situado a escasa distancia de Sariñena, en la carretera que toma dirección a Zaragoza. Desde esta posición elevada, con la laguna a los pies, se puede disfrutar de una combinación de colores que se ven reflejados en la lámina de agua.

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El domingo por la mañana se propone visitar la Laguna de Sariñena. El pequeño centro de interpretación sirve para descubrir los valores naturales de este espacio natural. Hasta hace unas décadas se trataba de una pequeña balsa de agua salada. En los últimos años recibe las aguas sobrantes procedentes del riego, lo cual ha provocado el aumento de su superficie de manera considerable. Ahora ocupa 200 hectáreas y es la segunda laguna más importante de Aragón después de Gallocanta. También la calidad del agua ha variado, disminuyendo su salinidad y convirtiéndose en una laguna de agua dulce. En todo su perímetro abundan los carrizales. En cuanto a la fauna abundan peces, anfibios, reptiles y mamíferos. Pero el capítulo más destacado lo constituyen las aves que la utilizan como lugar de cría, así como las aves migratorias que ocupan la laguna en determinadas épocas de año. Con la información del centro, desde el cual es posible el avistamiento de aves, se recomienda acceder a uno de los observatorios situado al nivel de la laguna. Allí es posible apreciar de cerca tanto la vegetación como las aves en su entorno natural sin ser molestadas.

El resto de la mañana se puede dedicar a descubrir una cartuja emplazada en plena estepa monegrina. Desde Sariñena se toma la carretera que conduce a Lanaja. En la travesía hay que tomar un desvío en dirección a Pallaruelo de Monegros. Cuatro kilómetros después parte el desvío a la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes. Fue fundada a principios del siglo XVI por los condes de Sástago. Los monjes que vinieron a habitar la cartuja la abandonaron en 1563 debido a la aridez del clima y la mala calidad del agua. Se trasladaron a la ribera baja del Gállego fundando la Cartuja de Aula Dei. Durante el siglo siglo XVIII se erigió un nuevo monasterio, el cual estuvo habitado hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1835. La cartuja está delimitada por una muralla de tapial y ladrillo, cuyo acceso se realiza por la portería. El amplio recinto interior está ocupado por varios edificios, con la iglesia en la parte central. Su nave se cubre con bóveda de lunetos, y sobre el crucero se alza una cúpula sobre pechinas. Adosado se encuentra el claustro de capillas, las cuales servían para celebrar misas individuales por parte de los monjes. Los interiores del conjunto monástico fueron pintados al fresco por fray Manuel Bayeu, cuñado de Goya. Se conservan unas 250 composiciones, algunas de ellas en mal estado de conservación. Se distribuyen por la iglesia, capilla del sagrario y claustro de las capillas completando un conjunto pictórico de 2.000 metros cuadrados de superficie de gran valor artístico.

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Por la tarde se propone un paseo por la capital de los Monegros, Sariñena, cuya población supera los cuatro mil habitantes. La oficina de turismo está situada junto a la Casa de la Laguna, en la calle Gasset. Este caserón aragonés alberga en su interior una muestra etnológica reproduciendo estancias como el zaguán, un aposento y la cocina. Y en la parte alta cuenta con dos salas de exposición temporales. Desde aquí se puede acercar al centro de la población donde se encuentra la iglesia de San Salvador. Fue levantada en el siglo XVII, ejemplo de arquitectura neoclásica aragonesa. De la plaza, parte la calle del mercado mediante un trazado irregular. En ella se levantan edificios de diferente época, los cuales tienen como nexo de unión los porches situados en su parte baja.

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Comunidad de Teruel FINES DE SEMANA

Río Ebrón, un pequeño río de gran belleza

El río Ebrón en un pequeño afluente del río Turia en cuyos inicios recorre tierras turolenses. Entre las localidades de Tormón y El Cuervo ha creado espectaculares hoces y estrechos, poco antes de tomar dirección al Rincón de Ademuz. Un entorno natural de gran belleza que se completa con el paisaje de rodeno, marcado por las huellas prehistóricas en forma de pinturas rupestres.
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La ruta más directa para alcanzar la cuenca del río Ebrón parte de la ciudad de Teruel. Abandonando la autovía mudéjar por la salida situada más al norte se toma la carretera regional que conduce a San Blas. Catorce kilómetros después hay que coger una carretera local que se estrecha y asciende un pequeño puerto de montaña rodeado de un denso pinar. Una vez recorridos diecisiete kilómetros por esta carretera de montaña parte el desvío que conducirá a El Cuervo. Campos de almendros salpican un paisaje mucho más abierto. En descenso al valle del río Ebrón se atraviesa la pequeña aldea de Cuesta del Rato, perteneciente al Rincón de Ademuz. Poco después parte la carretera que conduce al pintoresco pueblo turolense.

Por la mañana se propone descubrir los Estrechos del Río Ebrón, uno de los recorridos fluviales más bonitos de Aragón. El camino tradicional entre las localidades de El Cuervo y Tormón ha sido recuperado como itinerario turístico. Bordeando la población se alcanza el merendero de Los Chorros. Desde este punto parte una pista asfaltada rodeada de huertas regadas mediante pequeños manantiales y por pequeñas acequias cuyas aguas son derivadas del río gracias a pequeños azudes. Cuando comienza el trazado de tierra se recomienda dejar el vehículo en un pequeño ensache.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

1 h 45 min (ida)

100 m

fácil

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La pista avanza en paralelo al río durante poco más de dos kilómetros de agradable camino que se recorre en media hora. Se alcanza entonces el merendero del Pozo de la Olla. A partir de aquí una senda se interna en el desfiladero. Unas escaleras talladas en la roca sirven de comienzo y poco más adelante comienzan los numerosos puentes que irán trasladando de una orilla a otra. El valle se va cerrando dejando sin espacio a las huertas y el río se acompaña de pequeñas praderas salpicadas de vegetación. Un cuarto de hora después se alcanza la zona más angosta y atractiva del recorrido. Unas pasarelas metálicas adosadas a la roca son necesarias para continuar. Las aguas cristalinas ocupan todo el espacio entre las paredes rocosas. El valle se abre poco después de un pequeño salto, tras atravesar un puente rodeado de juncales. Se alcanza el último puente y después de tres cuartos de hora la senda deja el río.

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Comienza un suave ascenso por una pradera salpicada de enebros. Media hora después se avista un estrecho donde se encuentra el puente natural de Fonseca. Un sendero en fuerte descenso alcanza el cauce desde donde se puede disfrutar en toda su magnitud de esta curiosidad natural. El río discurre entre dos paredes rocosas entre las cuales se han ido depositando los minerales disueltos por el agua, formado roca toba y uniendo en altura ambas márgenes. Diez minutos en total son necesarios para recorrer este desvío. Volviendo a la senda principal rápidamente se alcanza la parte alta del puente, la cual se puede atravesar sin problemas debido a su amplitud y solidez. En la otra margen, aguas arriba una senda permite divisar desde otro ángulo esta curiosa formación natural. En la caminata se habrán invertido en total una hora y tres cuartos de ida, con lo que habrá que preveer el tiempo de vuelta.

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Tras el recorrido senderista de la mañana se propone una tranquila tarde en la localidad de El Cuervo. Su casco urbano, que se adapta a la topografía del terreno, cuenta con dos plazoletas. En una de ellas se alza una gran olma de unos doscientos años de edad. A escasos metros está la plaza mayor, donde se sitúa el ayuntamiento. Frente a él un portalón sirve de acceso a la iglesia de la Asunción, fábrica de mampostería del siglo XVII. Su sólida torre de mampostería y cantería se remata con chapitel apuntado. Es recomendable ascender a la elevación donde estuvo situado el castillo de Lo Corbo, del que apenas quedan restos. Este lugar es un expléndido mirador del valle del Ebrón, así como del casco urbano.

Volviendo a la vega, junto a las instalaciones deportivas se alza un bar y un merendero. Allí se encuentran Los Chorros, donde mana el agua en forma de unas escorrenterías ofreciendo un bonito rincón. Si todavía quedan ganas y tiempo puede realizarse un sencillo paseo por los alrededores que recorre un sendero botánico. La abundante sombra acompaña el recorrido, jalonado por paneles informativos que ilustran la variedad de la vegetación de ribera que acompaña al río Ebrón. Una media hora de recorrido que sirven para deleitar y completar la visita a este bello entorno natural.

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Para el domingo se propone visitar la cabecera del río. Para ello es necesario desplazarse hasta la localidad de Tormón. Mientras se desciende hacia el valle se avista el casco urbano junto a la llamativa formación rocosa que lo acompaña. Del antiguo castillo que alojaba sólo resta parte de su torre. La carretera pasa por la parte baja, donde se encuentra la iglesia de la Natividad. Es una obra de mampostería datada en el año 1641. Su torre se compone se culmina con un cuerpo octogonal y chapitel de teja vidriada. Ascendiendo por las estrechas calles se toma dirección a la ermita de San Cristóbal, junto al cementerio. Un pequeño paseo que permite alcanzar un mirador con una preciosa vista de la localidad, con las casas bajo el castillo, y la vega del río Ebrón.

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A unos setecientos metros de la localidad tomando la carretera que conduce a Alobras, parte una senda señalizada que conduce al antiguo molino harinero. Los edificios que antaño sirvieron para la molienda y para producir electricidad a la localidad se encuentran en ruina. En la parte trasera el río Ebrón conforma un precioso rincón gracias a la cascada de Calicanto.

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La mañana puede completarse con la visita al conjunto de pinturas rupestres situadas en el Prado del Tormón. A cuatro kilómetros de distancia en dirección a Teruel parte la pista que conduce a un área recreativa junto a una caseta forestal. A su alrededor destaca el paisaje  de rodeno compuesto por piedras de arenisca y el pino rodeno, caracterizados por su color rojizo. Un paseo de un kilómetro de distancia total permite disfrutar del entorno natural con la escusa de visitar los abrigos de pinturas rupestres, integradas en el Parque Cultural de Albarracín. El conjunto está formado por pinturas realizadas en el Neolítico, con una antigüedad de 4.500 a 7.000 años. Se trata de cuatro puntos donde la mano del hombre dejó su huella y que están protegidos por cercas metálicas. Paneles de interpretación y dibujos facilitan su localización, aunque a veces es algo complicado. Los dos ramales del recorrido terminan en sendos miradores desde los cuales se puede completar la visita al espectacular paisaje de rodeno.

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Por la tarde, y ya de vuelta, se puede hacer un alto en las inmediaciones de Rubiales. Junto al cruce de acceso a la localidad está señalizado el acceso a la balsa del Pinar. Se trata de una pequeña laguna en forma de cubeta de carácter endorréico. Sus aportes son únicamente de lluvia con lo que sus dimensiones varían notablemente, pero cuando está llena puede alcanzar un diámetro de 250 metros. El verde la pradera salpicado de pinos de rodeno, enebros, sabinas y alguna carrasca forma un paisaje de gran belleza.

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FINES DE SEMANA Ribagorza

Montsec de L´Estall, la Ribagorza en estado puro

El Montsec de L´Estall es la parte aragonesa de la Sierra del Montsec, la cual atraviesa el río Noguera Ribagorzana creando un espectacular desfiladero. El cauce marca la frontera entre Aragón y Cataluña. En medio de estas tierras de abruptos paisajes sobresale uno de los núcleos medievales mejor conservados de Aragón, Montañana/Montanyana, pieza clave en la historia de la Ribagorza.
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Para acceder a la Ribagorza más oriental sólo es necesario dejarse llevar por la N-230, la carretera nacional que conduce al valle de Arán. Provenientes de Huesca o de Lérida, se confluye en Benabarre/Benavarri. Doce kilómetros después se alcanza la población de Viacamp. A los pies de la carretera se encuentra el Centro de Visitantes del Montsec de L´Estall. Un lugar ideal para poder descubrir los aspectos paisajísticos y artísticos de esta sierra pirenaica. Desde este lugar parte una carretera que asciende hasta el núcleo originario situado a los pies de la torre defensiva, seña de identidad de la localidad. Una vez se pasa junto a un peirón van apareciendo las casas dispersas por la ladera. Un poco más arriba se alcanza una zona ajardinada que antecede a la ermita de la Virgen de Obach. La fábrica de origen románica data del siglo XII, aunque transformada posteriormente. Un rampa final resta para alcanzar el montículo donde se asienta el castillo, que pudo ser construido por Ramiro I en el año 1060. Se ubica en una meseta que estuvo amurallada y de la que todavía apreciarse en algunos tramos. En su interior descansan los restos de la antigua iglesia de San Esteban y de una gran torre de planta circular cuya altura alcanza los veinte metros. Sus muros tienen casi tres metros de espesor. Al interior se divide cuatro plantas. Una estructura metálica con escaleras permite el acceso a la primera planta. En esta planta se conserva el retrete, con asiento de piedra perforada y desagüe exterior. La segunda planta era la destinada a los aposentos. La tercera planta estaba destinada a la defensa, y en ella se abren siete ventanas. Tenía también acceso a los cadalsos individuales, estructuras de madera salientes de los muros de la torre que servían para ejercitar mejor la defensa. Sus muros se rematan con almenas. En la actualidad constituye un espectacular mirador en todas las direcciones gracias a su privilegiada ubicación.

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Retomando la carretera, en suave descenso se alcanza el valle del Noguera Ribagorzana, donde se asienta Puente de Montañana/Pont de Montanyana. En la travesía la población ofrece al visitante un buen número de panaderías tradicionales y restaurantes. El casco urbano antiguo se encuentra al otro lado del río, al cual se accede a pie a través de un pintoresco puente colgante. Precisamente el origen de este emplazamiento se debe al puente de peaje situado en este punto. La actual pasarela fue construida por una compañía de zapadores de Tenerife en 1938 con el avance de las tropas nacionales en la guerra civil. Una vez atravesado un pasadizo antecede a una amplia plaza de traza triangular, bien urbanizada y rodeada de fachadas de edificios tradicionales. Un par de pasadizos más conducen a otra calle paralela a la plaza. En ella abundan los soportales y pasadizos que conforman rincones pintorescos. En la parte baja de la calle, casi oculta en la trama urbana, surge la iglesia de San Armengol. Su torre de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas despunta ligeramente por encima de los tejados de la localidad.

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Para la tarde se reserva la visita al enclave medieval de Montañana/Montanyana. Su acceso está situado a escasa distancia. Fue un lugar estratégico de defensa para la Ribagorza que aparece ya nombrado documentalmente a finales del siglo X. Tras un periodo en posesión del condado de Pallars, en el año 1190 el rey Alfonso II lo conquistó pasando a manos aragonesas. A pesar de contar con más de seiscientos habitantes hace un siglo, se quedó prácticamente despoblado. Esto favoreció la conservación de su fisonomía original a lo cual se ha añadido las labores de restauración del conjunto y la conservación de las viviendas por parte de sus propietarios. El resultado es uno de los cascos urbanos más preciosos de la provincia oscense.

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A la entrada de la localidad hay un aparcamiento, donde se encuentra la oficina de turismo. Es recomendable acompañar la visita de un guía para conocer la intensa historia de este lugar, así como para descubrir el interior de la iglesia parroquial. Una calle empedrada que desemboca en un arco sirve para trasladarse hasta la época medieval. Al otro lado aparece el barranco de San Juan, el cual se atraviesa por un puente del siglo XV con pretiles y pavimento de piedra. Un poco más adelante surge una pequeña plaza en la que se levanta el ayuntamiento del siglo XIX. El resto del casco urbano merece un paseo tranquilo para saborear sus rincones con pasadizos, arcos abovedados, y caminar sobre los cantos rodados de sus calles. Ascendiendo se alcanza el recinto murado perteneciente al castillo, al cual se accede por un arco apuntado. Un lienzo de muralla lo conecta con la torre de la Cárcel, que se levanta desafiante al borde del barrando de San Juan. Una sinuosa calle conduce a la parte alta donde están la iglesia y la abadía. De ésta última se conservan sólo los muros y el arco de acceso.

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A escasos metros se alza la iglesia de la Virgen de Baldós. Se trata de una obra románica de los siglos XII-XIII. La preciosa portada está formada por seis arquivoltas que se apoyan en una imposta con motivos vegetales. Bajo ella se alinean los capiteles decorados con representaciones bíblicas. Sobre el acceso está el tímpano, en cuyo centro está la figura de Cristo flanqueado por dos ángeles con las alas abiertas. La torre tiene planta rectangular y consta de varios cuerpos separados por impostas decoradas con arquillos ciegos. En su interior la iglesia se estructura mediante planta de cruz latina y cabecera semicircular. A los pies se levanta el coro elevado y bajo él destaca un conjunto de pinturas murales góticas.

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La visita se completa con la ermita de San Juan. Desde el puente medieval, un camino entre las antiguas huertas conduce a la ermita situada a unos minutos del casco urbano. Se trata de una fábrica románica de finales del siglo XII. La fachada principal se culmina con una gran espadaña de dos grandes vanos de medio punto, y uno de menor tamaño encima. Cuenta con portada compuesta de cuatro arquivoltas, que se apean en capiteles con decoración de seres fantásticos y humanos.

Para el domingo se propone adentrarse en el corazón de la sierra del Montsec y descubrir uno de los lugares más espectaculares de la Ribagorza: el Congosto de Montrebey/Congost de Mont-rebei. Su visita obliga a pasar a tierras catalanas desde la población del Puente de Montañana/Pont de Montanyana, pasando a la margen izquierda del río Noguera Ribagorza. Poco después se toma una pista asfaltada y siguiendo las indicaciones se alcanza la Reserva del Congost de Mont-rebei.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

1 h 30 min (ida)

50 m

Media

mapa_congostmont-rebei

Desde el aparcamiento acondicionado parte el sendero que inicialmente tiene dos trazados. Es recomendable recorrer el sendero inferior sin apenas desnivel si el embalse de Canelles no está lleno ya que recorre zona inundable. Ambos confluyen antes de llegar al puente colgante el cual permite atravesar el barranc de San Jaume, tras media hora de paseo.

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Al otro lado el sendero se interna en el desfiladero poco a poco y media hora después comienza el camino excavado en la roca que sirve para atravesar la zona más espectacular. Fue construido en 1982 por la empresa hidroeléctrica ENHER para reponer la comunicación entre las dos vertientes de la sierra, tras la inhabilitación de un camino inferior que anegaron las aguas del pantano. Durante media hora se recorre esta repisa artificial de unos dos metros de anchura máxima, perfectamente tallada en la roca. Está dotada de sirgas a modo de pasamanos y carece de protección alguna en dirección al cauce, con lo que hay que extremar las precauciones.

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En las zonas más expuestas se han colocado bancos de madera, que protegen de posibles accidentes, y además permiten el descanso y la contemplación del espectáculo natural. El camino discurre a mitad de altura del desfiladero de paredes verticales de más de trescientos metros de altura. Es recomendable llegar hasta el final del desfiladero para contemplarlo en su totalidad, tras hora y media de recorrido. A mitad del congosto se puede ascender a la Cova Colomera. A pesar de la gran pendiente, está acondicionado el camino con sirgas. En la parte alta se abre la cueva, con espectaculares vistas del congosto.

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Si todavía resta tiempo el domingo por la tarde una alternativa es realizar una segunda visita a Montañana/Montanyana. Se puede completar recorriendo antiguas veredas que ascienden por los barrancos que abrazan el casco urbano, como por ejemplo ascender al mirador de la Torre de las Eras. Es una manera de poder ver la población medieval desde otros puntos de vista. Estos recorridos también pueden realizarse con el guía turístico de la localidad. Y también volver a pasear por los rincones de esta población que parece anclada todavía en la Edad Media.

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FINES DE SEMANA Jacetania

Alta Zaragoza, una tierra mutilada por el embalse de Yesa

El norte de la provincia de Zaragoza fue tierra de disputa entre navarros y aragoneses, incorporándose al reino de Aragón en el año 1054. Entonces se fortificó Ruesta, y se fundó Salvatierra de Esca y Tiermas. Mientras los peregrinos seguían atravesando este territorio camino a Santiago. Hace medio siglo la construcción del embalse de Yesa mutiló esta zona, obligando a dejar abandonados tres preciosos pueblos ahora sumidos en el olvido.
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Se accede a la Alta Zaragoza desde Jaca por la Canal de Berdún. Este amplio valle surcado por el río Aragón toma el nombre de una población encaramada en un altozano. Tras entrar en la provincia zaragozana es necesario cruzar el río y ascender al promontorio donde se asienta Artieda. A la entrada se levanta el albergue, lugar de descanso para los peregrinos del Camino de Santiago que discurre a los pies de la localidad. Junto a él se levanta la iglesia de San Martín, obra originaria del siglo XII. Un pórtico abierto a la calle principal guarece la portada con decoración de casetones. La torre de planta cuadrada destaca por una construcción cilíndrica adosada en cuyo interior discurre una escalera de caracol. Tres calles conforman un conjunto armónico de gran belleza donde domina la piedra como elemento constructivo y decorativo. Entre los inmuebles destaca la casa de los Diezmos. Su magnífica portada cuenta con acceso de arco de medio punto, sobre el que se levanta un escudo flanqueado por pináculos. La visita se completa con una panorámica del valle del río Aragón desde un mirador situado en el extremo opuesto a la iglesia.

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Se vuelve a la carretera anterior y se avanza ocho kilómetros hasta descubrir la sugerente figura del castillo de Ruesta. Fue edificado por el rey navarro Sancho Garcés I entre los años 1016 y 1018, pasando a manos aragonesas en 1054. Junto a la fortaleza se fueron levantando viviendas, primero en la parte baja y más tarde cerca del castillo, configurando el núcleo actual en el siglo XVI. A pesar de su larga trayectoria como enclave militar y paso del Camino de Santiago, llegando incluso a los 750 vecinos en el año 1857, a mitad de la década de los sesenta quedó despoblado por la influencia devastadora de la construcción del embalse de Yesa. Fue cedido al sindicato CGT en el año 1988, habilitándose dos edificios para albergue mientras que el resto del núcleo sigue su avance imparable hacia la ruina.

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El casco urbano conserva el trazado medieval, con la iglesia y el castillo en los extremos. La iglesia de la Asunción es obra de tipología jesuítica construida en el siglo XVI. La torre de planta cuadrada se remata con un pequeño cuerpo octogonal de ladrillo. Junto a ella se levanta un gran caserón, palacio de los marqueses de Lacadena. Ante la iglesia parte la calle mayor, a cuyos lados se levantan las fachadas de los arruinados edificios, ahora cubierta por la maleza. Para acceder al castillo es necesario tomar una senda la cual arranca en las cercanías del bar, bordeando el núcleo, y que se incorpora a dicha calle. Su estado ruinoso hace necesario extremar las precauciones y asumir el riesgo de acceder a un conjunto en ruinas, pero merece la pena. Junto a las últimas viviendas se alza el imponente castillo. Resta la torre del Homenaje, que se eleva a 25 metros de altura y un torreón lateral unido por un lienzo de muralla bajo el cual ahora se puede acceder al antiguo recinto defensivo. Al otro lado apenas queda nada, pero se disfruta de amplias vistas del embalse de Yesa y la Sierra de Leyre.

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Se puede completar la visión de la localidad realizando un pequeño paseo de un cuarto de hora. Junto al albergue de peregrinos, parte el sendero que desciende en dirección al río Regal siguiendo el trazado del Camino de Santiago. Para superar el barranco se conserva un puente románico, con plataforma de madera. Poco después se atraviesan las instalaciones abandonadas de un camping. Un poco más arriba se encuentra la ermita de Santiago, con portada románica de tres arquivoltas. Entre los años 1030 y 1040 se construyó la capilla, cuya cabecera cuenta con arco triunfal que se apoya en capiteles decorados. El resto corresponde al año 1087, y tenía la función de albergue.
Para la tarde se propone la visita a dos pueblos deshabitados expropiados por la construcción del embalse del Yesa. Es necesario volver a la margen derecha del río Aragón, y tomar la carretera nacional en dirección a Pamplona. En cinco kilómetros se avista el pueblo de Escó a la derecha. Junto a la carretera hay una pequeña construcción donde se puede dejar el vehículo. Se debe ascender andando hasta las ruinas. En el año 1957 contaba con trescientos habitantes que se vieron obligados a marchar pocos años después. Una amplia calle recorre la parte baja, flanqueada por las fachadas de sus casas, único resto de lo que fueron. En la parte alta las calles se vuelven más estrechas y conducen a la iglesia de San Andrés, que cuenta con un excelente mirador de la cuenca del río Aragón. La portada se compone de arquivoltas de medio punto, y su torre es de planta cuadrada la cual se remata con techumbre plana.

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La carretera continúa su trazado encajado entre las aguas del embalse de Yesa y las laderas que se descuelgan de la Sierra de Leyre. Desde una rotonda de acceso a la autovía parte el nuevo acceso a la localidad de Tiermas, la más importante de la zona hasta hace unas décadas. El pueblo está emplazado sobre un gran promontorio elevado respecto a la carretera y al embalse de Yesa. Fue fundado en el año 1201 el actual asentamiento por Pedro II para facilitar la defensa en esta zona entre Navarra y Aragón. Con la construcción del embalse de Yesa en la década de los cincuenta llegó el abandono total de su enclave, y se truncó de esta manera tan triste la gloriosa historia de esta localidad.

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La vegetación invade ya buena parte de las calles en las cuales todavía se conservan las fachadas de sus casas. En la zona central se alza la iglesia de San Miguel, obra barroca de grandes dimensiones que data del siglo XVI. Se accede al templo a través de una portada gótica compuesta por cinco arquivoltas bajo un pórtico ya carente de cubierta. Junto a la puerta se levanta la torre de planta cuadrada que se remata con un curioso campanil de pequeñas dimensiones. Desde una pradera cercana, antaño la plaza del centro, se puede acceder al portal de las Brujas. Se trata de un torreón-puerta perteneciente al recinto amurallado, del cual todavía se conserva la cornisa de matacanes.

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Al día siguiente se propone conocer el tramo final del valle surcado por el río Esca. La primera localidad, Sigüés todavía conserva el edificio del antiguo hospital de Santa Ana, que acogía peregrinos provenientes de los valles del Roncal y del Aragón. En el centro de la localidad se levanta la iglesia de San Esteban. Una reja separa un espacio ajardinado, ante el cual se abre el atrio que cobija la preciosa portada románica. El casco urbano se organiza en torno a calles quebradas con espacios abiertos, en los cuales se muestra una arquitectura civil bien conservada. Al final de la travesía, aparece una bella casa que antaño fue torre del señorío. Su acceso cuenta con arco ligeramente apuntado, con el escudo de los Pomar, flanqueado por unas aspilleras de las que cuelgan unas cadenas.

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Una vez abandonada la población de Sigüés la carretera se introduce en la Foz de Sigüés, un desfiladero labrado por el río Esca entre las sierras de Leyre y Orba. A su término surge Salvatierra de Esca. En su parte alta varias calles aglutinan un buen número de edificios con portadas doveladas, escudos nobiliarios en sus claves y ventanas geminadas ofreciendo al visitante un conjunto muy pintoresco. En este entorno se abre una plaza con frontón que aloja a varios edificios, entre ellos el ayuntamiento. Junto a ella otra plaza, excelente mirador del valle, sirve de antesala a la iglesia de San Salvador. Fue construida a base de sillería, siendo una obra gótica del siglo XVI. La torre de planta cuadrada está reforzada con contrafuertes en las esquinas y tiene remate de almenas de ladrillo. El aspecto exterior le confiere un aire defensivo, como muestra de la difícil etapa inicial de su historia, frontera entre tierras aragonesas y navarras.

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Por la tarde se puede completar la visita a esta zona recorriendo el valle del río Gabarri para alcanzar la pequeña población de Lorbés, a cuyos pies termina la carretera. Se trata de la población situada más al norte de la provincia de Zaragoza. Un paseo por sus calles de trazado quebrado y ascendente, atravesando pasadizos y rincones con cierto encanto, trasladan a otros tiempos. Buena parte de las casas muestran una arquitectura civil rica. En la parte alta, se abre una plaza en la que se levanta la iglesia San Miguel.

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