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Andorra-Sierra de Arcos EXCURSIONES

Oliete, en el corazón del Parque Cultural del Río Martín

En el curso medio del río Martín se asienta Oliete. Su entramado urbano cuenta con tres portales, testigos del antiguo recinto amurallado. A intramuros las calles son estrechas y empinadas, herencia de su pasado morisco. En su término municipal cuenta con dos yacimientos íberos, un elemento distintivo del Parque Cultural del Río Martín. La visita se completa con la Sima de San Pedro, una de las cavidades más espectaculares de toda Europa.
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Hay dos itinerarios para alcanzar la localidad turolense desde Zaragoza. En ambos casos debe tomarse la carretera de Castellón. Una opción es desviarse por Belchite, pasando por Lécera hasta Albalate del Arzobispo. La otra es continuar por la carretera nacional hasta poco antes de llegar a Híjar y tomar dirección a la misma localidad. Desde Albalate sólo resta remontar el río Martín y se llega al destino tras recorrer unos 26 kilómetros. Oliete llegó a alcanzar los 2.500 habitantes a principios del siglo XIX, lo que justifica la amplitud de su casco urbano. Ahora lo habitan unos trescientos vecinos. Se asienta en la ladera de una colina orientada al río.

El punto de partida de la visita está situado en la travesía, donde se encuentran las antiguas escuelas, sede del Centro de Interpretación de la Cultura Íbera. En su interior se muestra mediante fotografías de gran tamaño y paneles didácticos los espectaculares restos arqueológicos hallados en el término municipal, los cuales se propone visitar por la tarde. Justo enfrente parte una calle peatonal en la que se señaliza el acceso al casco histórico. Al flanquear el antiguo recinto amurallado el visitante se encuentra el primero de los tres portales. Dos arcos cubren el paso, sobre los que se abre la capilla a intramuros dedicada a los santos Fabián y San Sebastián.

En este punto arranca la calle Mayor que vertebra la parte baja de la población. A ella se abren algunas casas con aleros barrocos y galerías neoclásicas. A mitad de calle se levanta el ayuntamiento, en una recoleta plaza. Su aspecto exterior es respetuoso con la arquitectura popular por sus balconadas y el alerón con el que se remata la fachada. Un poco más adelante, y tras un quiebro a la izquierda de la calle, se alcanza la plaza donde se ubica la iglesia parroquial. En ella se localiza también el edificio civil más importante de la villa. La Casa de la Donjuana, como se la conoce vulgarmente, luce una notable fachada del siglo XVI. La bella arquería renacentista se apoya sobre un friso de singular belleza. Destaca también la puerta principal flanqueada por columnas estriadas.

A escasos metros está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, terminada en 1692. Después se edificó la torre, ya en el siglo XVIII. De ladrillo en planta octogonal cuenta en las aristas con contrafuertes que enmarcan arcos de medio punto. En su interior dispone de tres espaciosas naves con cúpula sobre el crucero.

Bordeando la iglesia y tomando la calle Santa Bárbara, ésta conduce hasta el segundo de los portales, sobre el cual se alza la capilla homónima. Es de menores dimensiones, y al atravesarlo se disfruta de una buena vista de la vega. Volviendo a la plaza, se recomienda callejear en sentido ascendente para saborear el trazado urbano. Saliendo del pueblo por la calle Calvario, se puede alcanzar la Ermita del Santo Sepulcro. Desde este punto se disfruta de buenas vistas de la localidad. Un poco más arriba una capilla menor marca el final del Vía Crucis. Sólo resta volver a descender en dirección a la calle Baja. Allí se encuentra el tercero de los portales de la antigua muralla. Sobre el arco rebajado de ladrillo se abre a intramuros la Capilla de la Virgen del Pilar. A escasos metros está de nuevo la travesía de la carretera.


Junto al puente sobre el río Martín parte una carretera asfaltada que conduce al embalse de Cueva Foradada. En los dos kilómetros de recorrido se atraviesa un bello paisaje con abundante vegetación de ribera donde predominan los chopos y también pequeñas huertas. Al final hay que dejar el vehículo y continuar andando. El paseo es grato mientras se recorre una especie de parque, donde se encuentran antiguas construcciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Por fin aparece la presa y junto a la roca arrancan las escaleras que mediante doscientos setenta y dos peldaños transportan a la parte alta de la presa. Una vez arriba, una preciosa vista se abre al visitante. Aguas abajo el frondoso cauce del río rodeado de agrestes laderas. Aguas arriba el agua embalsada rodeada de riscos. En septiembre de 1903 el ayuntamiento cede las tierras que se utilizarían para su construcción donde estaba ubicada la cueva. En 1912 comenzaron las obras de la presa de 45 metros de altura a base de piedra tallada, entrando definitivamente en servicio en 1926.

Para la tarde se propone visitar otros lugares de interés situados en el término municipal. El primero de ellos es el yacimiento del poblado íbero del Palomar. Una vez cruzado el río Martín por el puente de la carretera, comienzan las indicaciones a mano derecha que conducen a los restos arqueológicos mediante un sencillo paseo de menos de un kilómetro. En esta atalaya hubo un asentamiento habitado entre los siglos III y I a.C. Tras las excavaciones se pueden observar claramente cuatro calles empedradas, a las cuales se abren 11 viviendas y varios almacenes, con zócalo de piedra, pudiendo ser algunas de ellas de dos plantas. Se han encontrado, además de restos cerámicos y utensilios agrícolas y ganaderos, enterramientos de 23 niños y 18 animales en el interior de las viviendas.

De nuevo se vuelve al pueblo de Oliete y se toma dirección a Albalate del Arzobispo. A unos cuatro kilómetros aparece señalizado el acceso a uno de los lugares más espectaculares de la geografía aragonesa, la Sima de San Pedro. El primer tramo de la pista discurre por un paisaje árido hasta alcanzar la fértil vega del río Martín. Después de atravesar el río a través de un pequeño puente se pasa por la finca de San Pedro. En este punto aparece señalizada la pista de la izquierda en dirección a la sima. Un cartel indicativo y una valla perimetral advierten de la presencia de esta cavidad que constituye un refugio de biodiversidad sin precedentes en Europa, así como por sus dimensiones. Su gran boca de 65 x 75 metros permite que la radiación solar ilumine toda la sima. Tiene forma de pozo troncocónico de 86 metros de altura, desde la plataforma hasta la lámina de agua que ocupa el fondo. El lago, que tiene una profundidad adicional de 22 metros, se alimenta de surgencias subterráneas procedentes del río Martín. Las paredes de la sima presentan abundantes grietas donde se refugian nutridas poblaciones de aves y murciélagos. La laguna está poblada por varias especies de anfibios y culebras. Todo el recinto se halla rodeado por una cuerda con pivotes y es posible bordearla más fácilmente por la derecha para acceder al lado opuesto. Allí se ubica la plataforma que fue instalada por una empresa francesa que desde el año 1880 tenía la explotación del guano de las aves, o palomino. A pesar de que es la única opción de poder observar el fondo de la sima está prohibido el acceso para evitar accidentes.

Desde la granja parte también la pista señalizada que conduce al Cabezo de San Pedro tras recorrer dos kilómetros. En esta posición elevada con magníficas vistas de valle del río Martín se emplazan los restos del poblado íbero de San Pedro de Oliete. Fue levantado en el siglo III a.C. siendo abandonado probablemente hacia el año 50 a.C. tras las guerras sertorianas que asolaron la Península Ibérica, haciendo desaparecer la mayor parte de los poblados ibéricos. La zona visible corresponde al recinto defensivo, de unos 5.000 m2. Sin embargo se estima que a su alrededor habría un poblado que ocupa una superficie tres veces mayor. De la fortaleza sobresale la muralla construida mediante piedras de gran tamaño, que dan lugar a una impresionante línea amurallada de 129 metros de longitud y cuatro de espesor. En su interior conserva tres torres. Una rectangular con las esquinas redondeadas, cuyos restos se elevan a más de trece metros de altura, siendo probablemente la más alta de esta época conservada en España. También otra torre circular de más de diez metros de diámetro, y junto a ella una rectangular construida con piedras de menor tamaño.

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Campo de Daroca FINES DE SEMANA Jiloca

Gallocanta y Daroca, naturaleza y arte por descubrir

A caballo entre las provincias de Zaragoza y Teruel está el valle del Jiloca, donde se emplaza la ciudad de Daroca, y la cuenca endorreica de la Laguna de Gallocanta. Dos lugares de gran interés; el primero por contar con un conjunto urbano de gran valor artístico, y el segundo por ser uno los humedales más importantes de Aragón, con la grulla como protagonista en el periodo invernal.
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Para la jornada del sábado se propone la visita a la Laguna de Gallocanta y su entorno, dejando para el domingo la visita a la monumental ciudad de Daroca. Para aproximarse al entorno de la laguna es necesario tomar la autovía mudéjar, que comunica Zaragoza con Teruel. Debe abandonarse tomando la salida de Daroca. Una vez bordeada la población en dirección a Teruel, parte el desvío que conduce a Molina de Aragón. En 17 kilómetros y tras remontar el pequeño puerto de Santed se alcanza el altiplano elevado a 900 metros de altitud donde se asienta la laguna más grande de España. Se toma dirección a la población de Gallocanta, y una vez atravesado el casco urbano, a las afueras aparece el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta. En la recepción hay una oficina de turismo comarcal donde solventar cualquier duda sobre la visita de la zona. En su interior cuenta con varios espacios, el primero de ellos dotado de unas vitrinas con aves disecadas con las cuales se puede conocer de una manera visual los habitantes de este humedal, así como reconocer el sonido de su canto. Otro espacio explica las características de la cuenca endorreica de la laguna y de los humedales cercanos. Y en la planta alta cuenta con un magnífico mirador de la laguna, desde donde poder observar las aves con prismáticos.

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El siguiente punto de la visita permite la primera aproximación a la laguna. Para ello es necesario volver hacia Gallocanta y atravesarla de nuevo. A las afueras de la población hay una chopera rodeada de antiguas huertas, atravesada por un camino que surge junto a las piscinas, a la izquierda.

Más adelante, tras atravesar un arroyo, en una bifurcación se toma el camino de la izquierda. Bordeando la laguna se encamina a la pequeña elevación donde se emplaza la Ermita de la Virgen del Buen Acuerdo. El edificio es el resultado de las reformas a lo largo de siete siglos, partiendo de la fábrica románica. Se conserva el ábside semicircular en la cabecera construido con grandes sillares de piedra. Sobre el presbiterio se alza una discreta torre de planta rectangular. A su alrededor se levantó en la última restauración un cercado con dos espacios abiertos pero cubiertos utilizados en las romerías.

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Para completar la visita de la mañana se propone la visita a Berrueco, situado a cuatro kilómetros de distancia de Gallocanta. En el centro de la localidad se emplaza la iglesia de la Asunción. Un edificio barroco del cual despunta la torre de planta cuadrada en su primer tramo y octogonal de ladrillo en el segundo. La población se originó a los pies de un importante castillo, lo que hizo que se conociese como Castelberrueco hasta 1646. Un pequeño paseo señalizado que parte junto al ayuntamiento, en la parte trasera de la iglesia, permite acceder a la antigua fortaleza. En la actualidad apenas quedan restos de dos torres encaramadas a la roca. Atravesando el recinto, unos metros abajo, hay acondicionado un mirador desde donde poder divisar la laguna por completo. Un lugar privilegiado desde donde se divisa la magnitud de la Laguna de Gallocanta. A pesar de que el nivel de las aguas es muy variable, en el momento de máxima ocupación alcanza una superficie de 14 km2, con siete kilómetros de largo.

Su profundidad es escasa a pesar de sus dimensiones y puede alcanzar tan sólo dos metros y medio, oscilando el medio metro en casi toda su superficie. Por ello se puede considerar como la laguna natural más grande de la Península Ibérica. Sin embargo sus estiajes son severos y puede llegar a secarse por completo. Las características de los materiales donde se asienta la convierten en un humedal de agua salada.

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Para la tarde se propone continuar bordeando el amplio perímetro de la laguna. A cinco kilómetros de la anterior población está Tornos, atravesada por la carretera. Se pasa por la plaza de España, en cuyo centro se levanta el peirón de San Antón. Éste destaca por su monumentalidad, compuesto por un pilar de sección cuadrada decorado con rombos. Se apoya en tres gradas y está coronado por cuatro hornacinas y chapitel bulboso. A escasos metros se encuentra la iglesia de San Salvador.

El edificio barroco terminado en el siglo XVIII se corona con una torre de planta cuadrada y remate ochavado en la parte alta. También es interesante acercarse a la ermita de Nuestra Señora de los Olmos. Poco antes de entrar en la población provenientes de Berrueco, junto a un rústico peirón parte una pista. Un poco más adelante otro peirón marca el desvío hacia la ermita. Se trata de una curiosa construcción que destaca por su altura. Sobresale su cimborrio octogonal, que se culmina con linterna y chapitel.

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Tras atravesar la población se alcanza otra carretera. Tomando dirección a la derecha se continúa con el recorrido. De nuevo cerca de la laguna aparece el otro centro de interpretación del espacio natural. Un pequeño edificio de dos plantas donde ampliar los conocimientos naturales del entorno. En su exterior cuenta además con un observatorio de la laguna. A unos tres kilómetros se encuentra la población de Bello. Adentrándose en su casco urbano se llega hasta una plaza irregular en torno a la iglesia de la Natividad. Es una construcción gótico-renacentista llevada a cabo en el siglo XVI. La torre, a diferencia de las anteriores, está construida a base de sillería. El último de sus cuatro cuerpos es octogonal y se remata con chapitel piramidal. Un poco más adelante se alza la plaza del ayuntamiento. El edificio del siglo XVII cuenta con tres plantas y se corona con un alero de madera. Y unos metros más adelante otra casa nobiliaria con portalada dovelada enmarcada por un alfiz.

Y el final del día lo pone el atardecer en la laguna de Gallocanta. La visita en el periodo invernal tiene como atractivo poder disfrutar de un gran espectáculo natural. En ese instante el sol desaparece por el horizonte y según los días el cielo se tiñe de colores rojizos. Ese es el momento elegido por miles de grullas para volver a la laguna a pernoctar. Entre los meses de octubre a marzo se repite día a día este espectáculo, en el cual cientos de bandos de ruidosas grullas van acercándose a la lámina de agua, la cual les proporciona un lugar seguro para pasar la noche. Hay dos lugares idóneos para contemplar este fenómeno natural. En la primera parte del invierno es la ermita de la Virgen del Acuerdo, y en la segunda parte el centro de interpretación situado entre Bello y Tornos. Es recomendable asesorarse en los puntos de información para no perderse el gran atractivo de la laguna de Gallocanta.

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Para el domingo se propone la visita a la ciudad de Daroca, situada a unos veinte kilómetros de Gallocanta. Se trata de una de las ciudades más monumentales de Aragón, resultado de doce siglos aglutinando un conjunto de edificios civiles, religiosos y defensivos en armonía con la belleza natural de su emplazamiento. Fue fundada a finales del siglo VIII por los musulmanes dándole el nombre de Daruqa. Alfonso I el Batallador la reconquistó en 1120, convirtiéndose entonces en la plaza fuerte más importante al sur del reino de Aragón. Los habitantes de la ciudad y su entorno disfrutaron de un fuero que les concedía una libertad inimaginable en la Europa feudal de aquella época.

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El punto de partida de la visita es la Puerta Alta, acceso al casco antiguo proveniente de Zaragoza. Fue levantada en el siglo XVI tras el derribo de la anterior por una de las muchas riadas que afectaron a Daroca, asentada en la rambla Fondonera que coincide con el recorrido de la calle Mayor. Desde este punto parte la ruta que recorre parte del perímetro de la muralla, de unos cuatro kilómetros.

Este trayecto tiene una duración de hora y media y se recomienda calzado cómodo ya que transcurre por los montes que cercan la población. El recinto defensivo fue construido por los musulmanes, y reformado después por los cristianos para defenderse primero de ellos y después de los castellanos. A extramuros comienza el recorrido que pasa al lado de la Torre de los Huevos, de planta pentagonal. Junto a la Torre de la Sisa, se adentra en el interior de la ciudad amurallada. Tras un pequeño ascenso se llega al Castillo Mayor. Conserva torreones en mal estado y la Torre del Homenaje. Un poco más arriba, un desvío conduce hasta unas escaleras que descienden hasta la ermita de Nazaret, que tiene la sencilla portada en un muro rocoso en cuyo interior se abre la capilla.  A partir de este punto el lienzo de la muralla se conserva en mejor estado, construida con tapial recubierto de mampostería y argamasa. Tras pasar junto al Torreón del Jaque, comienza el ascenso hasta el punto más alto de la muralla, donde se ubica el Castillo de San Cristóbal.

Está formado por un pequeño recinto amurallado con un gran torreón de mampostería que data del siglo XIV. A la derecha de las antenas de telefonía arranca el descenso vertiginoso atravesando un denso pinar. Más abajo se pasa junto a la Torre del Águila, de la cual resta sólo uno de los muros. Cercana a ésta aparece la Torre de San Valero, de planta circular. Llaman la atención tres curiosas aspilleras para la defensa. El sendero desciende con buenas vistas de la población, como durante todo el recorrido. Finalmente alcanza una calle que atraviesa el portillo del Arrabal, pequeña puerta de arco de medio punto.

En su entorno la muralla ha sido reconstruida en ladrillo con franjas escalonadas de esquinillas, coronada con almenas. Sólo resta llegar a la calle Mayor, a los pies de la imponente Puerta Baja. En 1451 se levantaron las dos torres a ambos lados del acceso. Son de planta cuadrangular en sillería y se remataron con merlones escalonados. Entre ellos se abre un arco rebajado sobre el cual se dispone el escudo de Carlos V.

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A escasa distancia de la puerta, fuera del recinto amurallado, está la Fuente de los Veinte Caños que fue construida en el año 1639. Se trata de una fuente monumental cuyo frontal se divide en pilastras decoradas con el escudo de la ciudad en la parte central. El recorrido turístico se adentra en la ciudad por la calle Mayor. En él no faltan edificios señoriales de empaque que manifiestan la importancia de sus habitantes durante la historia, que se alternan con otros que conservan el aspecto medieval de antaño. A mitad de calle se encuentra la oficina de turismo, en la cual completar la información sobre el recorrido por la ciudad así como de los edificios visitables. Un poco más adelante se accede a la plaza de España, un gran espacio que acoge a la Colegiata de Santa María y al Almudí. Este edificio es también conocido como Casa de los Soportales, por el porche con pilares de piedra y zapatas de madera de su parte inferior.

La Colegiata de Santa María tiene sus orígenes en la obra románica de finales del siglo XII construida sobre la antigua mezquita mayor musulmana. De esta época se conserva en la actualidad el ábside semicircular, ocupado por la capilla de los Corporales. La leyenda del milagro de los Corporales se remonta al tiempo de la reconquista de Valencia. En 1239 las tropas cristianas antes de la toma del castillo de Chía celebraron misa. Sin embargo un ataque inesperado hizo interrumpir el acto litúrgico. Después de sofocarlo las seis hostias preparadas para la comunión aparecieron ensangrentadas. La propiedad de aquella prueba del milagro fue disputada y finalmente se dejó que una mula decidiese en su marcha la elección del destino, siendo Daroca hasta donde llegó. Desde entonces generó muchísima devoción y cuenta con una capilla propia donde se guardan las reliquias. Cuenta con un retablo de decoración gótico-flamígera de gran belleza. En siglo XV se erige la actual torre tras cubrir la anterior de ladrillo proveniente del alminar de la mezquita.

Está formada por dos cuerpos de sillería que se rematan con almenas y merlones. En esta época también se termina la Puerta del Perdón. Se trata de una portada gótica compuesta por arcos ligeramente apuntados. Sobre el acceso, el tímpano que representa la escena del Juicio Final. A finales del siglo XVI se lleva a cabo la reforma más importante, en la cual se reestructura todo el interior de la colegiata. Se construyen tres naves de igual altura cubiertas con bóvedas estrelladas. Ante el altar se levanta un gran baldaquino inspirado en el de San Pedro del Vaticano. Formado por cuatro las columnas salomónicas de mármol negro que sostienen el baldaquino de madera policromada. El interior se completa con un grupo escultórico de la Asunción tallado en madera blanca. Y finalmente en 1603 se contrata la portada principal, de la cual destaca el cuerpo superior con un gran relieve de los Corporales.

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La visita continua bordeando la colegiata y ascendiendo por la calle Grajera. A escasa distancia se encuentra la Casa del Diablo, que data del siglo XV. En su fachada muestra una ventana ajimezada decorada con dos arcos conopiales. Volviendo sobre nuestros pasos se toma la calle que conduce a la Iglesia de San Juan. Se inició en el siglo XII pero las obras fueron interrumpidas lo cual queda de manifiesto en el exterior de su ábside semicircular. La continuación se llevó a cabo durante el siglo XIII en ladrillo simulando las columnas románicas, con un curioso arco polilobulado en el centro.

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Callejeando se alcanza la iglesia de San Miguel, situada en la parte más alta de la ciudad. Sus orígenes datan de finales del siglo XII. A la primera época pertenecen el ábside y la portada. El ábside semicircular se decora con triples columnas rematadas por capiteles con decoración vegetal. Sobre ellos discurre un friso de arquillos ciegos. La portada está formada por cinco arquivoltas decoradas algunas de ellas con ajedrezado y dientes de sierra. Ya en descenso se pasa junto a la iglesia de Santo Domingo.  Su obra original se remonta al siglo XII. El ábside semicircular es testigo de las diferentes etapas constructivas, pasando a planta poligonal en la parte alta. También la torre muestra su parte inferior en sillería y el resto en ladrillo. Un incendio en el siglo XVIII hizo reconstruir la iglesia decorándola al estilo barroco. Frente al ábside se conserva el Hospital de Santo Domingo. Fue construido entre los siglos XV y XVI. En la parte baja aparecen cegados los arcos pertenecientes a la antigua lonja. El segundo piso muestra dos ventanas ajimezadas. La visita termina de nuevo en la calle Mayor.

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Comunidad de Teruel EXCURSIONES Sierra de Albarracín

Acueducto Romano, transportando el agua desde Albarracín a Cella

El Acueducto Romano de Albarracín a Cella constituye la obra de ingeniería hidráulica romana más importante de la Península Ibérica. Además puede ser considerado el primer trasvase de agua, trasladando agua del río Guadalaviar al río Jiloca, es decir de las cuencas del Júcar al Ebro. Sin embargo la Fuente de Cella es mucho más conocida. Su profundidad y su caudal la convierten en el pozo artesiano más importante de Europa.
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La autovía mudéjar sirve de aproximación al valle del río Guadalaviar donde se encuentra el punto de partida de la excursión. Tomando la salida que conduce a Cella,  es necesario bordear la población en dirección a Albarracín. Una vez alcanzada la localidad de Gea de Albarracín, junto al acceso al casco urbano se encuentra el Centro de Interpretación del Acueducto Romano. Se trata de un moderno edificio en cuyo interior se muestra la importancia del agua en la sociedad civil romana. En la sala principal se exponen algunas reproducciones de los restos arqueológicos encontrados. Un par de salas más sirven para la proyección de un pequeño documental, y para la explicación de la obra del acueducto.

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La construcción se llevó a cabo en el siglo I d.C. Fue necesario el trabajo previo de los topógrafos para marcar su trazado y diseñar su recorrido aprovechando en la medida de lo posible las curvas de nivel del terreno. Tiene una longitud de casi 25 kilómetros, tomando las aguas del río Guadalaviar en un azud cercano a Albarracín. Después se dirige a Cella, donde existió una población romana a la cual abastecía de suministro de agua. En su construcción se excavaron 9 kilómetros de galerías, dotadas de casi un centenar de pozos. Su ligera pendiente permitía el suave discurrir del caudal, cercano a los 300 litros por segundo.

A lo largo de su recorrido están acondicionados para la visita siete puntos, dotados de aparcamientos y de paneles informativos. Tres de ellos, los que cuentan con los restos más espectaculares, se encuentran en torno a la población de Gea de Albarracín. Frente al centro de interpretación, al otro lado de la carretera, parte una pista de un kilómetro que sirve de aproximación a la Cañada de Monterde. A escasos metros del aparcamiento discurre el acueducto. A la izquierda aparece un corto tramo cubierto al que le sucede el canal en abierto. Y a la derecha comienza un tramo subterráneo de una longitud de unos 200 metros de longitud, en el cual aparecen dos pozos de ventilación de escasa altura. Se trata del túnel habilitado más largo del acueducto romano.

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Para continuar con la visita es necesario retomar la carretera y cruzar la localidad de Gea de Albarracín. Junto al último edificio, a la derecha parte una pista de medio kilómetro que conduce a un aparcamiento. Un sendero discurre por el fondo del Barranco de los Burros, flanqueado por paredes agrestes. Tras atravesar una pequeña presa se alcanza el fondo del barranco y se asciende hasta la cota por donde discurre el acueducto. Existen dos ramales, uno en cada dirección. En ambos se puede recorrer un tramo de galería cuyo interior es iluminado por las ventanas abiertas en su trazado, desde donde hay buenas vistas del barranco. Se trata de uno de los tramos más atractivos del acueducto romano.

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Para alcanzar el tercer punto de interés es necesario volver a la carretera y tomar dirección a Albarracín. En menos de un kilómetro aparece un desvío señalizado, por cuya pista se accede al lugar de estacionamiento. Un sendero asciende por una ladera hasta alcanzar la galería excavada cuyo tramo es conocido como Azud de Gea de Albarracín. En la roca se abren numerosas ventanas. Éstas sirvieron tanto para la excavación, como para el posterior registro favoreciendo el mantenimiento de la obra. Desde este punto las vistas del valle del Guadalaviar son un atractivo más a la visita.

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En el caso de disponer de más tiempo también es recomendable visitar la Galería del Túnel, a cuyo tramo se accede desde un aparcamiento situado a poco más seis kilómetros en dirección a Albarracín. Allí se pueden ver 250 metros de canal a cielo abierto tallado en la roca y un túnel de unos 30 metros.

Para la tarde se propone la visita de las poblaciones más cercanas a los restos de la obra romana. En primer lugar Gea de Albarracín. Su casco urbano de disposición alargada se articula en torno a una calle principal. En su primer tramo se pasa junto a la ermita de San Roque, que luce el característico porche apoyado sobre columnas en la parte delantera. Un poco más adelante se alcanza el Portal de Teruel, resto del pasado amurallado de la población. Está compuesto de un arco de medio punto en piedra de rodeno. Su entorno ofrece uno de los rincones más pintorescos. La calle mayor avanza, ahora con trazado más quebrado y estrecho, donde las viviendas ofrecen un aspecto más tradicional destacando sus voladizos. Pero también sobresalen buenos ejemplos de la arquitectura civil como la Casa de los Condes de Fuentes, con acceso adintelado, balcones y escudo nobiliario, o la Casa de los Liceres, con vanos rectangulares algunos de ellos con ejemplos notables en forja. Se atraviesa la plaza del ayuntamiento, y la calle mayor pasa junto a la iglesia de San Bernardo. El edificio barroco del siglo XVII muestra una modesta imagen exterior. La arquitectura tradicional acompaña al visitante hasta alcanzar un sencillo arco que marca el final del casco antiguo de la población.  

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El final de la excursión lo marca la población de Cella, situada en la cabecera del valle del Jiloca. Tras rodear el casco urbano por la circunvalación se llega a la avenida de la Fuente, eje principal de la localidad. La primera parada tiene lugar junto a la parte trasera de la iglesia de la Inmaculada. Se trata de un gran edificio llevado a cabo en varias etapas que arrancan en el siglo XIV. La torre, que data de 1609, se culmina con un cuerpo octogonal rematado con cupulín. Un espacio delimitado por un recinto murado embellece el acceso a su interior, a través de un arco rebajado de cuatro arquivoltas cubierto por un pórtico. Desde este lugar una calle ascendente deja a los pies de una escalinata. Arriba se abre la plaza presidida por el ayuntamiento, un edificio de finales del siglo XVI. En su parte baja cuenta con una lonja de cuatro arcos de medio punto. Sobre ella la primera planta con huecos adintelados y en la parte alta ventanas dobles semicirculares, con un pequeño cuerpo central para albergar el reloj.

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Volviendo al punto inicial, se continúa por la avenida hasta alcanzar la Fuente de Cella, el baluarte más conocido de la población. Debido a su profundidad, nueve metros y medio, y a su caudal, unos 2000 l/seg, la convierten en el mayor pozo artesiano de Europa. Su descubrimiento y utilización se remonta con probabilidad a la época musulmana. Sin embargo, históricamente se dice que el pozo fue perforado por los caballeros templarios. En el año 1686 el concejo de Cella acondicionó la fuente ampliando las galerías de las surgencias. Entre 1729 y 1732 se llevaron a cabo obras a cargo de Domingo Ferrari. En esta fecha se construyó alrededor del pozo artesiano un pretil de piedra de sillería de planta elíptica. Justo encima del punto donde parte la acequia se construyó una sencilla y elegante capilla. Además el joven ingeniero italiano reestructuró los cauces que parten de la fuente y que son empleados para el riego en los pueblos cercanos. Esta acequia es conocida en la actualidad como río Cella, considerada por algunos como el primer tramo del río Jiloca. Para otros su nacimiento está en los Ojos de Monreal, situados 35 kilómetros más abajo. En las últimas décadas, debido a la proliferación de pozos para regadío la fuente de Cella ha disminuido drásticamente su caudal. Ello permitió verla completamente seca en 1995, cosa que había ocurrido en contadas ocasiones a lo largo de su historia. El pozo en su parte final cuenta con una escalera de 18 peldaños, y más abajo un muro de más de dos metros de altura. En el fondo hay dos galerías, una de ellas de dos metros de altura y otra de unos 60 centímetros.

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FINES DE SEMANA Monegros

Sariñena y Sigena, mezcla de vergel y estepa

La comarca de los Monegros guarda tesoros como el Monasterio de Sigena, muy diezmado y maltratado por la historia. Pero también otros con un futuro prometedor como la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes, cuyas obras de restauración ya han comenzado. La aridez de estas tierras tiene el contrapunto de las riberas del río Alcanadre y la laguna de Sariñena, un humedal de gran importancia para las aves.
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.La ruta que se adentra en los Monegros parte de la capital zaragozana atravesando Villamayor de Gállego. Poco a poco comienza el ascenso para flanquear la Sierra de Alcubierre. Al otro lado se mezcla la estepa original con los campos de regadío, gracias al agua que porta el canal de los Monegros desde hace sólo unas décadas. Después de atravesar Sariñena por estrechas calles se toma dirección a Fraga. Una vez superada la ribera del río Alcanadre, surge el desvío en dirección a Castelflorite. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Miguel. Aunque la obra actual es del siglo XVII, quedan los restos de la fábrica inicial románica del siglo XII, como así lo atestigua su ábside semicircular. Desde la plaza se puede ascender de manera cómoda gracias a un sendero acondicionado hasta una pequeña elevación de piedra de arenisca, que conserva escasos restos de un castillo. Desde su parte alta se divisa todo el pueblo, rodeado por amplias llanuras. En este paisaje monegrino emerge de la llanura el saso de Santa Cruz. Se trata de una gran formación elevada unos cien metros y rodeada de escarpes. 

Una carretera en dirección a Sena conduce de nuevo a la vega del río Alcanadre. En medio de la huerta está el Monasterio de Sigena. El origen del topónimo procede de una finca romana llamada Sexiena. En 1183 la reina Sancha, mujer de Alfonso II de Aragón, decide crear un monasterio donde poder recluir las hijas de la nobleza. Se creó un monasterio dúplice, en el cual había dos organizaciones religiosas, una masculina y otra femenina. Tras muchos siglos de vida religiosa y prosperidad económica gracias a las donaciones y privilegios con los que fue dotado el monasterio, llegó la época de destrucción del cenobio. El paso de las guerras, varios incendios, la desamortización de Mendizábal y la venta irregular de obras de arte han hecho perder la mayor parte de la riqueza artística del monasterio. En la actualidad está ocupado por las monjas de la Orden de Nuestra Señora de Belén. Una vez atravesada la portería, la visita comienza ante la majestuosa portada, que sirve de acceso a la iglesia. Se compone de catorce arquivoltas de medio punto. Éstas se apoyan en columnas de fuste cilíndrico y capiteles lisos.

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La iglesia fue levantada en planta rectangular, y su cabecera estaba compuesta de tres ábsides semicirculares de los que restan dos. La nave se cubre con bóveda de medio cañón. En uno de los brazos laterales está el panteón real. Alberga cuatro arcasolios enmarcados por un arco de medio punto moldurado. En los sarcófagos se depositaron los restos de la fundadora, Doña Sancha, y de su hija Doña Dulce. También se enterró a su hijo primogénito, el rey Pedro II el Católico que falleció en la batalla de Muret en 1213. Fueron profanados durante la guerra de la Independencia y se destruyeron las pinturas con las que estuvieron decorados. A los pies de la iglesia se accede al refectorio. Se trata de una gran sala cubierta con arcadas góticas, antaño usada como comedor y ahora reconvertida en capilla. Adosado a la iglesia se encuentra el claustro de planta cuadrada. Sólo se conserva en pie parte del mismo y desde él se accede a la sala capitular. Ésta fue la estancia que tuvo mayor riqueza artística del monasterio. Tanto los cinco arcos que sostienen la techumbre como las paredes se encontraban cubiertas por pinturas, cuyos restos maltratados por la humedad y los avatares históricos se encuentran en Barcelona. Se trata de una obra capital de la Edad Media realizada en la primera mitad del siglo XIII.

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Por la tarde se propone la visita a la población de Villanueva de Sigena, a unos dos kilómetros del monasterio. En el centro se abre una gran plaza donde se encuentra la iglesia de Santo Domingo y el Salvador. De la obra gótica destacan la portada se compone de arquivoltas apuntadas y la torre que se remata con chapitel apuntado. En los jardines destaca la escultura de Miguel Servet, ilustre vecino que nació en esta población.

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Su casa natal ha sido acondicionada como el Centro de Interpretación de Miguel Servet. Una vez atravesado el portal aparece un zaguán, con suelo de cantos rodados y dos aljibes. En la bodega se muestra un vídeo sobre el insigne aragonés. La planta noble habla de su vida mediante paneles explicativos, y se reproduce una farmacia y un laboratorio de alquimia. El granero se utiliza como sala de exposiciones. Este médico, filósofo y teólogo aragonés descubrió el sistema de circulación menor de la sangre en el ser humano. Nació en la localidad en 1511 y adolescente marcha a Toulouse donde entra en contacto con las doctrinas de la Reforma. En 1529 viaja a Italia donde recibe la aportación de la corriente humanista. Sus primeras obras las publica a partir de 1531, “De Trinitatis Erroribus” y “Dialogorum Trinitate”, en las que niega la concepción sobre el dogma de la Trinidad. Entonces comienza el desprecio por parte de católicos y protestantes. Continúa su andadura europea, y estudia medicina en París. En su principal obra, “Christianismi Restitutio”, reafirma el rechazo al dogma de la Trinidad, y describe por primera vez la circulación menor de la sangre. Por esto último recibe el reconocimiento universal, pero sin embargo comienza la carrera de Calvino por su polémica doctrinal. Finalmente es quemado en la hoguera en agosto de 1553 en Ginebra, acusado de herejía, por negar el dogma de la Trinidad.

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Si sobra tiempo el sábado por la tarde una buena opción es ver el atardecer en la laguna de Sariñena, y para ello sólo es necesario acercarse en vehículo hasta el centro de interpretación situado a escasa distancia de Sariñena, en la carretera que toma dirección a Zaragoza. Desde esta posición elevada, con la laguna a los pies, se puede disfrutar de una combinación de colores que se ven reflejados en la lámina de agua.

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El domingo por la mañana se propone visitar la Laguna de Sariñena. El pequeño centro de interpretación sirve para descubrir los valores naturales de este espacio natural. Hasta hace unas décadas se trataba de una pequeña balsa de agua salada. En los últimos años recibe las aguas sobrantes procedentes del riego, lo cual ha provocado el aumento de su superficie de manera considerable. Ahora ocupa 200 hectáreas y es la segunda laguna más importante de Aragón después de Gallocanta. También la calidad del agua ha variado, disminuyendo su salinidad y convirtiéndose en una laguna de agua dulce. En todo su perímetro abundan los carrizales. En cuanto a la fauna abundan peces, anfibios, reptiles y mamíferos. Pero el capítulo más destacado lo constituyen las aves que la utilizan como lugar de cría, así como las aves migratorias que ocupan la laguna en determinadas épocas de año. Con la información del centro, desde el cual es posible el avistamiento de aves, se recomienda acceder a uno de los observatorios situado al nivel de la laguna. Allí es posible apreciar de cerca tanto la vegetación como las aves en su entorno natural sin ser molestadas.

El resto de la mañana se puede dedicar a descubrir una cartuja emplazada en plena estepa monegrina. Desde Sariñena se toma la carretera que conduce a Lanaja. En la travesía hay que tomar un desvío en dirección a Pallaruelo de Monegros. Cuatro kilómetros después parte el desvío a la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes. Fue fundada a principios del siglo XVI por los condes de Sástago. Los monjes que vinieron a habitar la cartuja la abandonaron en 1563 debido a la aridez del clima y la mala calidad del agua. Se trasladaron a la ribera baja del Gállego fundando la Cartuja de Aula Dei. Durante el siglo siglo XVIII se erigió un nuevo monasterio, el cual estuvo habitado hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1835. La cartuja está delimitada por una muralla de tapial y ladrillo, cuyo acceso se realiza por la portería. El amplio recinto interior está ocupado por varios edificios, con la iglesia en la parte central. Su nave se cubre con bóveda de lunetos, y sobre el crucero se alza una cúpula sobre pechinas. Adosado se encuentra el claustro de capillas, las cuales servían para celebrar misas individuales por parte de los monjes. Los interiores del conjunto monástico fueron pintados al fresco por fray Manuel Bayeu, cuñado de Goya. Se conservan unas 250 composiciones, algunas de ellas en mal estado de conservación. Se distribuyen por la iglesia, capilla del sagrario y claustro de las capillas completando un conjunto pictórico de 2.000 metros cuadrados de superficie de gran valor artístico.

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Por la tarde se propone un paseo por la capital de los Monegros, Sariñena, cuya población supera los cuatro mil habitantes. La oficina de turismo está situada junto a la Casa de la Laguna, en la calle Gasset. Este caserón aragonés alberga en su interior una muestra etnológica reproduciendo estancias como el zaguán, un aposento y la cocina. Y en la parte alta cuenta con dos salas de exposición temporales. Desde aquí se puede acercar al centro de la población donde se encuentra la iglesia de San Salvador. Fue levantada en el siglo XVII, ejemplo de arquitectura neoclásica aragonesa. De la plaza, parte la calle del mercado mediante un trazado irregular. En ella se levantan edificios de diferente época, los cuales tienen como nexo de unión los porches situados en su parte baja.

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EXCURSIONES Monegros

Sierra de Alcubierre, la cima de los Monegros

La Sierra de Alcubierre, situada al sur de la comarca de los Monegros, se eleva sobre un terreno estepario, dominado por la escasa vegetación sólo truncada por los pinares y las sabinas aisladas. A caballo entre las provincias de Zaragoza y Huesca, también fue la línea divisoria entre los frentes nacional y republicano durante la guerra civil dando lugar a uno de los episodios más largos y dramáticos de la contienda, el Frente de Aragón.
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A los Monegros se accede desde la ciudad de Zaragoza por la carretera de Sariñena. Tras superar Villamayor de Gállego, se dejan atrás los campos de regadío y surgen las tierras esteparias que acompañarán en todo momento el recorrido. Campos de cereal se alteran con montes escasos de vegetación. Los pinos comienzan a aparecer al ascender el puerto de Alcubierre, que marca la divisoria entre las provincias de Zaragoza y Huesca. Éste fue el escenario durante la guerra civil del Frente de Aragón. Durante quince meses en el mismo lugar se enfrentaron las tropas nacionales y las republicanas, entre octubre de 1936 y marzo de 1938. Tras rebasar el puerto, en el kilómetro 33,5 aparece el letrero que indica la Ruta de las Tres Huegas, donde se encuentran los restos de las posiciones franquistas. Su nombre hace referencia a la separación de los términos de Robres, Alcubierre y Leciñena. En un cruce cercano se toma el ramal izquierdo. Poco después un panel de interpretación describe los elementos que se han recuperado. A escasos metros se accede a una trinchera que cuenta con un abrigo cubierto el cual servía de puesto de mando. Volviendo al cartel se puede acceder andando al resto de lugares de interés. A la derecha de la pista aparecen pequeñas cuevas utilizadas como refugio, y a la izquierda un pozo de abastecimiento de agua y un abrigo de descanso para el pelotón. En su interior cuenta con literas de madera. También se puede ascender, desde un pequeño monolito, a dos posiciones elevadas desde donde se puede apreciar la zona defendida por este frente. Volviendo al cruce anterior con el coche, por una pista en buen estado se llega hasta la posición de San Simón. Este lugar es recordado por la avanzadilla republicana que produjo casi un centenar de víctimas, y que fue recuperada rápidamente las tropas nacionales. En la cota más alta se levantó un monumento a los caídos. Desde este lugar las vistas del paisaje son muy amplias.

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Volviendo a la carretera comarcal, y avanzando en dirección a Sariñena, a un kilómetro de distancia surge el próximo desvío señalizado. Una pista con buen firme conduce hasta la Ruta Orwell. La posición republicana fue establecida en el monte Irazo. Aquí estuvo durante varias semanas el escritor británico George Orwell alistado en las milicias del Partido Obrero de Unificación Marxista. El aparcamiento se encuentra contiguo a la zona rehabilitada. Un itinerario circular recorre una trinchera construida con muros de piedra y madera. Al exterior la defensa perimetral está dotada de alambradas. Cuenta con dos pequeños abrigos y un observatorio cubierto para la vigilancia y defensa desde donde se divisan las posiciones franquistas. También tiene varios pozos de tirador protegidos con sacos de tierra. En la parte trasera una caseta más amplia servía de vivac a la tropa. La visita culmina en la parte alta del monte, un mirador desde donde se divisa toda la zona a defender.

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Para complementar la visita a los vestigios recuperados y conocer más sobre uno de los capítulos más tristes de la historia reciente es necesario visitar el Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Aragón. A siete kilómetros de Alcubierre se encuentra la población de Robres. En el centro de la localidad, y ubicado en las antiguas escuelas, se emplaza este completo museo que además es la sede de un centro de trabajo para el estudio y documentación del periodo de la República, Guerra Civil y Franquismo. Un audiovisual sirve de introducción y a lo largo de varias salas en tres plantas se ofrece un amplio material documental que describe las diferentes etapas de este periodo histórico y los personajes que en ella intervinieron.

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Después de la comida se propone subir al punto más elevado de la Sierra de Alcubierre. Desde la localidad que da nombre a la sierra parte una pista en buen estado que asciende hasta San Caprasio, el techo de los Monegros. En pleno casco urbano, se toma la calle que parte justo enfrente del arranque de la carretera que conduce a Robres. Enseguida nace un camino que a tres kilómetros y medio pasa junto a las balsas de Pina. Se trata de dos balsas con escasa vegetación y que aparece animada por el croar de las ranas. Avanzando por la pista principal se circula junto a una barranquera con escarpadas paredes de poca altura. En el punto kilométrico 5,7 se toma el ramal principal, a la derecha. En el amplio valle se suceden los campos de cereal. En sus laderas los pinares conforman una estampa paisajística poco conocida de los Monegros. Se alcanza el borde de la meseta y surge un cruce en el km 10,7. La pista gira bruscamente en dirección sureste y debe tomarse dirección izquierda. Zonas de praderas que se alternan con pinares sirven de antesala al promontorio pelado de San Caprasio. La pista asciende vallada en su último tramo hasta el punto geodésico tras recorrer cerca de dieciséis kilómetros. Sólo resta la rampa final hasta la cumbre que se eleva a 838 metros de altitud. Allí se enclava la ermita de San Caprasio rodeada de multitud de antenas que afean este lugar tan agreste. Un panel de interpretación orientado hacia el norte ofrece información sobre la extensa panorámica. Es visible toda la comarca de los Monegros delimitada al norte por las sierras de Guara y Gratal.

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Desde la base del montículo, junto una caseta, parte una senda al borde de los escarpes donde es necesario extremar la precaución. El paisaje hacia el sur ofrece una estampa diferente; pinos raquíticos y escasa vegetación cubren los profundos barrancos en dirección a la llanura del valle del Ebro. Una escalera permite descender a un resalte inferior donde aparecen unas curiosas cuevas. Antaño fueron refugio eventual de pastores y también quedaron asociadas a Mariano Gavín conocido como el bandido Cucaracha. Tras las guerras carlistas se echó a los montes y en 1864 con un amigo realizó los primeros asaltos. Estaban descontentos con el sistema social y la riqueza mal repartida. Se refugiaban en estas cuevas, donde planeaban nuevos ataques. Tras una feroz persecución fue apresado y muerto en un corral de Lanaja en febrero de 1875, tras once años de andadura. Los demás componentes de la banda, más de cuarenta, fueron cayendo en sucesivos años. En 1956 unos monjes se asentaron en Farlete,  y durante ese año trabajaron en las obras del pequeño monasterio rupestre excavando nuevas cuevas y acondicionando las anteriores. Primero excavaron la ermita conocida como cueva de la Salud, una sala alargada y reforzada por robustas vigas, siendo rematada mediante cabecera absidial excavada en la roca. Después se acondicionó la cueva del Cucaracha como cocina junto con un refectorio circular alrededor del cual se excavaron bancos a modo de camastros. Ambas son visitables hoy en día permitiendo al visitante adentrarse en la historia de este curioso rincón monegrino.

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Para completar la visita, ya de vuelta, se propone hacer un alto en Leciñena. Desde su casco urbano parte una pista asfaltada que conduce al Santuario de Nuestra Señora de Magallón. Es un edificio de grandes dimensiones visible desde bien lejos. La historia de la virgen se remonta a 1283 cuando desaparece de su anterior emplazamiento en la ermita de Santa María de Huerta en Magallón, y se aparece al pastor Marcén en un cerro de Leciñena. A pesar de los intentos de los magalloneros la virgen se volvió aparecer en esta localidad monegrina donde se construyó una ermita. Se fue ampliando en los siglos XVI y XVII, y su devoción creció del tal manera que el santuario servía de culto a veintiocho pueblos de las provincias de Zaragoza y Huesca. En el siglo XVIII el santuario llegó a su máximo esplendor y las donaciones de devotos como el duque de Híjar permitieron la ampliación del templo. Durante la guerra de la Independencia un incendio devastó casi por completo del santuario, y en la guerra civil se utilizó como acuartelamiento siendo las consecuencias nefastas. Tras un largo periodo de restauración en la actualidad cuenta con un albergue y el edificio se muestra en excelente estado. Tiene aspecto de hospedería y en algunas partes llega a tener hasta cinco plantas de altura. En la plaza del santuario está el aljibe de nueve metros de altura construido en el año 1560. Se accede al interior a través de un arco que da paso a una escalinata la cual conduce a la planta noble. Al final de un pasillo se accede a la capilla, en cuyo altar mayor se deposita la virgen en el camarín iluminado a través de un ventanal de alabastro.

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EXCURSIONES Hoya de Huesca/Plana de Uesca

Arguis, la puerta del Pirineo

Rodeado de sierras se enclava la población de Arguis, en pleno Prepirineo. Muy cerca de la ruta más frecuentada al Pirineo Aragonés se esconden encantos naturales que bien merecen una visita. Un viaje a las entrañas de la roca que culmina en una cumbre elevada desde donde se divisa toda la Hoya de Huesca/Plana de Uesca.
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Muy cerca de Huesca capital se puede disfrutar de lugares sorprendentes. Tomando la autovía en dirección a Sabiñánigo y Jaca, enseguida aparece el desvío que conduce al Club de Golf Sierra de Guara. Tras alcanzar las instalaciones debe tomarse la pista que bordea la urbanización por la derecha. En la parte trasera se toma la pista a la izquierda, y posteriormente a la derecha, donde puede dejarse el vehículo. Unos 250 metros más adelante aparece el arranque señalizado del sendero que conduce a las Gorgas de San Julián, emplazadas a los pies de Peña Gratal.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

45 min (ida)

150 m

baja

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Enseguida la pista inicial se convierte en una senda bien marcada que bordea las estribaciones montañosas con buenas vistas de la Hoya de Huesca/Plana de Uesca. Poco a poco gira y se introduce de manera suave en el barranco, escoltada por carrascas. Las paredes rocosas van encerrando el paisaje, que pasa bruscamente de ser campo abierto a un desfiladero con final evidente. La senda se introduce en el fondo y llega un momento en que las paredes verticales llegan a juntarse. La vegetación entonces desaparece. Pero todavía se puede continuar.

En primer lugar sorprende un belén montañero, formado por figuras bastante toscas de escayola. Los montañeros de Peña Guara realizan cada año la tradicional caminata el día de Navidad. Ahora el recorrido continúa por el cauce de piedras, sinuoso y oscuro, ya que la luz penetra con dificultad entre las estrechas paredes.El final lo marca un manantial, con pequeña balsa y cascada, que constituye uno de los lugares más atractivos de la sierra de Gratal. Hasta este punto se habrán invertido unos tres cuartos de hora desde el comienzo de la excursión. Ahora debe abandonarse el desfiladero por el mismo camino, y en diez minutos se alcanza una senda señalizada que cruza al otro lado del cauce. En apenas cinco minutos de ascenso y oculta por la abundante vegetación, se alcanza la ermita de San Julián de Andría, más conocida actualmente como Ermita de San Julián.

Hasta el siglo XI en las inmediaciones hubo un núcleo mozárabe. La ermita gozó de gran devoción y fue elegida por numerosos ermitaños para su vida contemplativa. Se trata de una cueva de planta semicircular y unos ocho metros de radio. Un muro de mampostería de cuatro metros de altura cierra su interior. Atravesando la puerta, la roca lo cubre todo, y de ella se desprenden gotas que hacen de su interior un habitáculo húmedo con dos formaciones kársticas muy bonitas. En el costado izquierdo está el altar, con la figura central de San Julián, ermitaño que vivió en una cueva en Mesopotamia. Ante la ermita hay una pequeña pradera elevada con magníficas vistas del barranco de San Julián y de la Hoya de Huesca/Plana de Uesca. Una vez descubierto uno de los lugares más sorprendentes de la zona se toma dirección a Arguis volviendo a la autovía.

Al término del desfiladero aparece señalizado el desvío a Arguis. Después de comer ser propone un agradable paseo por las orillas del Embalse de Arguis. Se trata de una de las presas más antiguas de todo Aragón, ya que entró en servicio en 1704. En el año 1929 la vieja obra fue recrecida para poder embalsar tres hectómetros cúbicos. Se puede acercar por la carretera hasta la presa, desde donde se aprecia la cuenca en la cual se asienta el embalse, escoltada por la sierra de Gratal a la izquierda, la sierra del Águila a la derecha y la sierra de Bonés al frente.

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También puede visitarse el Centro de Interpretación de Arguis, situado en las inmediaciones del embalse, en una antigua casa forestal. En su interior se puede adentrar el visitante en un bosque de ribera. También descubrir la fauna y flora del medio fluvial así como conocer la cercana sierra de Bonés. Se completa la visita con un interesante audiovisual.Un poco más adelante en la carretera se puede dar un paseo por el pueblo de Arguis. Las casas son de tipología pirenaica, en las que no faltan los tejados de loseta y las chimeneas con espantabrujas. Se combinan con casas de nueva factura pero manteniendo el ambiente rústico del núcleo. La calle de acceso desemboca en una plaza, donde está la iglesia de San Miguel. De su pasado románico resta el ábside semicircular, con canecillos algunos de ellos labrados. La torre de planta cuadrada se culmina con casquete semiesférico. En la parte trasera de la iglesia, el pueblo se desliza hacia el pantano. Una de las últimas casas ofrece una estampa pintoresca con su gran chimenea troncocónica sobre el horno adosado.

Una vez visitado Arguis la ruta continua por la antigua carretera del antaño temido puerto de Monrepós, ahora casi sin circulación. El trazado ascendente y sinuoso culmina en el Mesón Nuevo, compuesto por dos casas de gran tamaño. Justo delante de ellas parte una pista en regular estado. Tras unos cinco kilómetros de ascenso se llega a una de las cumbres más accesibles del Prepirineo aragonés. El punto geodésico del Pico del Águila se sitúa entre varias antenas repetidoras, a 1623 metros de altitud. Desde aquí las vistas son amplias. Al sur se divisa el desfiladero del Isuela, el salto de Roldán y la Hoya de Huesca/Plana de Uesca. Al oeste Peña Gratal, Peña Mediodía y el valle de Rasal, con el embalse de Arguis en primer plano. Al norte la cadena pirenaica en toda su extensión. Finalmente al este se puede apreciar la sierra de Guara, con la sierra de la Gabardiella, Pico Fragineto y Tozal de Guara, y en primer plano el embalse de Santa María de Belsué.

 

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