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CICLOTURISMO Monegros Ribera Baja del Ebro

La Retuerta de Pina, el último reducto de los Montes Negros

Al sur de los Monegros se ubica la Retuerta de Pina. Una partida que gracias a su protección real ha conservado un sabinar de gran valor ecológico, pequeña muestra de lo que fueron hace siglos los Montes Negros, los Monegros. Un paisaje marcado por las duras condiciones climáticas, con un clima continental caracterizado por temperaturas extremas, lluvias escasas y fuertes vientos.
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La Retuerta de Pina es un sabinar que fue protegido en 1235 por el rey Jaime I el Conquistador. En aquel momento dio libertad a los ganaderos de Zaragoza para pastar sus rebaños en todas las tierras del reino, a excepción de las Dehesas de Sena y la Retuerta de Pina, salvaguardadas para su aprovechamiento particular. Dicha protección se prolongó hasta el año 1906. Siendo Sabinar Patrimonio Forestal del Estado se divide en lotes de 700 hectáreas y se procede a su venta. En aquel momento se conservaba un sabinar intacto de 6.000 hectáreas. La dificultad de arrancado de los árboles impidió que la devastación fuera total. Uno de los propietarios llegó a regalar los árboles a todos aquellos que se encargasen de arrancarlos y la afluencia de los vecinos de la zona fue masiva. Tras este episodio de deforestación en la actualidad se conservan 1.500 hectáreas de sabinar.

Esta propuesta cicloturista es bastante sencilla, debido a su escasa longitud. Incluso podría realizarse sin dificultad andando. Ello permite poder disfrutar del paisaje, muestra de lo que fue antaño los Monegros. Pero se desaconseja realizar este itinerario en época de caza, los festivos desde mediados de octubre hasta finales de enero.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD
 8,8 km80 mvariableregularbaja

Se toma desde la capital aragonesa la carretera nacional N-II en dirección a Barcelona. Tras dejar atrás el fértil valle del Ebro, se pasa junto al desvío que conduce a Pina de Ebro. Veinte kilómetros después desde este cruce se alcanza el punto de partida de la ruta ciclista, el Hostal del Ciervo. Junto a las antiguas instalaciones ahora en desuso hay una gasolinera y un espacio para dejar el vehículo y tomar la bicicleta. Siguiendo unos cien metros más por el arcén de la carretera parte una pista que se introduce en la Retuerta de Pina.

Se pone el cuentakilómetros a cero junto a la carretera. El tramo inicial de la pista está en regular estado, con acusadas rodadas de vehículos y además hay varios cruces: a 150 metros se toma el camino que continúa al frente, a 350 metros el ramal de la izquierda y a 425 metros se sigue a la derecha por la pista principal.

A partir de este punto la pista avanza sin pérdida en ligero ascenso bordeando una val con campos de cereal de secano. Mientras los pinos perviven en las zonas más elevadas, la sabina predomina en el resto. Ello se debe a la inversión térmica provocada en invierno por las nieblas, que impiden la irradiación solar haciendo que en las vaguadas las temperaturas sean más severas. La sabina soporta las heladas sin problemas, no así el pino carrasco. Cuando se han recorrido unos 1,9 km metros se pasa junto a un almacén agrícola.

Las sabinas tienen un complejo proceso de reproducción, con árboles macho y hembra. Los primeros se llenan de conos masculinos que producen el polen que se lleva el viento. Las sabinas hembra tiene los órganos reproductores femeninos, en forma de cono también, que tras ser polinizados producen las frutos. Una vez maduros deben ser comidos por animales herbívoros. Ello permitirá reblandecer la cubierta exterior al paso de los jugos gástricos, mientras que la materia orgánica de las heces favorecerá su posterior germinación.

Poco a poco se abandona la val y se alcanza una zona ligeramente más elevada donde se emplaza el Mas del Guarda. Hasta aquí se llevan recorridos 3,7 kilómetros. Se trata de una edificación típica de la zona, que servía de refugio a pastores y donde se alimentaba al ganado. Antes de llegar en un cruce se continúa al frente. Junto a la edificación surge otro cruce múltiple con cuatro opciones. Se toma la segunda comenzando por la derecha.

El camino toma un ligero descenso con un paisaje salpicado de alguna sabina y matorral bajo. Tras haber recorrido 4,2 kilómetros se alcanza la Paridera de las Lanas, un edificio de mayores dimensiones. Se trata de otro de los edificios típicos de la zona rural, que se utilizaba para guardar al ganado por la noche. Su nombre proviene del uso puntual para aquellas, que por estar a punto de parir, se separaban del rebaño para resguardarse. Desde este punto se divisan Las Planas, una gran llanura cerealista creada en los años 40. Hasta entonces según los vecinos se trataba de un denso bosque de sabina que fue talado.

A menos de cien metros de la pista, antes de llegar a la paridera, es visible el Aljibe de las Lanas. En las zonas áridas estos puntos de recogida del agua para el ganado son vitales. Está ubicado en una vaguada que permite la recogida de las escasas precipitaciones. Se regresa por el mismo itinerario hasta el Mas del Guarda. De nuevo surge el mismo cruce y con cuatro caminos para continuar. Se toma el segundo camino comenzando por la derecha. Cien metros después se abandona la pista principal y se toma al frente otra que obliga a circular por las rodadas debido a su escaso tráfico. A pesar de ello el trazado no se pierde y se discurre por ella con relativa facilidad, con algún tramo algo denso de vegetación.

Sin pérdida poco a poco se va descendiendo y atravesando una zona con mayor densidad de sabinas y pinos, y con un sotobosque más rico. A la derecha se avista la zona por donde discurre la carretera nacional, así como la población de La Almolda, cuya característica silueta se recorta con la Sierra de Santa Quiteria.

Más abajo se pasa junto a algunos campos de cultivo. Tras una curva a la izquierda y cuando se llevan 8,3 kilómetros de recorrido se alcanza la pista inicial por la que se ha entrado en la Retuerta de Pina. Ahora sólo resta tomar dirección a la derecha y alcanzar la carretera.

Para la tarde se propone una visita a las poblaciones de Bujaraloz y La Almolda. La primera de ellas es considerada la capital del sur de los Monegros. Junto a la antigua travesía se abre una recoleta plaza con un pequeño monolito en recuerdo a Martín Cortés de Albacar, autor del manual de navegación más notable de Carlos V. Bajo un arco parte la calle que conduce a la iglesia de Santiago el Mayor. Data del siglo XVI y la fábrica se remata con galería de arcos de medio punto. La torre barroca se alza junto a la portada. Bordeando la iglesia por la derecha se alcanza una replaceta donde se alza el edificio civil más importante del pueblo, la casa de Torres-Solanot. El palacio data del siglo XVII y su alargada fachada tiene portada flanqueada por columnas con escudo nobiliario. En la planta noble cuenta con ventanas enrejadas y la fachada se remata con galería de arcos semicirculares bajo el alero.

A unos ocho kilómetros está La Almolda. Su casco urbano se asienta a los pies de la Sierra de Santa Quiteria. Desde la parte baja, junto al centro de convivencia de la tercera edad, arranca la calle Mayor. En el centro se abre la plaza del ayuntamiento. A escasa distancia está la plaza del Mercado, que conserva un viejo edificio renacentista porticado. En las calles adyacentes surgen buenas muestras de arquitectura civil. En la parte más alta del núcleo urbano está situada la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación. A sus pies se abre una plaza con un mirador de la villa. La visita a la población se completa tomando el coche y ascendiendo a la ermita de Santa Quiteria por una pista asfaltada que arranca de la parte baja del casco urbano. Está situada al borde de la sierra homónima y desde este punto las vistas de las tierras monegrinas del sur son magníficas. Un buen remate para la ruta ciclista propuesta.

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CICLOTURISMO Monegros

Ruta de los Miradores, una visión del paisaje monegrino

La Ruta de los Miradores pasa por cuatro puntos desde donde disfrutar de unas magníficas vistas del paisaje monegrino. En estas panorámicas se combinan los desniveles formados por barrancos con los amplios horizontes de la llanura, en el entorno de la población de Monegrillo. Todo ello hilado con un recorrido perfecto para realizarse en bicicleta el cual discurre por pistas en buen estado y tramos de carretera.
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Esta ruta ciclista circular tiene como partida la localidad zaragozana de Monegrillo. Está emplazada al sur de la comarca de los Monegros y al pie de la Sierra de Alcubierre. Para alcanzar este lugar en coche es necesario salir de Zaragoza por la carretera que conduce a Sariñena. Después de pasar Villamayor de Gállego surge un desvío a la derecha que atraviesa el paisaje típicamente monegrino. Una vez en el pueblo, se atraviesa el casco urbano por la calle San Roque y la calle Mayor hasta alcanzar el pabellón polideportivo, situado en el extremo opuesto a la travesía. Desde este punto se empieza a rodar con la bicicleta.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD
31,4 km 200 mvariablebuenomedia

Se toma la pista que sale de la parte trasera de las instalaciones deportivas. Al abandonar la población se pasa junto a varios observatorios astronómicos, que hacen singular a esta localidad, desde la cual es posible la contemplación estelar gracias a la lejanía de grandes núcleos habitados. En este entorno, a pie de pista aparece la balsa Frella. Debido a la sequedad de estas tierras son abundantes las balsas para su aprovechamiento tanto ganadero como para otros usos. Ésta en concreto fue utilizada también como lavadero por la cercanía a Monegrillo.

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Poco más adelante los campos se alternan con sabinas, entre las que destaca la sabina Cascarosa, tras haber recorrido dos kilómetros desde el inicio. Se trata de un ejemplar singular, de 16 metros de altura, con una edad que superará los mil años. Es una de las últimas supervivientes de los extensos bosques que hasta tan sólo unos cientos de años cubrían estos montes.

Sabina Cascarosa

La pista comienza el ascenso, con una rampa fuerte de camino a la Estiva. Éste era el punto de llegada de los pastores trashumantes que venían del Pirineo, en concreto de la localidad de Ansó, para pasar el invierno con sus rebaños de ovejas. Una vez recorridos 4,7 kilómetros, al final de la subida se emplaza el mirador de la Estiva a mano derecha. Desde este lugar se disfruta de una panorámica de la estepa y las poblaciones allí enclavadas.

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El paisaje cambia y la pista se va adentrando en un pinar de bosque carrasco acompañado de vegetación formada por matorral mediterráneo. En una pronunciada curva, en el punto kilométrico 7,5 parte un ramal que en unos metros alcanza el mirador de la Gabardera. Perfectamente acondicionado, como todos los demás, se observa otra panorámica de las estribaciones de la Sierra de Alcubierre. Los pinos cubren la parte baja de las laderas erosionadas que conforman el paisaje.

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La pista continua su trazado bordeando la cabecera del barranco de Bujal. En este tramo el piso cuenta con algún tramo en regular estado debido a las rocas que despuntan sobre el trazado. Tras recorrer 13,4 kilómetros surge el mirador de Bujal. Desde este punto se disfruta de una magnífica vista de este espectacular barranco en forma de “V”. Está compuesto por laderas uniformes donde afloran estratos calizos. Cuenta con una anchura media de 250 metros y una profundidad máxima de 200 metros.

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El recorrido atraviesa un paisaje menos agreste, en el que se combinan cultivos y algunas parideras, con pinares en las laderas. En el kilómetro 15,7 la ruta se incorpora a la carretera asfaltada que atraviesa la sierra procedente de Lanaja. Tras alcanzar los 18 km se abandona el asfalto, tomando un ramal señalizado a mano derecha. Seiscientos metros después parte un camino que conduce hasta una paridera. Parando el cuentakilómetros se asciende hasta el mirador de Miramón por una trocha empinada. Una rampa de fuerte desnivel deja a los pies del punto geodésico, ubicado a 621 metros de altitud, lugar donde se ha colocado el mirador de más amplios horizontes de toda la ruta, gracias a su posición aislada y privilegiada. Los pinares densos cubren el paisaje a su alrededor, y la estepa en dirección al sur completa las amplias vistas que desde aquí se disfrutan.

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De nuevo en la pista, en un cruce múltiple se toma el ramal de la derecha. El recorrido en constante descenso atraviesa una densa masa de pinar. Poco a poco van a apareciendo los campos aterrazados en la Val del Conde. Se pasa junto a varios ejemplares de pinos singulares, y en el kilómetro 21,9 se dejan las indicaciones de la ruta de los Miradores a mano derecha. Sin abandonar la pista principal por la que se circulaba en menos de dos kilómetros se alcanza la carretera que comunica Monegrillo con La Almolda. Por ella se vuelve de manera cómoda hasta la población de partida. Una vez se divisa el pueblo, una pista asfaltada en el km 30,4 surge a mano derecha. Por ello se alcanzará el pabellón deportivo que marca el punto final de la ruta.

Para la tarde se propone la visita a las dos poblaciones situadas en las inmediaciones de la ruta. Sin abandonar Monegrillo un paseo por la localidad ofrece dos ejemplos de arquitectura civil de interés. La Casa Panivino es un palacio aragonés de ladrillo construido a finales del siglo XVII. Consta de varias plantas y está rematado con galería de arquillos de medio punto y alerón. Junto a ella la Casa Rocañín de similar estructura, con vanos enrejados en la planta noble, y galería de arcos adintelados en la parte alta. Un poco más adelante surge el epicentro de la localidad. Una plaza donde se ubica el ayuntamiento y la iglesia de la Asunción, la cual perdió su torre durante la guerra civil.

Nueve kilómetros le separan de la vecina localidad de Farlete. En la plaza más céntrica se alza el ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista, edificio que fue reconstruido tras la guerra civil. La torre es lo más significativo, de planta cuadrada y octogonal rematada con tejadillo. Tomando una de las calles que se dirigen a la sierra de Alcubierre, cercana al pueblo se encuentra la ermita de la Virgen de la Sabina. El origen del santuario se remonta al siglo XIII, aunque el edificio actual fue terminado en 1687. El acceso a la ermita tiene un arco de entrada que da a un patio, en el cual está el acceso a la capilla.

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FINES DE SEMANA Monegros

Sariñena y Sigena, mezcla de vergel y estepa

La comarca de los Monegros guarda tesoros como el Monasterio de Sigena, muy diezmado y maltratado por la historia. Pero también otros con un futuro prometedor como la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes, cuyas obras de restauración ya han comenzado. La aridez de estas tierras tiene el contrapunto de las riberas del río Alcanadre y la laguna de Sariñena, un humedal de gran importancia para las aves.
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.La ruta que se adentra en los Monegros parte de la capital zaragozana atravesando Villamayor de Gállego. Poco a poco comienza el ascenso para flanquear la Sierra de Alcubierre. Al otro lado se mezcla la estepa original con los campos de regadío, gracias al agua que porta el canal de los Monegros desde hace sólo unas décadas. Después de atravesar Sariñena por estrechas calles se toma dirección a Fraga. Una vez superada la ribera del río Alcanadre, surge el desvío en dirección a Castelflorite. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Miguel. Aunque la obra actual es del siglo XVII, quedan los restos de la fábrica inicial románica del siglo XII, como así lo atestigua su ábside semicircular. Desde la plaza se puede ascender de manera cómoda gracias a un sendero acondicionado hasta una pequeña elevación de piedra de arenisca, que conserva escasos restos de un castillo. Desde su parte alta se divisa todo el pueblo, rodeado por amplias llanuras. En este paisaje monegrino emerge de la llanura el saso de Santa Cruz. Se trata de una gran formación elevada unos cien metros y rodeada de escarpes. 

Una carretera en dirección a Sena conduce de nuevo a la vega del río Alcanadre. En medio de la huerta está el Monasterio de Sigena. El origen del topónimo procede de una finca romana llamada Sexiena. En 1183 la reina Sancha, mujer de Alfonso II de Aragón, decide crear un monasterio donde poder recluir las hijas de la nobleza. Se creó un monasterio dúplice, en el cual había dos organizaciones religiosas, una masculina y otra femenina. Tras muchos siglos de vida religiosa y prosperidad económica gracias a las donaciones y privilegios con los que fue dotado el monasterio, llegó la época de destrucción del cenobio. El paso de las guerras, varios incendios, la desamortización de Mendizábal y la venta irregular de obras de arte han hecho perder la mayor parte de la riqueza artística del monasterio. En la actualidad está ocupado por las monjas de la Orden de Nuestra Señora de Belén. Una vez atravesada la portería, la visita comienza ante la majestuosa portada, que sirve de acceso a la iglesia. Se compone de catorce arquivoltas de medio punto. Éstas se apoyan en columnas de fuste cilíndrico y capiteles lisos.

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La iglesia fue levantada en planta rectangular, y su cabecera estaba compuesta de tres ábsides semicirculares de los que restan dos. La nave se cubre con bóveda de medio cañón. En uno de los brazos laterales está el panteón real. Alberga cuatro arcasolios enmarcados por un arco de medio punto moldurado. En los sarcófagos se depositaron los restos de la fundadora, Doña Sancha, y de su hija Doña Dulce. También se enterró a su hijo primogénito, el rey Pedro II el Católico que falleció en la batalla de Muret en 1213. Fueron profanados durante la guerra de la Independencia y se destruyeron las pinturas con las que estuvieron decorados. A los pies de la iglesia se accede al refectorio. Se trata de una gran sala cubierta con arcadas góticas, antaño usada como comedor y ahora reconvertida en capilla. Adosado a la iglesia se encuentra el claustro de planta cuadrada. Sólo se conserva en pie parte del mismo y desde él se accede a la sala capitular. Ésta fue la estancia que tuvo mayor riqueza artística del monasterio. Tanto los cinco arcos que sostienen la techumbre como las paredes se encontraban cubiertas por pinturas, cuyos restos maltratados por la humedad y los avatares históricos se encuentran en Barcelona. Se trata de una obra capital de la Edad Media realizada en la primera mitad del siglo XIII.

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Por la tarde se propone la visita a la población de Villanueva de Sigena, a unos dos kilómetros del monasterio. En el centro se abre una gran plaza donde se encuentra la iglesia de Santo Domingo y el Salvador. De la obra gótica destacan la portada se compone de arquivoltas apuntadas y la torre que se remata con chapitel apuntado. En los jardines destaca la escultura de Miguel Servet, ilustre vecino que nació en esta población.

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Su casa natal ha sido acondicionada como el Centro de Interpretación de Miguel Servet. Una vez atravesado el portal aparece un zaguán, con suelo de cantos rodados y dos aljibes. En la bodega se muestra un vídeo sobre el insigne aragonés. La planta noble habla de su vida mediante paneles explicativos, y se reproduce una farmacia y un laboratorio de alquimia. El granero se utiliza como sala de exposiciones. Este médico, filósofo y teólogo aragonés descubrió el sistema de circulación menor de la sangre en el ser humano. Nació en la localidad en 1511 y adolescente marcha a Toulouse donde entra en contacto con las doctrinas de la Reforma. En 1529 viaja a Italia donde recibe la aportación de la corriente humanista. Sus primeras obras las publica a partir de 1531, “De Trinitatis Erroribus” y “Dialogorum Trinitate”, en las que niega la concepción sobre el dogma de la Trinidad. Entonces comienza el desprecio por parte de católicos y protestantes. Continúa su andadura europea, y estudia medicina en París. En su principal obra, “Christianismi Restitutio”, reafirma el rechazo al dogma de la Trinidad, y describe por primera vez la circulación menor de la sangre. Por esto último recibe el reconocimiento universal, pero sin embargo comienza la carrera de Calvino por su polémica doctrinal. Finalmente es quemado en la hoguera en agosto de 1553 en Ginebra, acusado de herejía, por negar el dogma de la Trinidad.

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Si sobra tiempo el sábado por la tarde una buena opción es ver el atardecer en la laguna de Sariñena, y para ello sólo es necesario acercarse en vehículo hasta el centro de interpretación situado a escasa distancia de Sariñena, en la carretera que toma dirección a Zaragoza. Desde esta posición elevada, con la laguna a los pies, se puede disfrutar de una combinación de colores que se ven reflejados en la lámina de agua.

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El domingo por la mañana se propone visitar la Laguna de Sariñena. El pequeño centro de interpretación sirve para descubrir los valores naturales de este espacio natural. Hasta hace unas décadas se trataba de una pequeña balsa de agua salada. En los últimos años recibe las aguas sobrantes procedentes del riego, lo cual ha provocado el aumento de su superficie de manera considerable. Ahora ocupa 200 hectáreas y es la segunda laguna más importante de Aragón después de Gallocanta. También la calidad del agua ha variado, disminuyendo su salinidad y convirtiéndose en una laguna de agua dulce. En todo su perímetro abundan los carrizales. En cuanto a la fauna abundan peces, anfibios, reptiles y mamíferos. Pero el capítulo más destacado lo constituyen las aves que la utilizan como lugar de cría, así como las aves migratorias que ocupan la laguna en determinadas épocas de año. Con la información del centro, desde el cual es posible el avistamiento de aves, se recomienda acceder a uno de los observatorios situado al nivel de la laguna. Allí es posible apreciar de cerca tanto la vegetación como las aves en su entorno natural sin ser molestadas.

El resto de la mañana se puede dedicar a descubrir una cartuja emplazada en plena estepa monegrina. Desde Sariñena se toma la carretera que conduce a Lanaja. En la travesía hay que tomar un desvío en dirección a Pallaruelo de Monegros. Cuatro kilómetros después parte el desvío a la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes. Fue fundada a principios del siglo XVI por los condes de Sástago. Los monjes que vinieron a habitar la cartuja la abandonaron en 1563 debido a la aridez del clima y la mala calidad del agua. Se trasladaron a la ribera baja del Gállego fundando la Cartuja de Aula Dei. Durante el siglo siglo XVIII se erigió un nuevo monasterio, el cual estuvo habitado hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1835. La cartuja está delimitada por una muralla de tapial y ladrillo, cuyo acceso se realiza por la portería. El amplio recinto interior está ocupado por varios edificios, con la iglesia en la parte central. Su nave se cubre con bóveda de lunetos, y sobre el crucero se alza una cúpula sobre pechinas. Adosado se encuentra el claustro de capillas, las cuales servían para celebrar misas individuales por parte de los monjes. Los interiores del conjunto monástico fueron pintados al fresco por fray Manuel Bayeu, cuñado de Goya. Se conservan unas 250 composiciones, algunas de ellas en mal estado de conservación. Se distribuyen por la iglesia, capilla del sagrario y claustro de las capillas completando un conjunto pictórico de 2.000 metros cuadrados de superficie de gran valor artístico.

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Por la tarde se propone un paseo por la capital de los Monegros, Sariñena, cuya población supera los cuatro mil habitantes. La oficina de turismo está situada junto a la Casa de la Laguna, en la calle Gasset. Este caserón aragonés alberga en su interior una muestra etnológica reproduciendo estancias como el zaguán, un aposento y la cocina. Y en la parte alta cuenta con dos salas de exposición temporales. Desde aquí se puede acercar al centro de la población donde se encuentra la iglesia de San Salvador. Fue levantada en el siglo XVII, ejemplo de arquitectura neoclásica aragonesa. De la plaza, parte la calle del mercado mediante un trazado irregular. En ella se levantan edificios de diferente época, los cuales tienen como nexo de unión los porches situados en su parte baja.

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EXCURSIONES Monegros

Sierra de Alcubierre, la cima de los Monegros

La Sierra de Alcubierre, situada al sur de la comarca de los Monegros, se eleva sobre un terreno estepario, dominado por la escasa vegetación sólo truncada por los pinares y las sabinas aisladas. A caballo entre las provincias de Zaragoza y Huesca, también fue la línea divisoria entre los frentes nacional y republicano durante la guerra civil dando lugar a uno de los episodios más largos y dramáticos de la contienda, el Frente de Aragón.
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A los Monegros se accede desde la ciudad de Zaragoza por la carretera de Sariñena. Tras superar Villamayor de Gállego, se dejan atrás los campos de regadío y surgen las tierras esteparias que acompañarán en todo momento el recorrido. Campos de cereal se alteran con montes escasos de vegetación. Los pinos comienzan a aparecer al ascender el puerto de Alcubierre, que marca la divisoria entre las provincias de Zaragoza y Huesca. Éste fue el escenario durante la guerra civil del Frente de Aragón. Durante quince meses en el mismo lugar se enfrentaron las tropas nacionales y las republicanas, entre octubre de 1936 y marzo de 1938. Tras rebasar el puerto, en el kilómetro 33,5 aparece el letrero que indica la Ruta de las Tres Huegas, donde se encuentran los restos de las posiciones franquistas. Su nombre hace referencia a la separación de los términos de Robres, Alcubierre y Leciñena. En un cruce cercano se toma el ramal izquierdo. Poco después un panel de interpretación describe los elementos que se han recuperado. A escasos metros se accede a una trinchera que cuenta con un abrigo cubierto el cual servía de puesto de mando. Volviendo al cartel se puede acceder andando al resto de lugares de interés. A la derecha de la pista aparecen pequeñas cuevas utilizadas como refugio, y a la izquierda un pozo de abastecimiento de agua y un abrigo de descanso para el pelotón. En su interior cuenta con literas de madera. También se puede ascender, desde un pequeño monolito, a dos posiciones elevadas desde donde se puede apreciar la zona defendida por este frente. Volviendo al cruce anterior con el coche, por una pista en buen estado se llega hasta la posición de San Simón. Este lugar es recordado por la avanzadilla republicana que produjo casi un centenar de víctimas, y que fue recuperada rápidamente las tropas nacionales. En la cota más alta se levantó un monumento a los caídos. Desde este lugar las vistas del paisaje son muy amplias.

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Volviendo a la carretera comarcal, y avanzando en dirección a Sariñena, a un kilómetro de distancia surge el próximo desvío señalizado. Una pista con buen firme conduce hasta la Ruta Orwell. La posición republicana fue establecida en el monte Irazo. Aquí estuvo durante varias semanas el escritor británico George Orwell alistado en las milicias del Partido Obrero de Unificación Marxista. El aparcamiento se encuentra contiguo a la zona rehabilitada. Un itinerario circular recorre una trinchera construida con muros de piedra y madera. Al exterior la defensa perimetral está dotada de alambradas. Cuenta con dos pequeños abrigos y un observatorio cubierto para la vigilancia y defensa desde donde se divisan las posiciones franquistas. También tiene varios pozos de tirador protegidos con sacos de tierra. En la parte trasera una caseta más amplia servía de vivac a la tropa. La visita culmina en la parte alta del monte, un mirador desde donde se divisa toda la zona a defender.

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Para complementar la visita a los vestigios recuperados y conocer más sobre uno de los capítulos más tristes de la historia reciente es necesario visitar el Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Aragón. A siete kilómetros de Alcubierre se encuentra la población de Robres. En el centro de la localidad, y ubicado en las antiguas escuelas, se emplaza este completo museo que además es la sede de un centro de trabajo para el estudio y documentación del periodo de la República, Guerra Civil y Franquismo. Un audiovisual sirve de introducción y a lo largo de varias salas en tres plantas se ofrece un amplio material documental que describe las diferentes etapas de este periodo histórico y los personajes que en ella intervinieron.

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Después de la comida se propone subir al punto más elevado de la Sierra de Alcubierre. Desde la localidad que da nombre a la sierra parte una pista en buen estado que asciende hasta San Caprasio, el techo de los Monegros. En pleno casco urbano, se toma la calle que parte justo enfrente del arranque de la carretera que conduce a Robres. Enseguida nace un camino que a tres kilómetros y medio pasa junto a las balsas de Pina. Se trata de dos balsas con escasa vegetación y que aparece animada por el croar de las ranas. Avanzando por la pista principal se circula junto a una barranquera con escarpadas paredes de poca altura. En el punto kilométrico 5,7 se toma el ramal principal, a la derecha. En el amplio valle se suceden los campos de cereal. En sus laderas los pinares conforman una estampa paisajística poco conocida de los Monegros. Se alcanza el borde de la meseta y surge un cruce en el km 10,7. La pista gira bruscamente en dirección sureste y debe tomarse dirección izquierda. Zonas de praderas que se alternan con pinares sirven de antesala al promontorio pelado de San Caprasio. La pista asciende vallada en su último tramo hasta el punto geodésico tras recorrer cerca de dieciséis kilómetros. Sólo resta la rampa final hasta la cumbre que se eleva a 838 metros de altitud. Allí se enclava la ermita de San Caprasio rodeada de multitud de antenas que afean este lugar tan agreste. Un panel de interpretación orientado hacia el norte ofrece información sobre la extensa panorámica. Es visible toda la comarca de los Monegros delimitada al norte por las sierras de Guara y Gratal.

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Desde la base del montículo, junto una caseta, parte una senda al borde de los escarpes donde es necesario extremar la precaución. El paisaje hacia el sur ofrece una estampa diferente; pinos raquíticos y escasa vegetación cubren los profundos barrancos en dirección a la llanura del valle del Ebro. Una escalera permite descender a un resalte inferior donde aparecen unas curiosas cuevas. Antaño fueron refugio eventual de pastores y también quedaron asociadas a Mariano Gavín conocido como el bandido Cucaracha. Tras las guerras carlistas se echó a los montes y en 1864 con un amigo realizó los primeros asaltos. Estaban descontentos con el sistema social y la riqueza mal repartida. Se refugiaban en estas cuevas, donde planeaban nuevos ataques. Tras una feroz persecución fue apresado y muerto en un corral de Lanaja en febrero de 1875, tras once años de andadura. Los demás componentes de la banda, más de cuarenta, fueron cayendo en sucesivos años. En 1956 unos monjes se asentaron en Farlete,  y durante ese año trabajaron en las obras del pequeño monasterio rupestre excavando nuevas cuevas y acondicionando las anteriores. Primero excavaron la ermita conocida como cueva de la Salud, una sala alargada y reforzada por robustas vigas, siendo rematada mediante cabecera absidial excavada en la roca. Después se acondicionó la cueva del Cucaracha como cocina junto con un refectorio circular alrededor del cual se excavaron bancos a modo de camastros. Ambas son visitables hoy en día permitiendo al visitante adentrarse en la historia de este curioso rincón monegrino.

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Para completar la visita, ya de vuelta, se propone hacer un alto en Leciñena. Desde su casco urbano parte una pista asfaltada que conduce al Santuario de Nuestra Señora de Magallón. Es un edificio de grandes dimensiones visible desde bien lejos. La historia de la virgen se remonta a 1283 cuando desaparece de su anterior emplazamiento en la ermita de Santa María de Huerta en Magallón, y se aparece al pastor Marcén en un cerro de Leciñena. A pesar de los intentos de los magalloneros la virgen se volvió aparecer en esta localidad monegrina donde se construyó una ermita. Se fue ampliando en los siglos XVI y XVII, y su devoción creció del tal manera que el santuario servía de culto a veintiocho pueblos de las provincias de Zaragoza y Huesca. En el siglo XVIII el santuario llegó a su máximo esplendor y las donaciones de devotos como el duque de Híjar permitieron la ampliación del templo. Durante la guerra de la Independencia un incendio devastó casi por completo del santuario, y en la guerra civil se utilizó como acuartelamiento siendo las consecuencias nefastas. Tras un largo periodo de restauración en la actualidad cuenta con un albergue y el edificio se muestra en excelente estado. Tiene aspecto de hospedería y en algunas partes llega a tener hasta cinco plantas de altura. En la plaza del santuario está el aljibe de nueve metros de altura construido en el año 1560. Se accede al interior a través de un arco que da paso a una escalinata la cual conduce a la planta noble. Al final de un pasillo se accede a la capilla, en cuyo altar mayor se deposita la virgen en el camarín iluminado a través de un ventanal de alabastro.

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Bajo Cinca/Baix Cinca CICLOTURISMO Monegros

Barranco de Valcuerna, un valle estepario surcado por un río

El río Valcuerna es el único cauce de agua permanente que nace en los Monegros. A su paso por este valle estepario, flanqueado por cortados de piedra caliza que alternan con laderas menos agrestes, crea un espacio de diversidad que lo convierte en una de las zonas naturales más ricas de la zona. El punto final es su desembocadura en el embalse de Mequinenza, donde la exuberante vegetación invade sus orillas.
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La propuesta que recorre el barranco de Valcuerna tiene como punto de partida la localidad de Candasnos. Se emplaza a los pies de la antigua carretera de Barcelona, a 85 kilómetros de Zaragoza y a 25 de Fraga. Esta ruta cicloturista combina el asfalto de una carretera local y la tierra de un camino en buen estado. Dependiendo de la capacidad física puede optarse por realizarla completa o hacer un recorrido más corto, descartando la carretera y evitando así la zona de mayor desnivel situada en este tramo. Esta opción reduce el recorrido a 25 kilómetros en total, con una pendiente más asequible, del 1%, y que recorre el tramo más atractivo de la ruta cicloturista.

LONGITUD

DESNIVEL

PENDIENTE

FIRME

DIFICULTAD

35 km (ida y vuelta)

150 m

variable

bueno

media

Tras estacionar el vehículo junto a la iglesia parroquial, se toma la calle mayor que atraviesa el centro del pueblo. Desde la plaza del Redondillo, a la derecha, se sale a la antigua travesía. Tomando dirección a Zaragoza, junto a los últimos edificios parte la carretera que conduce a Caspe. El tramo inicial de esta propuesta discurre por esta estrecha carretera con poco tránsito. A un kilómetro y medio se pasa junto a la Laguna de Candasnos, también conocida como Balsa de los Fabares. Es posible aproximarse hasta la orilla donde un pequeño observatorio permite la contemplación de las aves sin molestarlas. El entorno de la lámina de agua está rodeado de carrizo, y abundan las anátidas que permanecen durante todo el año, aunque también sirve de estancia para aves estacionarias.

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Volviendo a la carretera, en su trazado rectilíneo atraviesa un paisaje surcado por grandes campos de cultivo de regadío. En su tramo final comienza un acusado descenso por una val sinuosa que desemboca en un amplio valle, el Barranco de Valcuerna. Junto al kilómetro 5 de la carretera, se toma un camino a mano izquierda. Poco a poco comienza un ligero descenso que acompañará en casi toda la ruta. La vegetación esteparia compuesta por sosas y sisallos delimita el trazado del camino.

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El valle es amplio y el cauce del arroyo sólo se atisba por la densa franja de los tamarizales. Tres kilómetros después de abandonar el asfalto se atraviesa el Río Valcuerna. Se trata del único río que nace en los Monegros de caudal permanente, en parte gracias a los aportes sobrantes de los regadíos de la zona. Este es el único punto de todo el recorrido en el cual se puede ver el curso fluvial, ya que en todo momento está oculto por el túnel vegetal que hace sus riberas impenetrables.

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A partir de aquí la pista recorre la margen derecha del río. Las laderas más cercanas situadas a la derecha son menos acusadas en pendiente, y su cubren con vegetación a base de pinos carrascos y algunas sabinas negras. En la margen opuesta predominan los cortados de piedra caliza mucho más descarnados y agrestes. Una vez recorridos cinco kilómetros de camino se pasa junto al Mas de Mariana, donde se toma la pista de la izquierda que avanza en suave descenso. El valle se va estrechando ligeramente y el barranco queda encajonado escuchándose el rumor de las aguas casi oculto por la vegetación. Merece la pena hacer una alto en el camino una vez recorridos 8,6 kilómetros aproximadamente junto a la Balsa Cosco. Se trata de un pozo de seis metros de diámetro recubierto de piedra de sillar, y acondicionado con una barandilla y unos bancos a su alrededor. Destaca un árbol adosado en uno de sus muros, y unos peldaños de piedra que permiten el descenso a su interior, con una profundidad de unos tres metros.

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Se retoma la ruta y poco más adelante, en un cruce, es necesario tomar el ramal izquierdo que conduce sin pérdida hasta el punto final de la ruta. Tras un ligero repecho se alcanza un refugio de pescadores, después de haber recorrido once kilómetros de pista. Este punto se localiza en alto, y cuenta con excelentes vistas de la desembocadura del barranco en el Embalse de Mequinenza.

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Es recomendable prolongar la ruta por una pista descendente que arranca antes de llegar al refugio a la derecha. Permite seguir recorriendo durante un kilómetro y medio más la margen derecha del barranco, junto a las orillas del embalse. La vegetación se vuelve más espesa y acompaña a la lámina del agua cuando el embalse está lleno. Se trata de un rincón oculto y de gran belleza, que permite descubrir esta zona agreste y alejada de núcleos urbanos.

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Tras la comida y un merecido descanso, por la tarde se propone completar la visión del particular paisaje monegrino con la visita a la Laguna de la Playa. Para ello es necesario tomar la antigua carretera de Barcelona hasta alcanzar la población de Bujaraloz. En pleno casco urbano arranca junto a una balsa la carretera que conduce a Caspe. Tras un kilómetro se coge una carretera más estrecha en dirección a Sástago. A unos diez kilómetros de distancia de Bujaraloz se alcanza el desvío que conduce a la laguna más representativa y de mayor tamaño del conjunto de saladas de Sástago-Bujaraloz. Con una superficie de más de 200 héctáreas el nivel de agua depende de las lluvias y buena parte del año está prácticamente seca cubriéndose por un manto blanco. En sus alrededores yacen las ruinas de los edificios destinados a la explotación de la sal, donde destacan los pozos de extracción de agua salada para inundar las balsas de evaporación de donde se recogía la sal destinada principalmente a salazones.

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EXCURSIONES Monegros

La Gabarda, un paisaje sorprendente en los Monegros

En plenas tierras monegrinas se encuentra el paraje de La Gabarda. Sorprendentes formaciones geológicas situadas al borde de inmensas llanuras cubiertas por campos de cultivo. Un lugar para descubrir un paisaje diferente donde además se pueden practicar deportes de aventura. La visita en Sodeto de un museo que muestra el impacto de la llegada del regadío a este territorio completa la excursión.
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Esta propuesta se encuentra en la comarca de los Monegros y se puede acceder tanto desde Sariñena como desde Grañén. Una vez rebasada la población de Sodeto, aparece señalizado el desvío a la izquierda que conduce al Parque de la Gabarda. Este es el punto de partida para la visita de los torrollones, monolitos similares a torres compuestas por capas de areniscas y arcillas. Junto al aparcamiento un mirador elevado permite apreciar la belleza de este paisaje. El parque incluye zona de merenderos y una cafetería.

La zona de aventura dispone de varios circuitos con tirolinas y puentes colgantes rodeados de un entorno natural envidiable. Además de esta opción se recomienda la realización del sendero que conduce al castillo de Gabarda en el cual se descubren las curiosas formas de los Torrollones de la Gabarda.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

45 min (ida)

100 m

baja

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Bordeando las instalaciones de aventura se pasa bajo el Arco de Sodeto, un semiarco enmarcado en una gran pared rocosa. Más adelante aparece un espolón rocoso de gran belleza. Se puede rodear por una repisa o atravesar por una pequeña puerta excavada en la roca.

El itinerario continúa a media altura con un espectacular paisaje erosionado de camino a la figura conocida como El Abuelo. Se trata de una roca vertical de 25 metros de altura. Justo a sus pies pasa la senda y gira bruscamente utilizando una repisa natural. Poco después se llega al borde de campos de cereal, a los pies del Castillo de Gabarda. Sólo resta ascender por la ladera hasta la base, donde un estrecho horadado en la roca permite mediante un pequeño tramo enriscado subir hasta la plataforma elevada. El recinto defensivo pertenece a una antigua fortificación musulmana. Desde este lugar se puede disfrutar de excelentes vistas de los Torrollones de La Gabarda y de las llanuras surcadas por campos de cultivo.

Tras la comida se propone por la tarde visitar dos poblaciones cercanas. En primer lugar se sale de nuevo a la carretera y se toma dirección a la izquierda para alcanzar Alberuela del Tubo. En el centro de la población se alza la iglesia de San Juan Evangelista. Responde al estilo gótico aragonés, con robusta torre de sillería y galería de arcos de medio punto en la parte alta. Tomando dirección al castillo se alcanza el singular sendero con escaleras que conduce a los restos del antiguo castillo musulmán. Sus orígenes se remontan a finales del siglo IX con la construcción de los muros y una torre. Una escalera excavada en la roca antecede a la puerta de acceso al recinto defensivo. En este lugar se construyó más tarde la ermita de la Virgen del Castillo, obra gótica del siglo XVI. Desde esta plataforma elevada se pueden disfrutar de amplias vistas de la localidad y del paisaje monegrino que lo rodea.  

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Ya de vuelta por la misma carretera, se puede completar la visita a la zona con una parada en Sodeto. Este pueblo de colonización fue construido entre los años cincuenta y sesenta, llegando  los primeros vecinos en 1958. En la zona central se encuentra la plaza mayor con la iglesia y los edificios administrativos, todos ellos llevados a cabo en un peculiar estilo arquitectónico que llama la atención. 

Poco antes de llegar a la plaza, en la casa del mayoral, se ha acondicionado el Centro de Interpretación de la Colonización Agraria en España. Se ha creado un amplio museo el cual muestra cómo surgieron los nuevos pueblos de colonización tras la reforma agraria y los regadíos impulsados bajo el gobierno franquista. Varias salas muestran el desarrollo de la política agraria en toda España, así como el caso concreto de Sodeto. Cruzando un pequeño jardín, con un carromato de la época, se abre otra sala en la que se muestran piezas recopiladas de la primera época del pueblo. Desde la entrada se accede también a la casa propiamente dicha en la que se ha reconstruido la cocina antigua y otras estancias.

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