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CICLOTURISMO Monegros Ribera Baja del Ebro

La Retuerta de Pina, el último reducto de los Montes Negros

Al sur de los Monegros se ubica la Retuerta de Pina. Una partida que gracias a su protección real ha conservado un sabinar de gran valor ecológico, pequeña muestra de lo que fueron hace siglos los Montes Negros, los Monegros. Un paisaje marcado por las duras condiciones climáticas, con un clima continental caracterizado por temperaturas extremas, lluvias escasas y fuertes vientos.
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La Retuerta de Pina es un sabinar que fue protegido en 1235 por el rey Jaime I el Conquistador. En aquel momento dio libertad a los ganaderos de Zaragoza para pastar sus rebaños en todas las tierras del reino, a excepción de las Dehesas de Sena y la Retuerta de Pina, salvaguardadas para su aprovechamiento particular. Dicha protección se prolongó hasta el año 1906. Siendo Sabinar Patrimonio Forestal del Estado se divide en lotes de 700 hectáreas y se procede a su venta. En aquel momento se conservaba un sabinar intacto de 6.000 hectáreas. La dificultad de arrancado de los árboles impidió que la devastación fuera total. Uno de los propietarios llegó a regalar los árboles a todos aquellos que se encargasen de arrancarlos y la afluencia de los vecinos de la zona fue masiva. Tras este episodio de deforestación en la actualidad se conservan 1.500 hectáreas de sabinar.

Esta propuesta cicloturista es bastante sencilla, debido a su escasa longitud. Incluso podría realizarse sin dificultad andando. Ello permite poder disfrutar del paisaje, muestra de lo que fue antaño los Monegros. Pero se desaconseja realizar este itinerario en época de caza, los festivos desde mediados de octubre hasta finales de enero.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD
 8,8 km80 mvariableregularbaja

Se toma desde la capital aragonesa la carretera nacional N-II en dirección a Barcelona. Tras dejar atrás el fértil valle del Ebro, se pasa junto al desvío que conduce a Pina de Ebro. Veinte kilómetros después desde este cruce se alcanza el punto de partida de la ruta ciclista, el Hostal del Ciervo. Junto a las antiguas instalaciones ahora en desuso hay una gasolinera y un espacio para dejar el vehículo y tomar la bicicleta. Siguiendo unos cien metros más por el arcén de la carretera parte una pista que se introduce en la Retuerta de Pina.

Se pone el cuentakilómetros a cero junto a la carretera. El tramo inicial de la pista está en regular estado, con acusadas rodadas de vehículos y además hay varios cruces: a 150 metros se toma el camino que continúa al frente, a 350 metros el ramal de la izquierda y a 425 metros se sigue a la derecha por la pista principal.

A partir de este punto la pista avanza sin pérdida en ligero ascenso bordeando una val con campos de cereal de secano. Mientras los pinos perviven en las zonas más elevadas, la sabina predomina en el resto. Ello se debe a la inversión térmica provocada en invierno por las nieblas, que impiden la irradiación solar haciendo que en las vaguadas las temperaturas sean más severas. La sabina soporta las heladas sin problemas, no así el pino carrasco. Cuando se han recorrido unos 1,9 km metros se pasa junto a un almacén agrícola.

Las sabinas tienen un complejo proceso de reproducción, con árboles macho y hembra. Los primeros se llenan de conos masculinos que producen el polen que se lleva el viento. Las sabinas hembra tiene los órganos reproductores femeninos, en forma de cono también, que tras ser polinizados producen las frutos. Una vez maduros deben ser comidos por animales herbívoros. Ello permitirá reblandecer la cubierta exterior al paso de los jugos gástricos, mientras que la materia orgánica de las heces favorecerá su posterior germinación.

Poco a poco se abandona la val y se alcanza una zona ligeramente más elevada donde se emplaza el Mas del Guarda. Hasta aquí se llevan recorridos 3,7 kilómetros. Se trata de una edificación típica de la zona, que servía de refugio a pastores y donde se alimentaba al ganado. Antes de llegar en un cruce se continúa al frente. Junto a la edificación surge otro cruce múltiple con cuatro opciones. Se toma la segunda comenzando por la derecha.

El camino toma un ligero descenso con un paisaje salpicado de alguna sabina y matorral bajo. Tras haber recorrido 4,2 kilómetros se alcanza la Paridera de las Lanas, un edificio de mayores dimensiones. Se trata de otro de los edificios típicos de la zona rural, que se utilizaba para guardar al ganado por la noche. Su nombre proviene del uso puntual para aquellas, que por estar a punto de parir, se separaban del rebaño para resguardarse. Desde este punto se divisan Las Planas, una gran llanura cerealista creada en los años 40. Hasta entonces según los vecinos se trataba de un denso bosque de sabina que fue talado.

A menos de cien metros de la pista, antes de llegar a la paridera, es visible el Aljibe de las Lanas. En las zonas áridas estos puntos de recogida del agua para el ganado son vitales. Está ubicado en una vaguada que permite la recogida de las escasas precipitaciones. Se regresa por el mismo itinerario hasta el Mas del Guarda. De nuevo surge el mismo cruce y con cuatro caminos para continuar. Se toma el segundo camino comenzando por la derecha. Cien metros después se abandona la pista principal y se toma al frente otra que obliga a circular por las rodadas debido a su escaso tráfico. A pesar de ello el trazado no se pierde y se discurre por ella con relativa facilidad, con algún tramo algo denso de vegetación.

Sin pérdida poco a poco se va descendiendo y atravesando una zona con mayor densidad de sabinas y pinos, y con un sotobosque más rico. A la derecha se avista la zona por donde discurre la carretera nacional, así como la población de La Almolda, cuya característica silueta se recorta con la Sierra de Santa Quiteria.

Más abajo se pasa junto a algunos campos de cultivo. Tras una curva a la izquierda y cuando se llevan 8,3 kilómetros de recorrido se alcanza la pista inicial por la que se ha entrado en la Retuerta de Pina. Ahora sólo resta tomar dirección a la derecha y alcanzar la carretera.

Para la tarde se propone una visita a las poblaciones de Bujaraloz y La Almolda. La primera de ellas es considerada la capital del sur de los Monegros. Junto a la antigua travesía se abre una recoleta plaza con un pequeño monolito en recuerdo a Martín Cortés de Albacar, autor del manual de navegación más notable de Carlos V. Bajo un arco parte la calle que conduce a la iglesia de Santiago el Mayor. Data del siglo XVI y la fábrica se remata con galería de arcos de medio punto. La torre barroca se alza junto a la portada. Bordeando la iglesia por la derecha se alcanza una replaceta donde se alza el edificio civil más importante del pueblo, la casa de Torres-Solanot. El palacio data del siglo XVII y su alargada fachada tiene portada flanqueada por columnas con escudo nobiliario. En la planta noble cuenta con ventanas enrejadas y la fachada se remata con galería de arcos semicirculares bajo el alero.

A unos ocho kilómetros está La Almolda. Su casco urbano se asienta a los pies de la Sierra de Santa Quiteria. Desde la parte baja, junto al centro de convivencia de la tercera edad, arranca la calle Mayor. En el centro se abre la plaza del ayuntamiento. A escasa distancia está la plaza del Mercado, que conserva un viejo edificio renacentista porticado. En las calles adyacentes surgen buenas muestras de arquitectura civil. En la parte más alta del núcleo urbano está situada la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación. A sus pies se abre una plaza con un mirador de la villa. La visita a la población se completa tomando el coche y ascendiendo a la ermita de Santa Quiteria por una pista asfaltada que arranca de la parte baja del casco urbano. Está situada al borde de la sierra homónima y desde este punto las vistas de las tierras monegrinas del sur son magníficas. Un buen remate para la ruta ciclista propuesta.

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FINES DE SEMANA Ribera Baja del Ebro

Meandros del Ebro, el tramo más sinuoso del río

Los meandros más acentuados del río Ebro se encuentran en la comarca de la Ribera Baja. El paisaje se vuelve esplendoroso en la ribera, gracias al efecto milagroso de las aguas del río. Río, ribera y huertas constituyen un paisaje verde, en claro contraste con los montes deforestados de colores rojizos, pardos y ocres de los alrededores. Y en medio de este paisaje el Monasterio de Rueda, uno de los conjuntos monásticos más importantes de Aragón, resplandeciente tras su restauración.
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La propuesta del fin de semana arranca con la visita a Quinto, población situada al pie de la carretera de Castellón, a unos 35 kilómetros de Zaragoza. No llama la atención del visitante al ser atravesado, pero es de obligada visita. Una bonita plaza junto a la carretera muestra una iglesia y el ayuntamiento construidos tras la guerra civil. Al otro lado de la carretera su casco antiguo destaca por tres portales bajo los cuales discurren los accesos primitivos. Son los portales de San Antón, San Roque y San Miguel, con capillas dedicadas a los santos en su parte superior.

Sin embargo la joya de la localidad es la antigua iglesia parroquial. Del portal de San Miguel arranca una calle en ascenso hasta la parte más alta del pueblo donde se ubica la iglesia de la Asunción. Está situada en el lugar conocido como El Piquete, donde anteriormente hubo un castillo. Una obra mudéjar restaurada tras años de abandono que muestra una decoración mudéjar de bella factura. Y en su interior alberga el . En la exposición se muestran quince momias, que fallecieron en los siglos XVII y XIX. Son de diferentes edades, desde recién nacidos, pasando por niños, personas adultas y otras muy longevas para la época. Se exponen tras una cuidadosa limpieza, sin alterar su estado de sequedad absoluta lo cual han permitido su conservación. Se trata de la exposición de momias mejor conservadas de España. Desde el exterior de la iglesia se disfruta de amplias vistas de toda la población.

 

Por la tarde se toma dirección a Gelsa tras atravesar el río Ebro. A cuatro kilómetros está Velilla de Ebro. En vez de acceder al casco urbano se avanza por la carretera para acercarse al Yacimiento de Celsa. Se trata de una ciudad romana construida sobre un antiguo asentamiento íbero. Se puede pasear por sus calles perfectamente empedradas, y visitar los restos de varias viviendas, algunas de ellas con interesantes mosaicos como el de la casa de los Delfines. En este núcleo llegaron a vivir 3.500 personas. En el entorno hay un pequeño museo que amplia de manera notable la información con maquetas, piezas arqueológicas, etc, cuya visita es recomendable. Y en el entorno también se puede acceder a la ermita de San Nicolás de Bari. La devoción a este santo marinero evoca los siglos en los cuales el Ebro fue navegable. Desde este punto se puede disfrutar de una bella vista del pueblo de Velilla de Ebro enclavado entre los escarpes y el frondoso valle del Ebro.

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La carretera avanza junto a los meandros  del Ebro para llegar hasta Sástago. Antes de alcanzar el pueblo, se toma la dirección a La Zaida con el objetivo de descubrir el Castillo de la Palma. Se continúa en paralelo al río Ebro. Un kilómetro después de dejar la ribera se toma una pista amplia a la izquierda. Según su estado se podrá avanzar por ella hasta aproximarse al castillo, con un trazado de un kilómetro. En los numerosos desvíos debe tomarse por orden: primero a la izquierda, segundo a la derecha, tercero a la izquierda y cuarto a la derecha. Se alcanza así la base del castillo en ruinas, pero que conserva una bella estampa por las murallas que lo delimitan. Una rampa en zigzag desemboca bajo el arco de acceso al recinto defensivo. En su interior se conserva la ermita del Pilar, edificio de grandes dimensiones, y junto a ella la torre principal del castillo. En dirección al río se puede nuevamente disfrutar de excelentes vistas gracias a lo elevado del emplazamiento.

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Como final de la jornada se propone atravesar el casco urbano de Sástago y acto seguido su singular puente. La carretera asciende con un repecho en cuyo final aparece el desvío que conduce a la Torre del Tambor. Fue levantada esta torre circular durante las guerras carlistas. Por su interior se accede mediante escalera de caracol a la terraza superior, desde donde las vistas del río atravesado por el puente, el pueblo y los meandros del Ebro son muy bonitas.

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Para el domingo se reserva el plato fuerte del fin de semana. Tomando la carretera que conduce de Sástago a Escatrón, a mitad de camino está el desvío que conduce al Monasterio de Rueda. Se trata de uno de los tres monasterios cistercienses más importantes de Aragón. La mayor parte de la actual construcción fue levantada en el siglo XIII, tras la fundación del monasterio en el año 1202. Tras un magnífico trabajo de restauración se ha puesto en valor este monasterio, y se ha dotado de los servicios de restauración y de la hospedería. Tras atravesar la Puerta Real se accede a un gran patio delimitado por la Hospedería. Tanto la portería como el edificio de la hospedería se deben a ampliaciones del monasterio de los siglos XVII y XVIII. Al fondo se encuentra el edificio cisterciense. Se accede a través de la iglesia, y desde el claustro se puede entrar al resto de las dependencias: refectorio, lavatorio, sala capitular, cocina y locutorio en la planta baja. En la planta alta se han reconstruido los dormitorios y además se puede salir a la parte alta del claustro, con buenas vistas del mismo, así como de la magnífica torre del monasterio.

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La visita se completa con el elemento más singular, la rueda o noria, de donde toma el nombre este monasterio. Junto al acceso principal se rodea el recinto y en apenas unos minutos se llega a la gran noria la cual ha sido reconstruida. Se trata de la noria más grande de Europa en funcionamiento, con más de 16 metros de diámetro. Servía para elevar las aguas del río y se conducían al monasterio mediante un conjunto de tuberías subterráneas. Junto a la noria hay un molino harinero. Desde este punto parten varios senderos de corto recorrido que se introducen en la mejana, isla situada entre el río Ebro y el canal que abastece a la noria. Son muy recomendables debido a que atraviesan los frondosos bosques de ribera. Conducen a varios puntos de interés para ver la noria, el azud de Escatrón y el río Ebro. El paseo es muy fácil e interesante, pero en pleno verano los mosquitos pueden hacernos cambiar de opinión.

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Para completar el fin de semana se reserva para la tarde la Ermita de la Virgen de Montler. De vuelta a Sástago, y tomando la carretera que conduce a Bujaraloz, parte a corta distancia un desvío. La estrecha pista asfaltada recorre el monte hasta llegar a la recoleta ermita rodeada de un merendero. Desde este punto se aprecia mejor uno de los grandes meandros que forma el río Ebro que se completa una amplia panorámica de campos en claro contraste con los escarpes que bordean el río.

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