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EXCURSIONES Hoya de Huesca/Plana de Uesca

Salto de Roldán, dos colosos en la Sierra de Guara

El Prepirineo aragonés está formado por una serie de sierras que delimitan la Hoya de Huesca/Plana de Uesca al norte. Entre las más importantes está la Sierra de Guara, coronada por el Tozal de Guara, que se eleva a 2.077 metros de altitud. En su extremo más occidental se emplaza el Salto de Roldán, una de las elevaciones más singulares de la sierra, perfectamente visible desde la capital oscense.
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La autovía mudéjar, eje que vertebra Aragón, conduce de manera directa al Prepirineo aragonés. Una vez bordeada la ciudad de Huesca se toma dirección a Sabiñánigo y Jaca. La ruta discurre en paralelo al apenas visible río Isuela, en dirección al congosto formado por éste a partir de Nueno. Abandonando la autovía en el acceso a dicha localidad, se toma dirección a Sabayés.

Tres kilómetros de carretera sinuosa y se alcanza esta pequeña población cuya silueta viene marcada por la torre almenada de su iglesia. Merece la pena dar un paseo por su calle principal, donde se conserva la arquitectura tradicional, descubriendo recoletos rincones y casas con sus escudos nobiliarios. En la parte alta se alza la iglesia de San Andrés. Una escalinata conduce al porche de dos vanos que cobija el acceso, bajo la robusta torre que sirve de campanario.

Avanzando por la carretera, a escasa distancia del casco urbano, se alza la ermita de la Virgen del Patrocinio. Tiene la curiosa advocación de la Virgen de Gallinano, en referencia a las gallinas que avisaron de la presencia de ladrones, según cuenta la leyenda. Está ubicada en un lugar con una magnífica vista del pueblo y el Tozal de Gratal a sus espaldas. Justo al lado se ubica el Espacio Salto de Roldán.

Un centro de interpretación donde poder obtener información sobre el territorio que lo rodea. Mediante pequeñas exposiciones se profundiza sobre la percepción de las plantas y su interacción con los animales. En el espacio exterior se complementa con un pequeño jardín botánico.

A menos de doscientos metros surge un cruce donde se toma un desvío a la izquierda. La carretera asciende por la ladera trazando acusadas curvas. Un nuevo desvío a mano izquierda conduce al pueblo de Santa Eulalia de la Peña, también conocido como Santolarieta. Antes de llegar se aprecia la bella estampa de sus casas escalonadas y rodeadas de abundante arbolado a los pies de los riscos que lo cobijan. Su trazado termina en un espacio donde se alza el local social, la fuente-abrevadero y la iglesia de San Mamés y Santa Eulalia.

Una puerta da acceso al espacio cubierto de un manto verde que antecede a la construcción, en cuyo lateral se alza una torre con amplios vanos. Su casco urbano conserva pequeñas y estrechas calles que todavía guardan la esencia de antaño.

Se propone una excursión que se adentra en el desfiladero labrado por el río Isuela entre Nueno y Arguis visto desde las alturas. El objetivo es alcanzar la ermita de la Virgen de Ordás.

TIEMPODESNIVELDIFICULTAD
1h 30 min (ida)450 mmedia

Para ello es necesario ascender por una calle cementada a la parte más alta del núcleo. Allí parte un sendero señalizado a Ordás. Entre muros de piedra va ascendiendo. Diez minutos más tarde se toma el ramal a mano izquierda, antigua vereda que surca una ladera cada vez más poblada de carrascas. En la zona más agreste se asciende de manera más acentuada hasta aproximarse a unas crestas rocosas desde donde se avista el casco urbano de Nueno. Ahora le sucede un tramo más cómodo adentrándose en un frondoso pinar. A los tres cuartos de hora de marcha se alcanza una pista. Tomándola en descenso se toma dirección a la ermita. Unos veinte minutos más tarde se abandona la pista para coger una senda que atraviesa un tramo de abundante vegetación.

Un pequeño ramal permite visitar el pozo de nieve de Ordás situado apenas a cinco minutos. Un pozo abierto recubierto de mampostería que servía para almacenar la nieve y extraer hielo que se comercializaba en la capital de Huesca. Retomando la senda sólo resta un cuarto de hora más para llegar hasta el edificio de la ermita. En este lugar hasta el siglo XVIII hubo un asentamiento del cual quedan ahora sólo la iglesia y el castillo. La ermita data del siglo XII, como así lo atestigua el crismón románico sobre la portada. El interior se compone de una nave cubierta por arcos apuntados. El altar que cobija a la virgen se cubre con bóveda decorada con yeserías. A los pies se alza el coro con restos de policromía original y la pila bautismal románica.

Desde la explanada parte una senda de aproximación al cercano castillo, ubicado en un espectacular espolón rocoso. Su ubicación responde al mejor lugar para custodiar el desfiladero. La fortaleza se compone únicamente de un muro de mampostería, abierto en su parte inferior por una puerta adintelada, el cual impide la única zona de acceso al recinto defensivo. Su extremo es un magnífico mirador del congosto del río Isuela. Al norte se divisa el casco urbano de Arguis, mientras que al sur las vistas se amplían con la Hoya de Huesca/Plana de Uesca a los pies de la Sierra de Gratal.

A la vuelta se propone tomar un itinerario diferente. Se vuelve por la senda hasta tomar la pista, ahora en trazado ascendente. Sin abandonar su trazado se llega a la parte más alta donde desaparece la vegetación. Poco más adelante hay un observatorio de buitres, con vistas al muladar cercano. Desde este punto las vistas en dirección al sur son amplias. La pista desciende y se alcanza un cruce de senderos señalizado. Sólo resta tomar el camino más directo a Santa Eulalia de la Peña. Cerca del casco urbano se alcanza el primer desvío tomado en el inicio de la caminata.

Para la tarde se propone la visita al lugar más espectacular de la excursión, el Salto de Roldán. Desde la carretera de acceso a Santa Eulalia de la Peña parte una pista asfaltada que tras un kilómetro de recorrido alcanza una zona de aparcamiento. Esta formación rocosa está compuesta por dos colosales peñascos de conglomerados de altura similar que escoltan el desfiladero formado por el río Flumen.

La aproximación en vehículo se hace a la peña de San Miguel, de 1113 metros de altitud. Enfrente la peña Amán que se eleva a 1114 metros. Las dos peñas fueron denominadas peñas de Sen y Men respectivamente, en cada una de las cuales hubo un castillo. La denominación actual parece más reciente. Este nombre alude a una tradición según la cual el noble francés Roldán, de los Cantores de Gesta, perseguido a lomos de su caballo habría salvado el espacio entre ambas peñas para huir de sus enemigos.

De la explanada parte un itinerario bien marcado. Se llega a un punto en el cual la senda discurre por una repisa. En ella hay que prestar atención al punto de partida de las clavijas que salvan el primer tramo vertical del ascenso. Se deslizan por la roca amoldándose de manera no uniforme. Se llega a otra repisa y nuevamente hay que superar un tramo vertical. Una escalera metálica ayuda a conectar con otro tramo de clavijas en este caso algo más complicado. En esta nueva repisa no queda más que continuar en dirección este para culminar el ascenso total en unos veinte minutos.

Antes de llegar aparece un torreón cubierto de vegetación, el cual servía para defender la parte más vulnerable de la muela. La primera construcción de la cima de la peña de San Miguel que aparece es un aljibe tallado en el suelo y de planta rectangular. La cima es prácticamente plana y carece de vegetación. En su parte central está situado el castillo de Sen. Del mismo solamente resta un edificio de planta rectangular. Son los restos de la primera planta de la torre del homenaje del castillo. Hacia el oeste aparecen los restos de la capilla románica del castillo que data del siglo XII. De ella apenas quedan los arranques de los muros en la zona del ábside y el perímetro de la pequeña nave rectangular.

La vista desde la cima es espectacular. Hacia el sur se puede apreciar toda la Hoya de Huesca/Plana de Uesca sin ningún tipo de obstáculo. Hacia el norte discurre el valle formado por el río Flumen con el Prepirineo que lo delimita y al fondo las cumbres del Pirineo. Es posible acercarse hacia el río Flumen para poder apreciar lo majestuoso del estrecho que separa ambas montañas, de unos trescientos metros de distancia. La altura hasta el cauce es de quinientos metros, con paredes prácticamente verticales. El espacio inferior entre ambas se denomina las Palomeras, topónimo procedente de las numerosas palomas que habitaban el estrecho.

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Cinco Villas EXCURSIONES

Luesia y Biel, a los pies de la Sierra de Santo Domingo

Al norte de las Cinco Villas se localizan dos pintorescos pueblos que conservan en su casco urbano la esencia de su riqueza patrimonial de antaño. Su ubicación, a los pies de la Sierra de Santo Domingo, ofrece al visitante un añadido paisajístico a la visita. En sus faldas nacen los ríos Arba de Luesia y Arba de Biel. El enclave natural más conocido y valorado es el pozo de Pigalo.
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Para acceder a esta zona es necesario encaminarse a la capital de la comarca de las Cinco Villas, Ejea de los Caballeros. A esta villa se puede llegar provenientes de la carretera de Logroño, desde Alagón. También es posible la aproximación desde la autovía mudéjar, partiendo del entorno de Zuera.

Al norte de la capital cincovillesa parte una carretera de montaña. Aunque en su tramo inicial discurre cerca el río Arba de Luesia, después de atravesar la localidad de Rivas sigue el curso de uno de sus afluentes, el río Farasdués o Agonía. Tras recorrer unos veinte kilómetros aparece el desvío al pequeño enclave de Asín. Es recomendable dejar el vehículo a la entrada, junto a las antiguas escuelas. Un paseo por sus calles ofrece al visitante bellas muestras de arquitectura civil, con portadas y ventanas decoradas. Se concentran principalmente a lo largo de su calle mayor. En la parte alta del núcleo se alza la iglesia de Santa María. La construcción románica data del siglo XIII. Destaca por el gran volumen de su ábside semicircular. La puerta de acceso, de arco de medio punto, ofrece en el tímpano un crismón rodeado de estrellas y flores. Sobre el tejado se alzan dos espadañas donde se alojan las campanas. Abandonando la calle principal se alcanza en unos minutos la fuente vieja. Enclavada en un bello rincón con abundante sombra situado a los pies de un puente reconstruido hace un siglo. Entre sus sillares se conserva una inscripción romana.

Detalle de la portada de la Iglesia de Santa María de la población de Asín.

Retomando la carretera y surcando el frondoso valle se alcanza la población de Luesia en diez kilómetros más de ruta. El asentamiento actual es de origen musulmán, citado como Hisn Lawassa, en referencia a la fortaleza árabe. De manera temprana pasó a manos cristianas convirtiéndose en Lusia. En la travesía de la carretera se emplaza la oficina de turismo, punto de partida para la visita. Desde allí lo primero es acudir a la iglesia de San Esteban, emplazada en un montículo. El edificio alberga en su interior el museo de arte sacro de la localidad. La nave conserva su estructura románica, dividida por arcos fajones sobre columnas con capiteles de decoración floral. El presbiterio se cubre con bóveda de cuarto de esfera. En la capilla barroca del Santo Cristo se conserva la antigua portada románica. En cuanto al museo, cuenta con retablos, imágenes religiosas y orfebrería procedentes de las tres iglesias con que cuenta la localidad. Desde este punto se desciende hasta la calle del Burgo, como se conoce la arteria principal. En ella se abre la plaza mayor y más adelante la plaza de la Villa, donde está el edificio del ayuntamiento. Se trata de un palacio renacentista aragonés del siglo XVI. Su fachada cuenta con tres plantas separadas por molduras. La baja con el acceso de arco de medio punto, la noble con vanos adintelados y la superior con galería de arcos de medio punto bajo el alero de madera.

Fachada del ayuntamiento de Luesia.

Desde este lugar arranca la calle de San Pedro en dirección al castillo. En este sector se levantaron viviendas que denotan el esplendor arquitectónico de los siglos XVI y XVII. Palacios con bellas portadas y ventanas, escudos heráldicos y bonitos aleros. En la parte más alta del pueblo se emplaza la iglesia de San Salvador. De su fábrica románica se conservan al exterior dos ábsides semicirculares de gran altura y una portada en desuso junto al escalinata de acceso. Dentro del pórtico sorprende la portada principal. Cuatro arquivoltas de medio punto y capiteles historiados se completan con un tímpano donde aparece Cristo rodeado por los evangelistas. Bordeando la iglesia se puede avistar la imponente fortaleza del siglo XII, sin restos de la etapa musulmana. El elemento más importante es la torre pentagonal que se yergue sobre un promontorio rocoso. En el lado opuesto del montículo se levantaba otra torre de la que sólo quedan los cimientos.

Vista de la población de Luesia desde la ermita de la Virgen del Puyal.

Un poco más adelante, ligeramente separada del pueblo, está la ermita de la Virgen del Puyal. Mandada construir por Jaime I en el siglo XIII, sólo resta de esta etapa la cabecera. El resto fue levantado entre los siglos XIV y XVIII. Su nave se cubre con arcos apuntados y la portada se cubre con un gran arco de medio punto con una torre en un costado. Su virgen, una talla de alabastro del siglo XV, es de gran devoción entre los vecinos.

Tras la visita al casco urbano ahora toca descubrir el entorno natural que atesora en su término municipal. Al salir el pueblo se toma dirección a Uncastillo. Un poco más adelante parte una pista de tierra en buen estado. Poco a poco se aproxima al cauce del río Arba de Luesia. A los seis kilómetros y medio, junto a un antiguo molino, parte un desvío a mano izquierda. Otra pista que conduce en menos de tres kilómetros hasta la base de las Torres de Sibirana. Para acercarse se toma un poco más adelante un camino a mano derecha. Se trata de una fortaleza defensiva imponente. Disputada entre musulmanes y cristianos, la fábrica actual data de finales del siglo XI. Consta de dos torres de planta rectangular encaramadas sobre unos riscos de acceso muy complicado. Enfrente se alzan los restos de la ermita románica de Santa Quiteria. A pesar de su estado todavía conserva la portada coronada con un crismón trinitario y la nave rematada con ábside semicircular.  

Torres de Sibirana.

Es necesario volver al cruce anterior para alcanzar uno de los iconos por los que es conocida Luesia, el Pozo de Pigalo. Lugar muy frecuentado de baño durante el verano, el resto del año ofrece todo su potencial natural. Desde el punto anterior, hay un kilómetro de distancia hasta el aparcamiento de vehículos. Cerca se encuentra el paraje, una piscina natural de aguas cristalinas y de gran profundidad. El río Arba de Luesia vierte el agua mediante una pequeña cascada. A la salida un gran escarpe calcáreo se introduce en el fondo de la poza y sobresale por uno de los extremos a modo de muralla natural escalonada. Su entorno es de gran belleza, con el cauce surcando un frondoso valle. A su alrededor dispone de un área recreativa y un camping.

Vista del Pozo de Pigalo.

Para la tarde se propone ascender hasta uno de los mejores miradores del municipio. Volviendo a las inmediaciones de Luesia, parte un camino asfaltado que conduce al campo de fútbol. A partir de este punto se convierte en una pista que atraviesa una masa forestal formada por robles, carrascas y pinares. En las zonas de umbría también surgen rodales de hayedos que se alternan con pastizales. Finalmente la vegetación va disminuyendo y las vistas se van abriendo. Se alcanza la cumbre, Puig Moné, a 1.303 metros de altitud. Allí se ubica un refugio forestal. Al norte, en primer plano, se avista la Sierra de Santo Domingo y tras ella la cordillera pirenaica. Al sur se puede divisar la Sierra de Guara e incluso el Moncayo en días claros. Y al oeste, a los pies, el valle formado por el río Arba de Luesia.

Vista desde Puig Moné en dirección al norte, con la Sierra de Santo Domingo.

Para continuar con la excursión se toma la carretera que conduce a Biel, una vez recorridos quince kilómetros. Lo primero que se divisa es la figura de su castillo, uno de los atractivos de esta pintoresca localidad. En la entrada de la población, frente a una fuente, parte una calle ascendente y sinuosa que deja a los pies de la iglesia de San Martín, construcción adosada a la fortaleza defensiva. La actual construcción se debe a una reforma del siglo XVI. Al exterior sus muros se engalanan con una galería de arquillos en su parte alta. El acceso principal se encuentra en un lateral, entre dos contrafuertes. Su interior consta de una nave cubierta con bóveda de crucería que se culmina con cabecera poligonal. A los pies se levanta el coro, que se apoya sobre una preciosa bóveda nervada. Entre los elementos de interés está el retablo mayor y la cripta románica descubierta tras la restauración integral del edificio.

Vista de Biel, con la torre y la iglesia de San Martín en el centro.

En el lado opuesto se alza su castillo mandado construir por el rey Sancho III El Mayor. La actual fábrica data de la segunda mitad del siglo XI. Su estructura responde a un donjón, construcción de influencia europea que consta de una torre del homenaje destinada a vivienda, rodeada de un pequeño recinto defensivo ya desaparecido. La torre de grandes dimensiones se asienta sobre la roca y alcanza una altura de 30 metros. En la actualidad se cubre con un tejado a cuatro aguas. Cuenta con cinco plantas, con una superficie de más de cien metros cuadrados cada una de ellas. En sus muros se abren abundantes saeteras, ventanas estrechas adecuadas a su carácter defensivo. En el siglo XVI se produjo una reforma en la cual se abrieron grandes ventanales. En la parte superior se abren huecos que permitían el acceso a cadalsos individuales. Se trataba de estructuras de madera, salientes respecto a torre, destinadas a la defensa de la fortaleza.

La visita a la localidad se complementa con un paseo por sus calles. Desde la entrada parte una calle mayor. A mitad de la misma un pasarela de madera conecta dos casas, una de ellas Casa Pelaire. Un poco más adelante surge la plaza Baja, con uno de los edificios más singulares del pueblo. Casa Manolete destaca por el porche en su parte baja y la galería de madera sobre el mismo. Esta plaza era el lugar de encuentro entre cristianos y judíos. Contó con una de las juderías más importantes de Aragón, llegando a aglutinar a la mitad de la población del núcleo. Los judíos llegaron en el siglo XI, organizándose como aljama o concejo en la segunda mitad del siglo XIII. Con el edicto de expulsión de 1492 se vieron obligados a emigrar, aunque muchos se convirtieron al cristianismo. Un recorrido señalizado por las calles que acogían casi un centenar de viviendas permite evocar el pasado. En la margen contraria al castillo, en paralelo a la calle mayor, discurren otros viales entre los cuales destacan bellos ejemplos de su rica arquitectura civil. Entre ellos Casa Fuertes, que luce portada con dovelas cajeadas y decoradas con motivos geométricos. Y un poco más adelante aparece la casa de la Villa, uno de tantos edificios civiles relevantes de la población. Descendiendo por la calle San Juan se llega al comienzo del recorrido, en la entrada de la localidad.

Calle Mayor de la localidad de Biel. En primer plano Casa Pelaire.
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Cinca Medio EXCURSIONES Somontano de Barbastro

Fonz y Estadilla, a los pies de la Sierra de Carrodilla

La Sierra de Carrodilla constituye el extremo más occidental de las sierras prepirenaicas oscenses.  Su punto más elevado es el Buñero, que se alza a 1109 metros de altitud. En su corazón se ubica el santuario de la Carrodilla. A piedemonte se asientan poblaciones como Estadilla y Fonz que atesoran un patrimonio arquitectónico de gran valor. La Fuente de los doce caños de Estadilla y el conjunto de palacios de Fonz son buen ejemplo de ello.
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La autovía entre Huesca y Lérida conduce a la zona más oriental de Aragón donde se localiza la zona a visitar. La salida para entrar en el casco urbano de Monzón sirve también de acceso a Fonz, pero en sentido contrario. Aunque de origen árabe, la reconquista fue forjando un emplazamiento que dependió del obispado de Lérida. Las vacaciones estivales de los obispos influyeron notablemente en la construcción de monumentales palacios que posee la población.

La visita arranca en la travesía, junto a la Fuente de Abaix. Destaca la decoración gótica mediante un arco conopial de sillería. Bajo tierra es posible la visita del caño o pasadizo que se adentra bajo el casco urbano y de donde proceden las aguas del manantial. Desde este punto parte una calle que asciende de manera directa al centro de localidad. En su recorrido se pasa a los pies de la Casa Moner. En ella nació Pedro Cerbuna, fundador de la Universidad de Zaragoza. Se trata de un palacio renacentista aragonés construido en el siglo XVI. Su fachada de traza curva cuenta con dos plantas construidas en piedra sillar y ladrillo que se remata con galería de 37 arcos de medio punto bajo el alero. Este fue el palacio más importante de la población, siendo de la familia Bardaxí y posteriormente Moner, las familias más poderosas. Un poco más arriba, esta vez a mano derecha, se alza la Casa Fiscal. A pesar de su modesta fachada, se trata de una de las pocas que conserva todavía la estructura interior de las estancias.

Se alcanza la plaza Mayor, catalogada como monumento histórico-artístico hace unas décadas. En un rincón aparece la fuente monumental, obra del año 1567 de piedra sillar. Un arco de medio punto cobija los seis caños adornados con máscaras diferentes. Se cubre el conjunto con un frontón triangular. Junto a la fuente se alza uno de los inmuebles más monumentales de la plaza, el palacio de los Gómez de Alba. La fachada se eleva a gran altura con una acusada esquina que da a la plaza. En su parte superior sorprende un curioso garitón. El acceso se abre en la parte alta de la plaza, junto a un pintoresco rincón formado por el Arco Codera. La fachada luce vanos con rejas en planta baja, vanos adintelados en la primera y galería de arco de medio punto doblado en ladrillo.

En el otro extremo de la plaza se alzan el resto de edificios de interés. La Casa Gilleuma-Moltó con su colorida fachada y poco después el antiguo palacio de los obispos de Lérida, ahora ayuntamiento. En su interior se ubica la oficina de turismo desde donde comenzar la visita guiada a la localidad. Obra del siglo XVI presenta típica fachada de palacio renacentista aragonés. Luce portada clásica y sobria fachada de ladrillo en su parte alta culminada con galería de arquillos. En su interior alberga el Centro de Interpretación del Renacimiento. El resto de la plaza se complementa con una zona porticada y otros palacios de interesante factura. Frente a ellos una elegante escalinata conduce a la iglesia de la Asunción. Es una construcción de estilo gótico aragonés, del año 1617. Al exterior sobresalen la portada cubierta por un elegante pórtico y la torre de planta octogonal en los cuerpos superiores.

Recorriendo la plaza en sentido contrario, parte una calle que sirve de aproximación a la Casa de los Barones de Valdeolivos o Casa Ric. Visita obligada en la población es poder adentrarse en su interior para sumergirse en la historia de esta familia. El edificio data del siglo XVII. La familia Ric recibió la Baronía de Valdeolivos en 1765. El tercero barón, Pedro María Ric, fue regente de la Real Audiencia de Aragón y diputado en las Cortes de Cádiz. Se casó con la condesa de Bureta, heroína de los Sitios de Zaragoza. El recorrido por su interior se inicia en la capilla y continua por las diferentes estancias nobles que se conservan sin apenas modificaciones. Se completa con una colección pictórica de gran valor. Además la familia acumuló documentos familiares desde el año 1242 y unos 4000 volúmenes que forman una biblioteca pública ya que junto con el resto de instalaciones ahora son propiedad de la Diputación General de Aragón al ser donados por la familia.

La visita al casco urbano pone su broche final en la ermita de San José. Tras atravesar la plaza Mayor y el arco Codera, se abandona el casco urbano por una pista de apenas un kilómetro tomando en todos los cruces el ramal izquierdo. La sencilla construcción cuenta con un pórtico a los pies. Desde este punto hay magníficas vistas del valle del Cinca así como de localidad.

Ocho kilómetros separan Fonz de Estadilla. El punto de partida de la visita es la Puerta del Sol, que se precede de una plaza ajardinada, uno de los puntos con mayor actividad del pueblo. En uno de los rincones se levanta el acceso medieval al núcleo más importante. Un arco de sillería del siglo XVI se flanquea por dos edificios a modo de torreones adelantados. Desde este punto parte la calle mayor, flanqueada por buenos ejemplos de arquitectura civil. Se alcanza la plaza Mayor, a la cual se accede directamente bajo uno de los porticados laterales. Este espacio es uno de los rincones más bellos de la localidad. Otro de los costados está formado por el edificio del ayuntamiento, de factura renacentista aragonés del siglo XVI. En la parte alta discurre una galería de vanos de doble arcada de medio punto. La plaza cuenta con un conjunto de fachadas de gran colorido en perfecta armonía con los palacios que completan el conjunto.

Desde este punto una calle conduce a la iglesia de San Esteban, cuyo edificio actual es producto de la reconstrucción tras el paso de la guerra civil. Desde la plaza, una calle en fuerte descenso va camino de la fuente. Junto a las últimas casas estaba el Portal de la Fuente. En este punto se ha acondicionado una pequeña plaza que cuenta con un magnífico mirador. A unos cinco minutos, fuera del casco urbano, se encuentra la Fuente de los doce caños. Sus alrededores han sido ajardinados dando lugar a un acogedor lugar de recreo. La construcción data del año 1735 bajo influencia neoclásica. Cuenta con una fachada con tres arcos de medio punto, los cuales albergan doce cabezas de león, a través de las cuales mana el agua. Junto a ella se acondicionó un lavadero público.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es exc29_fuente12canosestadilla-5.jpg

La jornada puede terminarse con la visita al Santuario de Carrodilla. Desde la Puerta del Sol parte una calle que bordea el casco urbano. Una pista en estado aceptable se adentra en la sierra a lo largo de seis kilómetros, con algunos tramos de mayor desnivel que se presentan cementados. El santuario se emplaza a 814 metros de altitud. El topónimo tiene relación con el carro de unos carboneros donde según la leyenda se apareció la virgen. La iglesia actual hunde sus orígenes en el siglo XIII, siendo reformada en el siglo XVI. En este siglo y el siguiente se construyó la casa y la hospedería. El conjunto se abre a una gran explanada y presenta cinco arcos de medio punto que cobijan un porche. Bajo ellos una bella portada que sirve de acceso a un pasadizo interior. La iglesia se culmina con el presbiterio delimitado del resto de la nave por un gran arco rebajado. Este espacio se cubre con bóveda de lunetos de la cual se descuelga un pináculo de gran belleza y singularidad.

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Cinco Villas EXCURSIONES

Valdonsella, un valle de osos y lobos

El valle de Onsella, conocido históricamente como Valdonsella, está ubicado en el límite norte de la provincia de Zaragoza. Su nombre hace referencia a la existencia de osos en el pasado.  El valle se descuelga de la Sierra de Santo Domingo discurriendo en dirección este-oeste. Sus pequeños pueblos conservan una arquitectura tradicional bien conservada, con elementos sobresalientes como el torreón de Navardún y las casas nobiliarias de Longás.
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El acceso natural a este pequeño valle es la localidad de Sos del Rey Católico, una de la Cinco Villas, que tomó el apellido de su hijo más ilustre. Hasta este enclave se accede por la carretera que vertebra la comarca de sur a norte partiendo del valle del Ebro desde Gallur o Alagón. Una vez rodeado el promontorio donde se alza Sos, en ocho kilómetros se alcanza la puerta de la Valdonsella.

El casco urbano de Navardún se asienta en una vaguada, salvaguardada por la torre del antiguo castillo. El acceso conduce directamente a la plaza principal, donde alza el ayuntamiento. El histórico edificio luce un magnífico escudo fechado en 1690. Se trata de un palacio aragonés con arco de medio punto y en la última planta alberga una galería de huecos rectangulares. Un paseo por sus calles descubre una cuidada arquitectura con fachadas de piedra, a la vez que se observan los restos de fustes y capiteles del patio de armas del castillo. En la parte alta está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción de principios del siglo XII.

Ante una bella plaza se alza su portada escoltada por columnas lisas y capiteles con decoración de hojas, con una banda de ajedrezado alrededor. Completan el conjunto el ábside románico y la espadaña a los pies.

El punto de mayor interés de la población es el castillo. Se accede una vez rebasado el casco urbano, mediante un pequeño ramal. Estuvo compuesto por distintas dependencias en torno a un patio de armas, del cual sólo se conserva la planta. En uno de los costados se alza la torre del Homenaje. Se trata de una de las más voluminosas de este tipo en Aragón, con una altura de 26 metros. Se accede a través de una puerta elevada que deja en la parte señorial. De sus cuatro plantas, la más baja sirvió como almacén. El resto de las plantas se cubrían con techumbres planas de madera. En la planta noble se abren ventanas ajimezadas de arco apuntado, además de una letrina. Se puede acceder a la terraza almenada, con excelentes vistas de la localidad y de todos los alrededores.

Poco más adelante es necesario tomar la carretera que acompaña al río Onsella. Encaramadas al valle se alzan las casas y la iglesia de Isuerre. Esta pequeña población cuenta con un magnífico mirador desde la plaza mayor y la iglesia de San Esteban, obra románica reformada posteriormente. Un paseo desde la parte trasera de la iglesia alcanza una recoleta plaza que conserva la esencia de la arquitectura típica de la zona, que cuidan con mimo sus habitantes. Otras dos portadas en el resto del pueblo atestiguan la nobleza de sus antiguos dueños.

A poco más de tres kilómetros se asienta otra pequeña población de la Valdonsella. Un desvío conduce a Lobera de Onsella. Su topónimo hace referencia a los lobos que poblaron antaño esta zona. En el centro se abre la plaza principal, un espacio amplio del cual parten buena parte de las calles del pueblo. Una calle con escalinata ofrece la visión del ayuntamiento y la torre de la iglesia ubicados en la parte alta. Cerca de la plaza destaca la casa Plano, que luce una excelente portada rematada con frontón y pináculos. La puerta cuenta con columnas achaflanadas a ambos lados. Un pequeño paseo servirá para saborear la cuidada arquitectura popular de su casco urbano.

La carretera que discurre por el valle llega a su fin en Longás. Se trata de uno de los pueblos más pintorescos de la ruta. Recibe al visitante la calle principal flanqueada por un conjunto de casas señoriales de piedra con grandes portalones y bellas ventanas geminadas. Un poco más arriba está la iglesia de Santa María, obra del siglo XVI. Sobresale su torre de planta cuadrada, singular por la torreta adosada que contiene la escalera de caracol de acceso. Merece la pena un paseo pausado por sus calles donde sorprende una arquitectura civil sobresaliente para una población tan pequeña.

Para culminar la excursión se propone coronar la Sierra de Santo Domingo mediante una pista que parte a la entrada del pueblo. Se encarama por la ladera salpicada de bojes y aliagas, ascendiendo fuerte mediante continuas lazadas. Tras este primer repecho se alcanza una gran llanura surcada por campos de cultivo. Más adelante el trayecto se adentra en una zona con más arbolado, donde predomina el pinar acompañado de abundantes hayas y serbales blancos. Se alcanza el Portillón de Longás, situado a 1.235 metros, tras despejarse la vegetación. La conforma una abertura en la cresta rocosa, la cual permite la conexión con Biel y Fuencalderas. Antiguamente este paso servía para controlar el número de cabezas de ganado que lo atravesaban.

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50´ (ida)300 metrosfácil

La pista continúa hacia el punto más alto de la sierra. Este trayecto puede realizarse por un sendero que parte de la pista a escasa distancia del portillón. Hayas, bojes, acebos y otras especies cubren por completo la umbría a lo largo de casi media hora de ascensión. Arriba se alternan progresivamente algunos pastizales hasta desembocar de nuevo en la pista para emprender el tramo final. Un amplio pastizal en forma de vaguada sirve de cobijo a la ermita de Santo Domingo.

Una sencilla fábrica rectangular de piedra, con tejado formado por amplias losetas. A mano derecha, rodeada de masas de boj está el Pico de Santo Domingo, coronado por el punto geodésico, a 1.524 metros de altitud. Desde este punto se divisa perfectamente la vertiente sur, con las crestas rocosas de la sierra, el Puig Moné y al fondo el Moncayo. En el lado opuesto a la ermita se alza otra elevación donde un panel de interpretación permite identificar todas las cumbres pirenaicas visibles desde este magnífico mirador. El descenso puede realizarse directamente por la pista hasta alcanzar de nuevo el portillón.

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Campo de Borja EXCURSIONES

Campo de Borja, rico patrimonio regado con buenos vinos

La comarca del Campo de Borja se encuentra fuertemente ligada a la producción vinícola. Sin embargo este territorio situado a piedemonte del Moncayo tiene mucho más que ofrecer. Su capital, Borja, aglutina un buen número de edificios de interés. El Santuario de Misericordia, ahora famoso por el Ecce Homo, con magníficas vistas de la comarca. Y la visita a un palacio con un contenido de gran valor histórico, perteneciente a los Condes de Bureta.
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El acceso natural a la comarca del Campo de Borja es la carretera de Soria, que parte del valle del Ebro a la altura de Gallur. Toma dirección a las tierras del Moncayo, mítica montaña siempre visible desde cualquier punto de esta comarca. La primera localidad en toparse es Magallón. La antigua carretera se dirige al casco urbano. Antes de alcanzar las primeras viviendas, un camino asfaltado conduce al convento de los Dominicos, antigua sede del ayuntamiento. Se trata de un palacio aragonés de grandes dimensiones que se remata con galería de arquillos. Junto al mismo se encuentran los restos de la iglesia de Nuestra Señora de la Huerta, importante muestra del mudéjar del siglo XIV. Tras su abandono ahora sólo conserva los muros y el ábside octogonal decorado con paños de arcos entrecruzados y rombos de ladrillo. Además se abren grandes ventanales apuntados, en cuyo interior lucen delicados trabajos en yeserías mudéjares. 

Desde este punto arranca la calle principal, que aglutina varios ejemplos de palacios que denotan la importancia de la villa en el pasado. De ella parte una calle que desemboca en la plaza de España. Está formada por un conjunto de inmuebles de diferentes épocas, algunos de los cuales cuentan con porche. La plaza está presidida por el edificio del ayuntamiento, con fachada de ladrillo y soportales en su parte inferior. En un costado de la plaza destaca la ermita del Rosario, levantada en el siglo XVII. Su fachada en ladrillo resalta por la abundante decoración barroca.

Volviendo a la vía principal, un poco más adelante parte una calle que asciende de manera directa a la parte alta, donde estuvo el castillo. Una escalinata antecede a la iglesia de San Lorenzo. El edificio fue levantado en el siglo XIV, aunque ha sido reformado en numerosas ocasiones. Cuenta con tres naves cubiertas con bóvedas de crucería estrellada. Su austera fachada contrasta con la vista posterior de la construcción, donde se aprecia el único resto del castillo, la torre del Homenaje reconvertida en campanario de la parroquial. El entorno de la iglesia constituye un magnífico mirador de la comarca.

Avanzando en dirección a Tarazona, en cinco kilómetros se alcanza la capital comarcal. Borja está coronado por la silueta del espolón yesífero donde estuvo ubicado el castillo, del que actualmente quedan escasos restos. Desde la travesía parte una calle que conduce directamente a la Puerta de Zaragoza, donde está ubicada la oficina de turismo. Antes se pasa junto a la sobria fachada del Convento de la Concepción, cuya iglesia destaca por su decoración barroca. Atravesando el portal, perteneciente a la antigua muralla medieval, se avanza al frente para luego tomar la primera calle a la derecha que desemboca en la plaza de Santa María. La ex-colegiata de Santa María cuenta en su fachada con un atrio de grandes dimensiones que guarece el acceso, abierto en sus costados por arcos de medio punto. El exterior se completa con dos esbeltas torres, una de ellas mudéjar conocida como Torre del Reloj, y la otra de estilo clasicista. La iglesia cuenta en su interior con una amplia nave culminada con ábside poligonal, decorada con yeserías de estilo neoclásico.

Junto a ella se encuentra el Museo de la Colegiata. Tras una profunda restauración del palacio renacentista, sede del hospital Sancti Spiritus, ahora alberga tres plantas con diferentes salas expositivas que muestran fondos religiosos, en torno a un pequeño patio de bella factura. Cerca de la plaza se encuentra la Casa de las Conchas, edificio del siglo XVI. Debe su nombre a la forma de los clavos que decoraban su puerta. La fachada principal en ladrillo cuenta con acceso de medio punto bajo escudo de armas. Destacan dos vanos compuestos por arcos mixtilíneos con decoración en yesería de estilo gótico. Volviendo a la arteria principal, en ella se abre la plaza del Mercado. Uno de sus costados alberga la zona porticada. El inmueble de mayor antigüedad es la Casa de los Angulo, con bella puerta de ingreso que se abre bajo los porches.

Tomando la calle San Bartolomé se pasa cerca de la Casa de Doña María de Aguilar, un palacio del siglo XVI. Destaca la típica arquería aragonesa bajo el alero. A escasos metros se levanta la plaza del Olmo. En un rincón parte la calle de San Francisco, donde se fueron construyendo a lo largo de los siglos XVI y XVII un buen número de palacios. Esta vía de comunicación termina al flanquear el Arco de Santo Domingo. Perteneciente al recinto medieval data del siglo XVI y se compone de un gran arco. Al otro lado se abre una plaza, con la antigua iglesia de San Miguel en un costado. El Museo de Arqueología utiliza como espacio expositivo el interior de la iglesia tras su restauración. Una serie de vitrinas muestran al visitante los restos arqueológicos de toda la zona.

De nuevo se vuelve por el mismo camino hasta la plaza del Olmo y sólo resta tomar una calle para llegar a uno de los espacios más bellos de la localidad, la plaza de España. Presidida por el ayuntamiento, la sede se emplaza en un palacio aragonés del siglo XVI. En su fachada de ladrillo se abren vanos adintelados, con balcones en planta principal flanqueando el escudo de la villa. Se culmina con galería de arcos de medio punto doblados. Otro de los edificios destacados de la plaza es el antiguo Pósito Municipal. En él se almacenaba el grano para los tiempos de carestía. Todavía luce en su fachada el escudo municipal.

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Para la tarde se propone la visita al Santuario de Misericordia, tomando la carretera que parte del casco urbano. Situado a una distancia de cuatro kilómetros, está enclavado al borde de la muela de Borja, una gran planicie elevada del resto del paisaje a una altitud de 784 metros. El conjunto original lo constituye la hospedería y la iglesia, rodeada por abundantes viviendas de recreo salpicadas en medio de un amplio pinar. Tras dejar el coche en el aparcamiento, se cruza la carretera y se asciende a la plaza situada ante el edificio.

Una rústica fuente de piedra antecede al acceso principal, que sirve de acceso tanto a la iglesia como a la hospedería. Fue construido en el siglo XVI para albergar a los clérigos que atendían el culto del santuario. Una escalera conduce a las antiguas habitaciones, ahora utilizadas como pequeñas viviendas para el verano. En cuanto a la iglesia, ésta consta de una nave con capillas laterales. En agosto de 2012 saltó a la fama este espacio gracias al repinte de una obra del pintor Elías García, el Ecce Homo, por parte de una parroquiana, Cecilia Giménez. El resultado poco acertado se extendió por redes sociales a todo el mundo, provocando un peregrinaje de curiosos para ver el resultado de la obra, depositada en la iglesia del santuario. Además se ha creado un museo dedicado a la pintora local, en los bajos del edificio de la hospedería.

La visita al santuario se puede completar con la ascensión al Calvario. Un estanque situado junto al albergue, a escasos metros del santuario, es punto de partida del camino de ascenso. También se puede ascender en coche tomando un desvío posterior en la carretera. Atravesando el pinar se alcanza la ermita del Calvario. Se trata de una curiosa fábrica levantada en 1565, siendo de planta circular en piedra de sillar. Las vistas del campo de Borja desde este punto son amplias y de gran belleza.

Como final de excursión se reserva la pequeña localidad de Bureta, que esconde una de las joyas arquitectónicas de la comarca. Desde Borja parte la carretera de Ainzón, y desde allí sólo restarán dos kilómetros para alcanzar el destino. En pleno casco urbano se abre una gran plaza donde se levanta el Palacio de los Condes de Bureta. El edificio corresponde a una sucesión de etapas que culminan en el siglo XVII, siendo el elemento más singular la galería de arquillos de arcos de medio punto en ladrillo que culmina parte del edificio. En 1678 fue otorgado el título nobiliario a Antonio María de Resende por el rey Carlos II. Durante los Sitios de Zaragoza, la Condesa de Bureta tomó protagonismo como heroína gracias a las gestas y al ofrecimiento de parte de su patrimonio en la lucha contra los franceses. Tras su restauración se ofrece la visita al interior del palacio, conservado en excelente estado. En la primera planta se encuentra la biblioteca, con un valioso archivo con documentos que abarcan los siglos XII al XIX. Otras estancias son la sala de música o la sala de billar. En la segunda planta se pueden visitar los aposentos de la condesa, así como el comedor y salón Blanco, uno de los más interesantes de todo el complejo residencial. La última planta constituye el espacio abierto por una amplia galería, con buenas vistas de los alrededores. Desde el palacio se puede acceder a la tribuna de la iglesia de Santa Cruz, adosada al palacio y que fue costeada por los condes. Construida en el siglo XVII, consta de nave rectangular cubierta con bóveda de lunetos. Al exterior, la fachada fue proyectada con dos torres, una en cada costado. Sin embargo sólo se llevó a cabo una de ellas, de sección octogonal y rematada con chapitel bulboso.

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Andorra-Sierra de Arcos EXCURSIONES

Oliete, en el corazón del Parque Cultural del Río Martín

En el curso medio del río Martín se asienta Oliete. Su entramado urbano cuenta con tres portales, testigos del antiguo recinto amurallado. A intramuros las calles son estrechas y empinadas, herencia de su pasado morisco. En su término municipal cuenta con dos yacimientos íberos, un elemento distintivo del Parque Cultural del Río Martín. La visita se completa con la Sima de San Pedro, una de las cavidades más espectaculares de toda Europa.
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Hay dos itinerarios para alcanzar la localidad turolense desde Zaragoza. En ambos casos debe tomarse la carretera de Castellón. Una opción es desviarse por Belchite, pasando por Lécera hasta Albalate del Arzobispo. La otra es continuar por la carretera nacional hasta poco antes de llegar a Híjar y tomar dirección a la misma localidad. Desde Albalate sólo resta remontar el río Martín y se llega al destino tras recorrer unos 26 kilómetros. Oliete llegó a alcanzar los 2.500 habitantes a principios del siglo XIX, lo que justifica la amplitud de su casco urbano. Ahora lo habitan unos trescientos vecinos. Se asienta en la ladera de una colina orientada al río.

El punto de partida de la visita está situado en la travesía, donde se encuentran las antiguas escuelas, sede del Centro de Interpretación de la Cultura Íbera. En su interior se muestra mediante fotografías de gran tamaño y paneles didácticos los espectaculares restos arqueológicos hallados en el término municipal, los cuales se propone visitar por la tarde. Justo enfrente parte una calle peatonal en la que se señaliza el acceso al casco histórico. Al flanquear el antiguo recinto amurallado el visitante se encuentra el primero de los tres portales. Dos arcos cubren el paso, sobre los que se abre la capilla a intramuros dedicada a los santos Fabián y San Sebastián.

En este punto arranca la calle Mayor que vertebra la parte baja de la población. A ella se abren algunas casas con aleros barrocos y galerías neoclásicas. A mitad de calle se levanta el ayuntamiento, en una recoleta plaza. Su aspecto exterior es respetuoso con la arquitectura popular por sus balconadas y el alerón con el que se remata la fachada. Un poco más adelante, y tras un quiebro a la izquierda de la calle, se alcanza la plaza donde se ubica la iglesia parroquial. En ella se localiza también el edificio civil más importante de la villa. La Casa de la Donjuana, como se la conoce vulgarmente, luce una notable fachada del siglo XVI. La bella arquería renacentista se apoya sobre un friso de singular belleza. Destaca también la puerta principal flanqueada por columnas estriadas.

A escasos metros está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, terminada en 1692. Después se edificó la torre, ya en el siglo XVIII. De ladrillo en planta octogonal cuenta en las aristas con contrafuertes que enmarcan arcos de medio punto. En su interior dispone de tres espaciosas naves con cúpula sobre el crucero.

Bordeando la iglesia y tomando la calle Santa Bárbara, ésta conduce hasta el segundo de los portales, sobre el cual se alza la capilla homónima. Es de menores dimensiones, y al atravesarlo se disfruta de una buena vista de la vega. Volviendo a la plaza, se recomienda callejear en sentido ascendente para saborear el trazado urbano. Saliendo del pueblo por la calle Calvario, se puede alcanzar la Ermita del Santo Sepulcro. Desde este punto se disfruta de buenas vistas de la localidad. Un poco más arriba una capilla menor marca el final del Vía Crucis. Sólo resta volver a descender en dirección a la calle Baja. Allí se encuentra el tercero de los portales de la antigua muralla. Sobre el arco rebajado de ladrillo se abre a intramuros la Capilla de la Virgen del Pilar. A escasos metros está de nuevo la travesía de la carretera.


Junto al puente sobre el río Martín parte una carretera asfaltada que conduce al embalse de Cueva Foradada. En los dos kilómetros de recorrido se atraviesa un bello paisaje con abundante vegetación de ribera donde predominan los chopos y también pequeñas huertas. Al final hay que dejar el vehículo y continuar andando. El paseo es grato mientras se recorre una especie de parque, donde se encuentran antiguas construcciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Por fin aparece la presa y junto a la roca arrancan las escaleras que mediante doscientos setenta y dos peldaños transportan a la parte alta de la presa. Una vez arriba, una preciosa vista se abre al visitante. Aguas abajo el frondoso cauce del río rodeado de agrestes laderas. Aguas arriba el agua embalsada rodeada de riscos. En septiembre de 1903 el ayuntamiento cede las tierras que se utilizarían para su construcción donde estaba ubicada la cueva. En 1912 comenzaron las obras de la presa de 45 metros de altura a base de piedra tallada, entrando definitivamente en servicio en 1926.

Para la tarde se propone visitar otros lugares de interés situados en el término municipal. El primero de ellos es el yacimiento del poblado íbero del Palomar. Una vez cruzado el río Martín por el puente de la carretera, comienzan las indicaciones a mano derecha que conducen a los restos arqueológicos mediante un sencillo paseo de menos de un kilómetro. En esta atalaya hubo un asentamiento habitado entre los siglos III y I a.C. Tras las excavaciones se pueden observar claramente cuatro calles empedradas, a las cuales se abren 11 viviendas y varios almacenes, con zócalo de piedra, pudiendo ser algunas de ellas de dos plantas. Se han encontrado, además de restos cerámicos y utensilios agrícolas y ganaderos, enterramientos de 23 niños y 18 animales en el interior de las viviendas.

De nuevo se vuelve al pueblo de Oliete y se toma dirección a Albalate del Arzobispo. A unos cuatro kilómetros aparece señalizado el acceso a uno de los lugares más espectaculares de la geografía aragonesa, la Sima de San Pedro. El primer tramo de la pista discurre por un paisaje árido hasta alcanzar la fértil vega del río Martín. Después de atravesar el río a través de un pequeño puente se pasa por la finca de San Pedro. En este punto aparece señalizada la pista de la izquierda en dirección a la sima. Un cartel indicativo y una valla perimetral advierten de la presencia de esta cavidad que constituye un refugio de biodiversidad sin precedentes en Europa, así como por sus dimensiones. Su gran boca de 65 x 75 metros permite que la radiación solar ilumine toda la sima. Tiene forma de pozo troncocónico de 86 metros de altura, desde la plataforma hasta la lámina de agua que ocupa el fondo. El lago, que tiene una profundidad adicional de 22 metros, se alimenta de surgencias subterráneas procedentes del río Martín. Las paredes de la sima presentan abundantes grietas donde se refugian nutridas poblaciones de aves y murciélagos. La laguna está poblada por varias especies de anfibios y culebras. Todo el recinto se halla rodeado por una cuerda con pivotes y es posible bordearla más fácilmente por la derecha para acceder al lado opuesto. Allí se ubica la plataforma que fue instalada por una empresa francesa que desde el año 1880 tenía la explotación del guano de las aves, o palomino. A pesar de que es la única opción de poder observar el fondo de la sima está prohibido el acceso para evitar accidentes.

Desde la granja parte también la pista señalizada que conduce al Cabezo de San Pedro tras recorrer dos kilómetros. En esta posición elevada con magníficas vistas de valle del río Martín se emplazan los restos del poblado íbero de San Pedro de Oliete. Fue levantado en el siglo III a.C. siendo abandonado probablemente hacia el año 50 a.C. tras las guerras sertorianas que asolaron la Península Ibérica, haciendo desaparecer la mayor parte de los poblados ibéricos. La zona visible corresponde al recinto defensivo, de unos 5.000 m2. Sin embargo se estima que a su alrededor habría un poblado que ocupa una superficie tres veces mayor. De la fortaleza sobresale la muralla construida mediante piedras de gran tamaño, que dan lugar a una impresionante línea amurallada de 129 metros de longitud y cuatro de espesor. En su interior conserva tres torres. Una rectangular con las esquinas redondeadas, cuyos restos se elevan a más de trece metros de altura, siendo probablemente la más alta de esta época conservada en España. También otra torre circular de más de diez metros de diámetro, y junto a ella una rectangular construida con piedras de menor tamaño.

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EXCURSIONES Hoya de Huesca/Plana de Uesca

Vadiello, el espejo de la Sierra de Guara

En el curso intermedio del río Guatizalema surge el embalse de Vadiello, uno de los lugares con mayor encanto de la Sierra de Guara. En sus tranquilas aguas se reflejan las imponentes paredes rocosas que bordean este pantano. El nombre del río puede derivar de un término árabe que significaría río tranquilo, y se corresponde con su cauce, que atraviesa la sierra de norte a sur sin formar grandes desfiladeros.
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Para acceder a la Sierra de Guara es necesario abandonar la autovía mudéjar a la altura de Huesca capital en dirección a Barbastro. Por la carretera nacional se asciende disfrutando de la vista del castillo de Montearagón a la izquierda. Ya arriba debe tomarse el desvío a Loporzano, para lo cual es necesario un cambio de sentido. La estrecha carretera se interna en el somontano de la Sierra de Guara, tomando dirección a Vadiello. Poco a poco se adentra en el amplio desfiladero formado por el río hasta alcanzar un aparcamiento habilitado. Desde este punto se avista la presa de hormigón, que se eleva a setenta metros de altura sobre el cauce, en el congosto formado por el río Guatizalema.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

2 h (ida)

200 metros

fácil

Justo antes de cruzar un túnel carretero, parte el acceso peatonal que conduce a la presa a través de un túnel abierto en algunos puntos. Ya en la otra margen una pista bordea el pantano y ofrece inmejorables vistas de los mallos de Ligüerri que sirven de telón de fondo al embalse de Vadiello. En el centro aparece el mallo de San Jorge escoltado a ambos lados por los aislados mallos del Puro y la Mitra, con desniveles verticales cercanos a los trescientos metros de altura.

Después de media hora de camino se alcanza la Cruz Cubierta, situada a escasos metros de la pista. La curiosa construcción es un esconjuradero que servía para ahuyentar las tormentas. Tiene planta cuadrada, abierta por los cuatro costados mediante arcos de medio punto.

Desde este punto parte una senda descendente que en media hora llega al Santuario de San Cosme y San Damián. Este tramo del recorrido es espectacular por su vegetación. Se trata de un bosque formado por carrascas, cuya abundante humedad las cubre de musgos y líquenes. La parte inferior la recorre un pequeño arroyo, que forma una pequeña cascada cuando lleva agua. En ligero ascenso la senda alcanza la pista de acceso al santuario. Es de propiedad privada y está vallado impidiendo su visita. Los santos San Cosme y San Damián son considerados los santos patronos de la medicina. Se conoce su existencia desde el siglo XIII, pero la construcción actual data de mediados del siglo XVIII. El conjunto de edificios forman una plaza rectangular. El lado más largo discurre bajo las paredes verticales de conglomerado, bajo la peña de San Cosme. En su interior la pequeña capilla tiene los muros encalados y la techumbre se adapta a la forma de la roca. Cerrando el espacio se levanta otro edificio, en cuya parte baja dos vanos de medio punto forman un porche. En medio de la plaza se alza una cruz de término de hermosa factura. El recorrido avanza por la pista, jalonada por un buen número de ermitas las cuales servían para ir recibiendo al devoto. Las dos primeras están en ruina y sólo se conservan las paredes. Poco después aparece la ermita de la Virgen de la Fuensanta. La construcción de ladrillo tiene al frente dos arcos de medio punto. Uno de ellos da acceso a la capilla con las tallas de San Cosme y San Damián. El otro acceso comunica con un recoleto merendero junto al pequeño manantial de aguas cristalinas.

La pista abandona el fondo del valle, y la vegetación se hace menos densa. La última de las ermitas, en advocación de la Virgen de Fabana, es la de mayores dimensiones. También se encuentra en mal estado, aunque todavía conserva la cubierta. Un poco más adelante, coincidiendo con una curva cerrada en la pista, aparece el cartel que indica la senda que conduce a El Huevo. En poco más de un cuarto de hora de senda se introduce en un umbrío carrascal. Se inicia el descenso encaminándose a un pequeño barranco. En un pequeño claro en el bosque, el único en todo el recorrido, aparece sorprendentemente el mallo más conocido como El Huevo. Oculta tras la peña de San Cosme, esta mole de conglomerado se levanta a unos cuarenta metros de altura. Su planta ovalada sugiere este nombre tan característico, con un diámetro de cuatro a cinco metros. Este es el punto final de la caminata y sólo resta volver a la presa de Vadiello por el mismo itinerario. Para poder realizar de manera más pausada el recorrido es recomendable llevar la comida y a la vuelta parar a comer en el merendero de la ermita de la Fuensanta.

Para la tarde se propone la visita una de las atalayas más espectaculares de la zona. Desde Vadiello se vuelve por la misma carretera hasta abandonar el desfiladero que conduce a la presa. Se toma el desvío que conduce a la localidad de Santa Eulalia la Mayor. La carretera serpentea entre campos de almendros hasta alcanzar la población. Una calle ascendente sirve de nexo de unión entre las viviendas dispuestas en una ladera. En ellas destacan bellas portadas decoradas. Se alcanza una plazoleta, cercana a la iglesia de San Pedro, donde puede dejarse el vehículo. Una calle en ascenso conduce a la ermita románica de Sescún, en la parte alta de la localidad. Cuenta con dos portadas de arquivoltas de medio punto, una de ellas decorada con puntas de diamante. Desde su parte trasera se accede mediante un corto paseo a los restos del castillo.

Se trata de un torreón cilíndrico. El origen de la construcción se remonta a finales del siglo XI, cuando Sancho Ramírez lo reconquistó. La torre está levantada a base de mampostería y sus muros tienen dos metros de anchura. Se accede a través de una escalera metálica exterior que alcanza una antigua puerta elevada. Ya en su interior otra escalera de caracol deja en la parte más alta. Se emplaza al borde de la garganta del río Guatizalema, con excelentes vistas del río y de la Hoya de Huesca.

Si se dispone de más tiempo, es recomendable la visita a la cercana ermita de Nuestra Señora del Viñedo. Volviendo a la carretera en dirección a Huesca, un poco más adelante aparece un cartel indicador a la derecha. Una pista cementada conduce al aparcamiento junto a un olivar de longevos ejemplares. Tras ellos se emplaza el conjunto arquitectónico formado por la iglesia y la casa del ermitaño. La fachada de la ermita es de piedra culminada en un costado por el modesto campanario. Anexo está el otro edificio, con porche abierto a dos costados mediante arcos de medio punto. En la primera planta se abre un balcón y varias ventanas. El conjunto se acompaña de un pozo y un crucero. En las proximidades se encuentra el molino aceitero, recientemente restaurado. Se conserva al interior la prensa de viga y el molino.

Ermita del Viñedo
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Cuencas Mineras EXCURSIONES

Montalbán y Peñarroyas, ladrillo mudéjar y piedra de rodeno

En el centro de las Cuencas Mineras se encuentra Montalbán, la capital histórica de la comarca. Su casco urbano atesora una de las joyas del mudéjar aragonés, la iglesia de Santiago. Unidas por el cauce del río Martín aparece la población de Peñarroyas. Se cambia el ladrillo mudéjar por la piedra de rodeno. La pintoresca localidad ofrece rincones teñidos por el color rojo, que se extiende al paisaje que rodea este bello enclave turolense.
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La comarca de las Cuencas Mineras cuenta con buenas comunicaciones. De Zaragoza se puede acceder por la carretera que pasa por Belchite y Muniesa. Y desde Teruel hay conexión directa por carretera nacional. A la entrada de la población de Montalbán  aparece indicado el itinerario que atraviesa el casco urbano alcanzando la parte trasera por donde discurre el barranco del Infierno. Desde este punto parte una carretera que en cinco kilómetros deja en Peñarroyas. Se trata de un pequeño pueblo que se asienta junto al río Martín. Las piedras royas son también conocidas con el nombre de piedra de rodeno, una roca de arenisca roja producto de la lenta sedimentación de las arcillas.

Justo antes de alcanzar la localidad hay un aparcamiento donde dejar el vehículo. Debido a lo estrecho de sus calles, el casco urbano es prácticamente peatonal. Una calle sinuosa articula la población pasando por un espacio central con un mirador hacia la vega. Un paseo tranquilo por todas las calles y callejas permite descubrir un pintoresco núcleo dominado por el color rojo de sus construcciones. Más adelante surge otra replazoleta donde está la iglesia de Santa María la Mayor. En su fachada cuenta con el acceso y una torre de dos cuerpos, el primero cuadrado y el segundo ochavado, que se culmina con sencillo chapitel. Adosado se encuentra el edificio del ayuntamiento. Se alza en dos plantas, siendo la inferior una lonja de dos arcos de medio punto que se apoyan en una columna central, ahora cegados.

Atravesando la población se sale por un camino que constituye el inicio de la Ruta de las Peñas Royas. Se pasa junto a parideras y eras desligadas del casco urbano, todas ellas teñidas por el color rojo de la piedra de rodeno. También junto a un robusto peirón. Se asciende ligeramente acercándose a una pared vertical. En este punto se inicia un pequeño recorrido geológico señalizado que complementa la ruta.

El recorrido alcanza el paso del Portillo, tras haber invertido un cuarto de hora de camino desde el pueblo. A escasos metros de este punto elevado aparece un mirador. Desde allí se avista todo el valle en dirección al pueblo con amplias vistas, y también el barranco por donde discurre el río Martín a los pies. La vegetación formada por los pinos y carrascas contrasta con el color rojizo de las rocas dando lugar a un paisaje peculiar.

La senda desciende y en unos minutos parte el desvío a la derecha que conduce a unas icnitas. Este itinerario es el utilizado para realizar el recorrido circular que vuelve a Peñarroyas atravesando el fondo del barranco. Tras ver las huellas fósiles el camino desciende hasta alcanzar el río, internándose en el barranco, repleto de vegetación. Una vez en contacto con el río es necesario atravesarlo en varias ocasiones, y no se dispone de pasos habilitados. Por ello la vuelta por el río sólo es posible en la época estival, siendo necesario volver por el mismo itinerario el resto del año. Si se avanza por el desfiladero, en su tramo final están los pozos de Boyetes, una zona donde el río atraviesa una zona con bloques de grandes piedras. Al salir del barranco el valle se abre y atravesando la zona de antiguas huertas se alcanza de nuevo la población.

Para la tarde se propone visitar la población de Montalbán. Debido a su importancia comercial ha sido durante siglos la capital comarcal. En la actualidad comparte con Utrillas la capitalidad de la comarca de las Cuencas Mineras. El punto de inicio de la visita es el Torréon de la Cárcel, al cual se accede de manera directa desde la mitad de la travesía de la carretera nacional. A extramuros cuenta con un balcón cerrado con celosías de madera. En su parte baja se abre el Portal de Daroca, que data del siglo XIV. Se trata de uno de los cuatro portales que aún se conservan de su antiguo recinto amurallado.

Una vez atravesado surge la calle Mayor, arteria principal de la villa. Se recorre su trazado rectilíneo y poco antes de alcanzar la plaza mayor debe tomarse una estrecha calle a mano izquierda sirve de acceso a la Era de la Cruz. El ascenso a través de varios quiebros deja en menos de diez minutos a los pies del mirador donde se emplaza la cruz sobre unas rocas. Las vistas del casco urbano, con la iglesia justo enfrente, y los restos del castillo como telón de fondo convierten a este lugar en un mirador muy recomendable.

Otra calle desciende de manera sinuosa al epicentro de la localidad, la plaza mayor también conocida como plaza Carlos Castel. Allí se alza el edificio del ayuntamiento, de estilo clásico. Sobreelevada en un costado se emplaza la iglesia de Santiago, uno de los ejemplos mudéjares más importantes de Aragón. Fue construida entre los siglos XIII y XIV, iniciada en sillería y culminada en estilo mudéjar a base de ladrillo. Consta de una nave de gran anchura que se culmina con cabecera de heptagonal. En todo el perímetro exterior destacan los contrafuertes. Éstos son de planta rectangular en la nave y poligonales en la cabecera. Están decorados con paños de rombos y simulando cruces mediante cerámica vidriada. Cuenta con dos portadas de seis arquivoltas de arco apuntado. La torre tiene adosada una torre secundaria, por cuyo interior discurre la escalera de caracol. Ambas torres tienen un primer cuerpo de planta cuadrada, pasando a octogonales en el segundo cuerpo. Junto a la puerta trasera se puede acceder a un pequeño mirador desde donde se puede apreciar mejor la labor mudéjar de los lienzos de la iglesia, así como vistas más amplias de todo el conjunto enclavado en medio del casco urbano.

Se puede complementar la visita a la localidad con la visita al Centro de Interpretación de la Geología y Espeleología, situado en un rincón de la misma plaza. En su interior informa sobre la historia geológica del Parque Cultural del Río Martín, con apartados referentes a espeleología, y cavidades subterráneas.

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Cinco Villas EXCURSIONES

La Bardena Aragonesa, la gran desconocida

A la sombra de las Bardenas Reales, en Aragón está la Bardena Aragonesa, un territorio de unas 10.000 hectáreas. Abarca parte de los términos municipales de Ejea de los Caballeros, Tauste y Sádaba en frontera con Navarra. Un espacio natural de gran interés ecológico que combina la estepa, densos bosques, barrancos y cortados rocosos. La zona central, conocida como Bardena Negra, debe su nombre al color oscuro del pino carrasco.
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Para acceder a la Bardena Aragonesa es necesario tomar dirección a Ejea de los Caballeros, capital de la comarca de las Cinco Villas. Bordeando la población por la variante, en una rotonda parte la carretera comarcal en dirección a Tudela. A unos 13 kilómetros se alcanza Valareña, uno de los pueblos de colonización con los que cuenta la zona. La carretera escoltada por zonas verdes, divide al pueblo en dos mitades. A la derecha una de las calles conduce a la plaza donde se ubica la iglesia parroquial. Cerca de ella, ya casi a las afueras de la población, están las antiguas escuelas. Su interior acoge en la actualidad el Centro de Visitantes de la Bardena Aragonesa. Un lugar que cuenta con toda la información sobre los itinerarios señalizados para recorrer a pie o en bicicleta de este espacio natural. Y donde también se explica su formación geológica, así como las especies de flora y fauna que allí habitan.

Retomando la carretera se conduce en dirección a Navarra. A unos cuatro kilómetros de la población, y tras cruzar la acequia de las Cinco Villas, se coge un amplio camino a mano izquierda. Al inicio del recorrido se pasa cerca del refugio de Goya, y más tarde del refugio de Florián. Tras un giro brusco a la derecha, frente a la caseta forestal, el trazado se introduce poco a poco en una val rodeada de laderas arboladas. En el punto kilométrico 6,4 de la pista debe detenerse el vehículo, en un cruce de caminos. Tomando la pista de la izquierda se inicia el recorrido conocido como el Sendero de la Negra.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

2 h

225 metros

fácil

Se trata de un recorrido circular de poco más de seis kilómetros que pasa por quince paradas señalizadas. En su primer tramo se camina por la pista, en paralelo al Barranco de Juan Ramón. En unos diez minutos se alcanza la pequeña Balsa de Capuchinos. A su izquierda arranca un sendero señalizado con un hito. Se recorre el fondo del Barranco de Capuchinos, rodeado de abundante vegetación, hasta alcanzar la Plana de Cazuelas. Este paraje está cubierto por campos de cereal. Bordeando el campo se alcanza una pista. El recorrido avanza por ella hacia la izquierda. Poco más adelante, a mano derecha, de nuevo se retoma el sendero junto al cartel indicador de la Facera de Capuchinos. Comienza el ascenso por la empinada Ladera del Modrollar. El denso pinar que lo cubre permite amplias vistas a medida que se asciende. En el tramo final se pasa bajo la Ralla del Modrollar, una pared rocosa a cuyos pies discurre la senda. En esta zona estas formaciones geológicas son conocidas como rallas. Sólo resta un pequeño ascenso para llegar a la parte alta, donde se alcanza una pista. A corta distancia a la izquierda se emplaza la Punta de la Negra, con el punto geodésico que marca los 648 metros de altitud. Hasta este punto se habrá invertido una hora de tiempo. Se trata de un lugar excepcional por sus vistas sobre la Bardena Negra. El paisaje se completa con grandes llanuras dedicadas al cultivo delimitadas por el perfil montañoso de las cordilleras prepirenaicas y como telón de fondo los Pirineos.

Se inicia el descenso por la pronunciada ladera, y en menos de diez minutos se pasa por el lugar más atractivo del recorrido. La Ralla de la Negra es una gran pared rocosa, con marcados estratos horizontales. A sus pies, el paisaje de suaves desniveles se tapiza con un denso bosque de pino carrasco.

Un poco más abajo se atraviesa el Pinar Viejo. La senda desemboca en una pista junto al Pastizal del Andador. Se continúa por la derecha. A escasa distancia el camino se bifurca y se avanza por la izquierda. Sin alcanzar la Caseta de Juan Ramón se continúa por la pista principal. A menos de cien metros es necesario tomar un camino que aparece a la derecha, señalizado con el cartel de Plaza del Pilar. Tras recorrer un tramo de pista con vegetación mucho más abierta, un hito marca de nuevo un desvío a mano izquierda. El sendero desciende por el barranco del Varellón Oscuro y sale a una zona de cárcavas, curiosas formaciones del paisaje erosionado. A escasos metros discurre la pista, cerca del punto de inicio de la ruta, tras dos horas de caminata.

Para la tarde se propone una visión diferente del entorno de la Bardena Aragonesa. Al Santuario de Sancho Abarca se accede desde la población de Tauste, otra de las cinco villas que dan nombre a la comarca. Una carretera conduce desde la localidad al pueblo de colonización de Sancho Abarca. Antes de alcanzarlo nace una pista señalizada a mano izquierda en dirección al santuario. Tras atravesar la acequia de las Cinco Villas, se convierte en un camino de tierra en buen estado y comienza el sinuoso ascenso al promontorio visible desde las bajas Cinco Villas y el valle del Ebro. Al final se alcanza la plana que supera los seiscientos metros de altura, en la que se situa el santuario, lindando ya con tierras navarras. Su origen se basa en el emplazamiento del castillo de Sancho Abarca, levantado por Sancho Garcés Abarca en el siglo XI. Este enclave estratégico ya fue utilizado con anterioridad como avanzadilla contra los musulmanes. Junto a él se alzaba la ermita homónima que honraba la aparición de la virgen. Las obras del santuario se terminaron las obras en el año 1703, que además contaba con hospedería y antiguo hospital. La iglesia está compuesta por una nave, con capillas laterales entre los contrafuertes. El altar está cubierto por una cúpula sobre pechinas. Adosado al santuario se encuentra la antigua hospedería, ahora transformada en un hotel de dos estrellas.

El resto del conjunto lo componen viviendas alineadas que cierran un espacio a modo de gran plaza. En el costado contrario un mirador ofrece excelentes vistas de los alrededores, gracias a lo elevado sobre el terreno circundante. Por ello las vistas del final del valle del Arba, el río Ebro, y el Moncayo proporcionan razones suficientes para visitar esta atalaya natural.

Como complemento a la excursión se puede terminar dando una vuelta por Tauste. Se trata de una población de unos 7.000 habitantes. De origen musulmán, pasó a manos cristianas en 1105 de la mano de Alfonso I El Batallador. Pujante por su ganadería, contó con una cofradía desde el siglo XII y después con la Casa de Ganaderos, institución de gran importancia. Pero también por la agricultura gracias al regadío impulsado por el canal de Tauste puesto en marcha en 1561. En su casco urbano destaca la iglesia de Santa María. Del edificio sobresale la torre, magnífico ejemplo de mudéjar aragonés. De planta octogonal, destaca la decoración en sus muros. En ellos se alternan paños con frisos de esquinillas, arcos mixtilíneos, mallas de cruces y lazos de cuatro. En la parte alta se abren arcos apuntados, y se remata la torre con terraza almenada. En su interior alberga dos magníficos retablos: el mayor, obra renacentista del Gil de Morlanes y Gabriel Yoli, y el retablo que alberga la imagen de la Virgen de Sancho Abarca. En las cercanías se emplaza la plaza de España, centro neurálgico de la población. Una plaza porticada de reciente factura evoca tiempos pretéritos por su estructura a base de porches y fachadas de ladrillo, entre las cuales se encuentra la del ayuntamiento.

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EXCURSIONES Jacetania

Valle de Aísa, un pequeño valle pirenaico por descubrir

El valle de Aísa/bal de Aísa pertenece a la comarca de la Jacetania. Está encajado y casi oculto entre los valles de Hecho/val d´Echo y valle de Canfranc/bal de Canfrán. A los pies del Pico Aspe nace el río Estarrún, el cual lo recorre de norte a sur. En su suave discurrir alcanza la Canal de Berdún y desemboca en el río Aragón. Desde tiempos remotos ha estado formado por tres ayuntamientos, Esposa, Sinués y Aísa, ahora unificados en el de Aísa.
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La vía de aproximación a este pequeño valle pirenaico parte de Jaca. En el centro de la localidad y tras recorrer el paseo de la Constitución, parte la carretera de acceso. En primer lugar se cruza el río Aragón, y más tarde el río Lubierre hasta que se alcanza la ribera del río Estarrún. La ruta recorre el amplio valle de Aísa en paralelo al río. En su parte central están los núcleos de Sinués y Esposa, ligeramente alejados de la carretera. Y finalmente se alcanza el pueblo de Aísa, cabecera del valle y población más importante con un censo de unos 160 habitantes.

Se deja para la tarde la visita a este pintoresco pueblo. La carretera bordea el casco urbano por su parte alta. Un kilómetro y medio después parte el ramal que se adentra en la cabecera del valle. La pista asfaltada surca una depresión de suaves desniveles a lo largo de seis kilómetros. En la parte final la vegetación se vuelve más exuberante y la pendiente del trazado se acentúa. Se alcanza el aparcamiento de la Cleta, donde los vehículos deben aparcarse en ambas márgenes. Una valla impide la circulación rodada y marca el arranque de la ruta del Puerto de Aísa.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

2 h 45 min (ida y vuelta)

350 m

media

En el primer tramo la pista asciende de manera empinada. A los diez minutos de caminata se abre el paisaje en el lugar donde confluyen los barrancos de Igüer y Rigüelo.

Sin dejar el trazado principal se discurre por una pista en mal estado que recorre el primero de los barrancos. El cauce va formando pequeñas cascadas de gran belleza, y las praderas se llenan de flores en el verano. Tras una hora de recorrido se alcanza el Circo de Igüer, el cual cierra con paredes verticales el barranco.

Un sendero a mano derecha asciende por una ladera herbosa hasta alcanzar el cruce con la GR-11. Siguiendo su trazado a la izquierda continua el ascenso junto a un pequeño barranco, que se cruza más arriba. Al otro lado bordea la ladera ofreciendo unas vistas magníficas del barranco recorrido. A la hora y media de caminata se alcanza una gran planicie la cual estuvo cubierta de una lámina de agua hace mucho tiempo, el Ibón de Izagra, ahora colmatado. Los orificios en el suelo marcan la salida del agua tras el deshielo, producto de la acción erosiva. Y a escasa distancia, en un cruce anterior, parte un ramal que lleva hasta el Dolmen de Izagra. Está compuesto por cuatro grandes bloques de arenisca, que data del siglo III a.C. siendo un lugar de enterramiento en la época neolítica. A pesar de su expolio fueron recuperados restos óseos humanos.

Sólo resta volver por la senda de gran recorrido, marcada con señales de color rojo y blanco. En su trazado recorre el barranco de Igüer a media altura ofreciendo preciosas vistas. Al alcanzar un cruce múltiple se opta por el descenso hasta el fondo del valle, para culminar la caminata. A mitad de camino un desvío señalizado permite acercarse hasta la Surgencia del Chorrotal, a diez minutos de distancia. El agua que mana de la ladera se precipita por un escurridero creando otro lugar de gran belleza en el paisaje. Tras casi tres horas de recorrido total se alcanza de nuevo el aparcamiento.

Se vuelve por la misma carretera reservando para la tarde visitar la población que otorga el nombre al valle, Aísa. Se alza a 1045 metros. Constituye ayuntamiento propio al que se agregan los núcleos de Esposa, Sinués y Candanchú. Aparece en la segunda mitad del siglo XI. Desde sus orígenes dependía del monasterio de Santa Cruz de la Serós. En 1212 Pedro II hace una importante donación a la villa: Candanchú, Tortiellas y Rioseta. A escasa distancia de la travesía se encuentra la iglesia de la Asunción. Un espacio verde, cercado por un muro, sirve de antesala al edificio. Éste fue erigido en el siglo XVIII. Al exterior su sencilla portada se cubre con un pórtico. La torre de planta cuadrada cuenta con dos arcos de medio punto de ladrillo por costado. Se culmina con chapitel piramidal.

Desde este lugar parte la calle principal, que articula el núcleo que se muestra compacto. Conserva en buen estado su arquitectura tradicional, en conjunción con las nuevas construcciones, las cuales respetan los cánones arquitectónicos. En la plaza más amplia, donde se encuentra el frontón, se alza el edificio del ayuntamiento. Se trata de una construcción reciente, con amplios balcones en su fachada, y que se corona con el escudo de la población. Un paseo por las calles y rincones ofrece bellas instantáneas de esta preciosa localidad pirenaica.

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