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EXCURSIONES Hoya de Huesca/Plana de Uesca

Vadiello, el espejo de la Sierra de Guara

En el curso intermedio del río Guatizalema surge el embalse de Vadiello, uno de los lugares con mayor encanto de la Sierra de Guara. En sus tranquilas aguas se reflejan las imponentes paredes rocosas que bordean este pantano. El nombre del río puede derivar de un término árabe que significaría río tranquilo, y se corresponde con su cauce, que atraviesa la sierra de norte a sur sin formar grandes desfiladeros.
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Para acceder a la Sierra de Guara es necesario abandonar la autovía mudéjar a la altura de Huesca capital en dirección a Barbastro. Por la carretera nacional se asciende disfrutando de la vista del castillo de Montearagón a la izquierda. Ya arriba debe tomarse el desvío a Loporzano, para lo cual es necesario un cambio de sentido. La estrecha carretera se interna en el somontano de la Sierra de Guara, tomando dirección a Vadiello. Poco a poco se adentra en el amplio desfiladero formado por el río hasta alcanzar un aparcamiento habilitado. Desde este punto se avista la presa de hormigón, que se eleva a setenta metros de altura sobre el cauce, en el congosto formado por el río Guatizalema.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

2 h (ida)

200 metros

fácil

Justo antes de cruzar un túnel carretero, parte el acceso peatonal que conduce a la presa a través de un túnel abierto en algunos puntos. Ya en la otra margen una pista bordea el pantano y ofrece inmejorables vistas de los mallos de Ligüerri que sirven de telón de fondo al embalse de Vadiello. En el centro aparece el mallo de San Jorge escoltado a ambos lados por los aislados mallos del Puro y la Mitra, con desniveles verticales cercanos a los trescientos metros de altura.

Después de media hora de camino se alcanza la Cruz Cubierta, situada a escasos metros de la pista. La curiosa construcción es un esconjuradero que servía para ahuyentar las tormentas. Tiene planta cuadrada, abierta por los cuatro costados mediante arcos de medio punto.

Desde este punto parte una senda descendente que en media hora llega al Santuario de San Cosme y San Damián. Este tramo del recorrido es espectacular por su vegetación. Se trata de un bosque formado por carrascas, cuya abundante humedad las cubre de musgos y líquenes. La parte inferior la recorre un pequeño arroyo, que forma una pequeña cascada cuando lleva agua. En ligero ascenso la senda alcanza la pista de acceso al santuario. Es de propiedad privada y está vallado impidiendo su visita. Los santos San Cosme y San Damián son considerados los santos patronos de la medicina. Se conoce su existencia desde el siglo XIII, pero la construcción actual data de mediados del siglo XVIII. El conjunto de edificios forman una plaza rectangular. El lado más largo discurre bajo las paredes verticales de conglomerado, bajo la peña de San Cosme. En su interior la pequeña capilla tiene los muros encalados y la techumbre se adapta a la forma de la roca. Cerrando el espacio se levanta otro edificio, en cuya parte baja dos vanos de medio punto forman un porche. En medio de la plaza se alza una cruz de término de hermosa factura. El recorrido avanza por la pista, jalonada por un buen número de ermitas las cuales servían para ir recibiendo al devoto. Las dos primeras están en ruina y sólo se conservan las paredes. Poco después aparece la ermita de la Virgen de la Fuensanta. La construcción de ladrillo tiene al frente dos arcos de medio punto. Uno de ellos da acceso a la capilla con las tallas de San Cosme y San Damián. El otro acceso comunica con un recoleto merendero junto al pequeño manantial de aguas cristalinas.

La pista abandona el fondo del valle, y la vegetación se hace menos densa. La última de las ermitas, en advocación de la Virgen de Fabana, es la de mayores dimensiones. También se encuentra en mal estado, aunque todavía conserva la cubierta. Un poco más adelante, coincidiendo con una curva cerrada en la pista, aparece el cartel que indica la senda que conduce a El Huevo. En poco más de un cuarto de hora de senda se introduce en un umbrío carrascal. Se inicia el descenso encaminándose a un pequeño barranco. En un pequeño claro en el bosque, el único en todo el recorrido, aparece sorprendentemente el mallo más conocido como El Huevo. Oculta tras la peña de San Cosme, esta mole de conglomerado se levanta a unos cuarenta metros de altura. Su planta ovalada sugiere este nombre tan característico, con un diámetro de cuatro a cinco metros. Este es el punto final de la caminata y sólo resta volver a la presa de Vadiello por el mismo itinerario. Para poder realizar de manera más pausada el recorrido es recomendable llevar la comida y a la vuelta parar a comer en el merendero de la ermita de la Fuensanta.

Para la tarde se propone la visita una de las atalayas más espectaculares de la zona. Desde Vadiello se vuelve por la misma carretera hasta abandonar el desfiladero que conduce a la presa. Se toma el desvío que conduce a la localidad de Santa Eulalia la Mayor. La carretera serpentea entre campos de almendros hasta alcanzar la población. Una calle ascendente sirve de nexo de unión entre las viviendas dispuestas en una ladera. En ellas destacan bellas portadas decoradas. Se alcanza una plazoleta, cercana a la iglesia de San Pedro, donde puede dejarse el vehículo. Una calle en ascenso conduce a la ermita románica de Sescún, en la parte alta de la localidad. Cuenta con dos portadas de arquivoltas de medio punto, una de ellas decorada con puntas de diamante. Desde su parte trasera se accede mediante un corto paseo a los restos del castillo.

Se trata de un torreón cilíndrico. El origen de la construcción se remonta a finales del siglo XI, cuando Sancho Ramírez lo reconquistó. La torre está levantada a base de mampostería y sus muros tienen dos metros de anchura. Se accede a través de una escalera metálica exterior que alcanza una antigua puerta elevada. Ya en su interior otra escalera de caracol deja en la parte más alta. Se emplaza al borde de la garganta del río Guatizalema, con excelentes vistas del río y de la Hoya de Huesca.

Si se dispone de más tiempo, es recomendable la visita a la cercana ermita de Nuestra Señora del Viñedo. Volviendo a la carretera en dirección a Huesca, un poco más adelante aparece un cartel indicador a la derecha. Una pista cementada conduce al aparcamiento junto a un olivar de longevos ejemplares. Tras ellos se emplaza el conjunto arquitectónico formado por la iglesia y la casa del ermitaño. La fachada de la ermita es de piedra culminada en un costado por el modesto campanario. Anexo está el otro edificio, con porche abierto a dos costados mediante arcos de medio punto. En la primera planta se abre un balcón y varias ventanas. El conjunto se acompaña de un pozo y un crucero. En las proximidades se encuentra el molino aceitero, recientemente restaurado. Se conserva al interior la prensa de viga y el molino.

Ermita del Viñedo
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FINES DE SEMANA Hoya de Huesca/Plana de Uesca Todas

Nocito, un encantador valle tras el Tozal de Guara

Este valle prepirenaico situado a los pies del Tozal de Guara sorprende por su valor paisajístico, donde abundan rincones con mucho encanto. Sus pequeños pueblos, al borde de la despoblación aunque cuidados por sus antiguos moradores, ofrecen conjuntos arquitectónicos interesantes. El santuario de San Úrbez es otro punto de vital interés en la visita del valle, gracias a la historia que atesora.
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Para descubrir el valle de Nocito es necesario adentrarse en las entrañas de la Sierra de Guara. Uno de los accesos a este recóndito lugar parte de la población de Arguis, tomando la carretera que remonta el antiguo puerto de Monrepós. Justo antes de cruzar el túnel de Manzanera, por donde discurría antaño la carretera, parte una pista asfaltada a la derecha que conduce a Nocito tras más de veinte kilómetros de largo recorrido. En su trazado pasa cerca de las pequeñas poblaciones de Belsué y Lúsera, recorriendo la zona menos conocida de la Sierra de Guara. Ya cerca del objetivo se suceden varios cruces señalizados en los que hay que tomar el ramal derecho hasta alcanzar las primeras casas de la población de Nocito, pequeña y pintoresca población que da nombre a un amplio valle situado a los pies de la ladera norte del majestuoso Tozal de Guara.La primera propuesta es recorrer unos de los rincones más bellos del valle, el barranco de la Pillera.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

1h 10 min (ida)

sin apenas desnivel

fácil

En pleno casco urbano de Nocito, justo antes de vadear el río Guatizalema, parte una pista a mano derecha. Se deja el vehículo aparcado en el pueblo y se toma la pista que discurre por el valle. En menos de media hora se alcanza otra pista a mano izquierda. Por ella se atraviesa el río Guatizalema y el cauce del barranco de la Pillera poco después. El recorrido se apoya en una antigua pista llevada a cabo para el aprovechamiento maderero de la zona. El valle se va convirtiendo en barranco, uno de los más singulares de la sierra de Guara, donde se combinan abundante vegetación y el cauce del río formando bellas badinas.

Después de tres cuartos de hora de camino aparece la badina Rayabatán. Se trata de un rincón rodeado de riscos y vegetación, cuyas frías y cristalinas aguas invitan al baño con el rigor del verano. La antigua pista se convierte más adelante en senda rodeada de pinos, avellanos y otros árboles de gran porte. En poco más de una hora se alcanza la badina Estañonero. Una poza rodeada por una gran playa de piedras, cerrada al fondo por una pared rocosa interrumpida en su parte central por una cascada de poca altura cuyas aguas provienen del barranco de Abellada. Se puede prolongar el recorrido por el frondoso barranco hasta la fuente Fuendeguaril, surgencia donde nace el río en la época estival, durante media hora más.

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Por la tarde se propone la visita al Santuario de San Úrbez.Tras dejar atrás Nocito, en el cruce de acceso a la población se debe tomar la pista asfaltada que lleva a Bara. Un kilómetro y medio después parte un ramal a la izquierda que conduce al santuario. Otra opción también recomendable es llevar a cabo un paseo de media hora desde Nocito tomando una agradable senda, la cual parte junto a la iglesia parroquial. El monasterio debió fundarse a principios del siglo VIII, antes de la invasión musulmana. En el siglo XVII fue reformado y ampliado transformando la iglesia románica anterior. El actual santuario está formado por la iglesia en planta de cruz latina con tres naves. La nave central y laterales están cubiertas por bóvedas de lunetos. La torre, de escasa altura, se levanta junto al acceso. Al frente del santuario se levanta la portada principal, de corte renacentista, llevada a cabo en 1701. Está formada por un enorme atrio de acceso abierto a tres lados mediante arcos de medio punto. En un lateral se abre una plazoleta donde se alza la fachada más pintoresca, frente a un mirador con una vista inmejorable del Tozal de Guara.

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La vida de San Úrbez fue agitada. Nació en Burdeos hacia el año 702 y se trasladó para asentarse como ermitaño y pastor en el Alto Aragón. Tomó los hábitos en San Martín de la Val de Onsera, en cuyo humilde monasterio tenía intención de retirarse. Pero después de una larga estancia allí el obispo de Huesca lo ordenó sacerdote y lo envió como cura a Nocito. Estuvo cumpliendo su cometido pero viviendo a las afueras, en una gruta cercana al monasterio. Murió en el año 802, cuando tenía 100 años. La reliquia de San Úrbez depositada en este santuario era la más completa ya que contaba con el cuerpo momificado del santo en el cual se podían apreciar su barba y cabellos. Aquí estuvieron depositadas las reliquias hasta que en 1936 fueron arrojadas a una hoguera durante la guerra civil.

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Para finalizar la jornada se propone un paseo por la recoleta población de Nocito, compuesta por dos barrios separados por el río Guatizalema. El barrio de San Juan toma su nombre de la iglesia. Varias viviendas se agrupan en torno a una calle estrecha que desemboca en la plaza, donde se alza un crucero. La iglesia de San Juan es una sencilla construcción en cuyo exterior destaca el acceso cubierto por atrio y una torre con grandes vanos. Continuando por la calle que conecta ambos barrios se alcanza un bello puente medieval. Este supera el cauce mediante un vial de doble pendiente mediante dos vanos de arco de medio punto. Su anchura es de dos metros y medio con lo que para el paso de vehículos se utiliza un paso cementado sobre el río.

Al otro lado una calle asciende atravesando el barrio de San Pedro. El conjunto de las viviendas son de mayor volumen, y se alinean a la izquierda de la calle que articula el barrio. Frente a ellas aparecen bancales con huertas, que permiten en todo momento la visión del Tozal de Guara. Entre los inmuebles destacan algunos con escudo heráldico, como la antigua Casa Abarca o Casa Molinero. Otras cuentan con inscripciones en las portaladas, mientras sobre los tejados se alzan chimeneas troncocónicas. El conjunto arquitectónico de esta pequeña población está bien conservado y conforma una población pintoresca en medio de un precioso valle.  

Para la mañana del domingo se propone visitar otra de las poblaciones del valle para lo cual hay que recorrer la pista asfaltada que lo vertebra. A lo largo de los aproximadamente trece kilómetros que separan Nocito de Bara se descubre la belleza de este valle y se pasa cerca de dos poblaciones, Bentué de Nocito y Used, que poco a poco van recuperando sus viviendas después de años de abandono. Tras superar un pequeño collado se divisa el pueblo de Bara donde termina la pista. Su casco urbano está estructurado en dos barrios, en los cuales se levantan un buen número de viviendas de las que destacan sus chimeneas, portaladas y escudos señoriales.

En el primer barrio sobresale Casa Villacampa, sobre cuyo acceso aparece una extensa inscripción. También Casa Periela, que cuenta con ventanas molduradas. En la parte alta del núcleo se encuentra la iglesia de San Pedro. Consta de una única nave con capillas laterales a modo de crucero, y se remata con ábside semicircular. La torre consta de un cuerpo de mampostería, con techumbre a dos aguas y al frente se abren dos vanos de medio punto. La puerta de acceso se guarece con un atrio abovedado.

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La visita al pueblo se complementa con un pequeño paseo por la ribera del río Alcanadre, donde se emplaza el Molino de Bara, uno de los ejemplares mejor conservados de la zona.  

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

15 min (ida)

sin apenas desnivel

fácil

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El sendero parte junto a la iglesia, y desciende hasta alcanzar el río al cual acompaña por su izquierda en todo momento. En apenas diez minutos se pasa junto a una badina de gran belleza, lugar idóneo para el baño estival. Cinco minutos más tarde se alcanza el molino. Consta de dos edificios de mampostería cubiertos con loseta. Uno de ellos es el molino propiamente dicho, en cuya parte baja aparece una bóveda, donde se emplaza una rueda de hierro. El otro es un una especie de almacén. Se puede remontar un poco más el río y en pocos minutos se avista un azud que retiene las aguas, y que en su día suministraba el caudal necesario para el funcionamiento del molino a través de una acequia.

En la tarde del domingo, y ya de vuelta, se recomienda tomar el otro acceso a Nocito que lo comunica con el vecino valle del río Guarga. Remontando el río Bail se alcanza Collado Bail. En la parte más alta parte el acceso al pueblo deshabitado de Ibirque a la izquierda. Una pista en regular estado conduce en poco más de un kilómetro al Dolmen de Ibirque, también conocido como Caseta de las Brujas. Se emplaza a escasos metros de la pista, sobre una pequeña elevación. Se trata de una construcción de planta rectangular compuesta por tres ortostatos verticales, sobre los que se dispuso una gran losa como cubierta. Fue llevado a cabo a finales del Neolítico, en torno al año 2500 a.C. Desde este lugar se disfruta de buenas vistas hacia los valles formados por el ríos Bail y Guarga, así como la imponente mole del Tozal de Guara.

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