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Comunidad de Calatayud FINES DE SEMANA

Manubles y Ribota, riberas de castillos y mudéjar

Los ríos Manubles y Ribota, afluentes del Jalón, conforman dos valles paralelos que se tienden en dirección a Castilla. La ribera del Manubles destaca por el amplio catálogo de fortalezas que sirvieron para la defensa de Aragón frente a los castellanos en el siglo XIV. Mientras el arte mudéjar sobresale en la ribera del Ribota, con las iglesias de Torralba de Ribota, Aniñón y Cervera de la Cañada.
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En esta propuesta se propone adentrarse en las tierras de la Comunidad de Calatayud. Para ello es necesario tomar como punto de partida la capital bilbilitana, la cuarta ciudad en importancia de Aragón por detrás de las tres capitales de provincia. Desde Calatayud se toma la carretera nacional hasta llegar a Ateca. En el arranque de esta población nace la ruta que recorre la ribera del río Manubles, afluente del río Jalón. La primera parada tiene lugar en Moros, cuyo topónimo recuerda a sus primeros habitantes. Su huella quedó patente en la trama urbana, un enrevesado conjunto de calles muy estrechas dispuestas en una ladera. El acceso rodado desemboca en el Portillo. Desde este punto parte una calle que vertebra la parte alta de la localidad, donde se encuentra la iglesia de Santa Eulalia de Mérida. A partir de este lugar se puede iniciar un recorrido descendente y sin un camino definido por el laberinto de calles que conservan intacto el ambiente musulmán del emplazamiento, y donde no es posible el paso de vehículos. Pero sin duda alguna es imprescindible, ya sea caminando o mediante el coche, descender hasta la vega. Para ello, desde la carretera, una vez sobrepasado el acceso principal parten otros dos caminos asfaltados que bajan a la vega bordeando por completo el núcleo. Desde el puente del Collado se aprecia la estampa más bonita de esta localidad.

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Volviendo a la carretera se remonta el valle. A unos once kilómetros surge la segunda localidad en la que se propone una parada. Las viviendas de Torrijo de la Cañada se agolpan a ambos lados de la carretera. En la travesía se encuentran los edificios más significativos. El primero la iglesia de San Juan, con portada renacentista y torre de planta cuadrada rematada con cúpula semiesférica. Más adelante se alza la casa consistorial. Destaca el edificio por su fachada de ladrillo, con lonja abierta en su parte inferior con arcos de medio punto sobre columnas toscanas. En la parte superior se alza la planta principal coronada por la tradicional galería de arcos de medio punto. Frente al ayuntamiento resta la única puerta del recinto amurallado que se conserva, protegida por una torre que se alza sobre ella. En la parte inferior se abre un arco apuntado que da acceso al puente medieval el cual atraviesa el río Manubles. El pavimento empedrado de este rincón, unido a lo robusto del pequeño puente lo convierten en uno de los rincones más pintorescos de la localidad. Volviendo a la travesía resta por visitar la iglesia de Nuestra Señora del Hortal. Destaca su magnífica portada gótica que se cubre con arco conopial flanqueada por dos pináculos de bella factura. También se puede acceder a los restos de su castillo. Desde la parte trasera del ayuntamiento y tras abandonar las últimas casas, la vereda bordea corrales hasta alcanzar las ruinas del recinto defensivo. Desde este punto se disfruta de una de las estampas más bellas y completas de la localidad. El casco urbano salpicado por sus tres torres y rodeado por las bodegas y la vega.

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Para la tarde se propone continuar recorriendo el valle del río Manubles. Diez kilómetros separan la anterior población de Bijuesca. La travesía pasa a los pies del acceso de la iglesia parroquial de San Miguel, construcción que data del siglo XVII pero que conserva el ábside de su etapa románica. Junto a la torre se encuentra el frontón y el ayuntamiento. En este lugar desemboca una rambla de la cual parten varias calles que conducen a la ermita de la Virgen del Castillo. Precisamente de la fortaleza fue reaprovechada como campanario una torre de planta cuadrada que se remata con almenas. El castillo, motivo de disputa entre castellanos y aragoneses, se encuentra en un espolón rocoso bordeado por un meandro del río Manubles. Conserva muros con almenas y saeteras, reforzados con dos torreones cuadrados. Una de ellas le sirve de acceso mediante un paso inferior en recodo, elemento de tradición musulmana. Las vistas de la vega del Manubles desde la parte alta son espléndidas.

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Una vez abandonada la población, se pasa junto a una nave donde se encuentra una báscula para vehículos pesados. Desde este punto parte una pista cementada que en unos minutos conduce a uno de los rincones más bellos del recorrido del río Manubles. Se trata del Pozo de los Chorros. Una cascada se precipita en un rincón rodeado de vegetación y a sus pies un gran pozo de cristalinas aguas. Desde este punto se puede avistar también la silueta del castillo de Bijuesca.

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La carretera continúa en dirección a Berdejo, situado a tan sólo cuatro kilómetros. El pueblo se encuentra en la margen izquierda del río Manubles, emplazado a casi mil metros de altura. Ascendiendo por las empinadas calles se llega hasta la antigua casa consistorial, edificio que data de 1598. En la planta baja se abre una lonja de dos naves, con tres arcos interiores sustentan el espacio. Sobre ella una planta de ladrillo con ventanas y un balcón central. A escasos metros se encuentra la iglesia de San Millán. Precisamente en este lugar nació este santo en el año 473. Pastor de ovejas, se convirtió en sacerdote y eremita. Se asentó a cuatro kilómetros donde comenzó a fraguar una comunidad religiosa, que daría lugar a la actual población de Torrelapaja. Este santo es más conocido por San Millán de la Cogolla, llamado así el monasterio benedictino que fundó en La Rioja. En cuanto a la iglesia, de su etapa románica conserva el ábside románico el cual se encarama sobre unos riscos que se descuelgan a gran altura. El resto de la fábrica pertenece al siglo XVII. Desde este lugar se puede ascender a la antigua fortaleza. Tiene planta trapezoidal y conserva los muros que en buena parte desafían el acantilado que lo bordea. En el costado este, se encuentra el acceso en recodo bajo una torre de planta cuadrada. En el otro lado del peñasco se alzan otras dos torres rectangulares de menores dimensiones.

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Al día siguiente la visita se traslada a la ribera del Ribota. Para ello se toma la carretera nacional que parte de Calatayud y que coge dirección a Soria. A unos diez kilómetros parte el ramal que conduce a Torralba de Ribota. El topónimo de la localidad tiene su origen en la torre de su antiguo recinto defensivo situada en pleno casco urbano, la  torre alba o blanca. La carretera desemboca en la calle mayor, donde se encuentra la casa consistorial. A la derecha la calle principal se encamina hacia la parte alta de la localidad, donde se emplaza la iglesia de San Félix, construida en el siglo XIV. Se trata de uno de los ejemplos más sobresalientes del mudéjar aragonés. Sobre la fábrica de aspecto militar se levantan cuatro torrecillas con pasos comunicados que se abren con arcos. En la fachada de los pies además se levantan otras dos torres, una de ellas mayor que se culmina con chapitel apuntado. En su interior la iglesia conserva su estructura y decoración mudéjares. Cuenta con una nave cubierta con bóveda de crucería y en la cabecera se abren tres ábsides mediante tres arcos apuntados. El conjunto de muros y bóvedas aparecen decorados con pinturas y esgrafiados. A los pies se levanta el coro añadido en el siglo XV bajo el cual luce un artesonado policromado.

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Un poco más adelante en la carretera nacional parte el desvío que sirve de acceso a Aniñón. Desde lo lejos se avista una amplia panorámica del casco urbano, del que sobresale el impresionante conjunto de la iglesia. Ascendiendo a la parte alta de la población se alcanza el lugar ocupado por el antiguo castillo. Todavía se conserva parte del recinto almenado que lo rodeaba, así como un arco de medio punto que sirve de antesala a la iglesia parroquial. Sobre la fortaleza se levantó la primera fábrica de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. En el año 1283 se inició la construcción, de la cual resta el excelente muro con decoración mudéjar y la torre. Un incendio destruyó el resto de la iglesia, y las obras de reconstrucción se prolongaron hasta finales del siglo XVI. Al exterior sobresale un muro, uno de los más grandes y mejor decorados del arte mudéjar. En él aparecen cuatro contrafuertes prismáticos y se divide con tres impostas horizontales delimitando el espacio de los paños. En ellos se desarrolla una abundante decoración mudéjar con dientes de sierra, ventanas de arco apuntado y cerámica, todo ello en ladrillo. Se completa con cerámica vidriada. La torre mudéjar se eleva a gran altura. El primer cuerpo está decorado con rombos, bandas en zigzag y arcos mixtilíneos entrecruzados. El segundo cuerpo es el de las campanas, con dos arcos apuntados además de una galería de cinco arcos de menor tamaño. En el siglo XVI fue añadido un tercer cuerpo en el cual se intenta continuar con la misma estructura, aunque sin decoración mudéjar.

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Se abandona la población por otra carretera, la cual conduce directamente a Cervera de la Cañada. En la parte alta está la iglesia de Santa Tecla, a cuyo recinto se accede por un arco de la muralla del antiguo castillo. Se trata de un excelente mirador, con la población a los pies, y la sierra de los Armantes al fondo. La construcción fue llevada a cabo aprovechando muros del castillo. En su interior cuenta con una nave que se cubre con bóveda de crucería. En los muros y bóvedas conserva pinturas del siglo XV. Las ventanas que iluminan el interior se componen de dos arcos ojivales con decoración mudéjar. A los pies se levanta el coro elevado sobre un artesonado policromado con tracerías góticas. El pretil presenta rica decoración mudéjar a base de calados de lazos y rosetas.

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Y para completar el fin de semana se propone acercarse hasta Malanquilla, ya en la frontera con tierras castellanas. Desde la carretera nacional, un ramal de menos de tres kilómetros sirve de acceso a la población. Poco antes de alcanzar las primeras casas, a mano izquierda aparece un molino de viento. Fue restaurado en el año 1990, pasando a formar parte de uno de los monumentos más representativos de la población. Además es uno de los pocos en pie que se encuentran en la geografía aragonesa. Se trata de un molino de viento del siglo XVI, de planta circular cuya altura es de unos nueve metros. Al interior se accede mediante una escalera de caracol hasta la planta alta, donde el movimiento de las aspas de doce metros de longitud se transmite a las dos piedras, volandera y solera, entre las cuales se muele el grano. Un tejado circular en donde se acoplan las aspas proporciona el típico aspecto a este tipo de construcciones. En el casco urbano destaca una gran plaza donde se alza el ayuntamiento y la iglesia de la Asunción. La portada renacentista se guarece por un porche, y la torre de planta cuadrada se culmina con un chapitel realizado en piedra sillar.

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Campo de Belchite EXCURSIONES

Belchite, dos pueblos rodeados de estepa y olivos

El paisaje estepario se rompe en los alrededores de Belchite por uno de los olivares más importantes de Aragón. Mientras, el río Aguasvivas crea una mancha verde de vegetación de ribera, con lugares naturales de interés como el Pozo de los Chorros. Pero la historia reciente es la que ha dejado marcada esta localidad, con la fecha de 1937, germen de la división en dos del pueblo: el Belchite Viejo arruinado y Belchite Nuevo.
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Esta propuesta conduce a la capital de la comarca Campo de Belchite. El acceso desde la depresión del Ebro mediante una gran recta atraviesa el paisaje estepario. Poco antes de alcanzar la población un olivar de grandes dimensiones rompe este paisaje dominante, y poco después surge la silueta del pueblo de Belchite en ruinas. Tomando la carretera que conduce a Fuendetodos se pasa entre los dos núcleos, el viejo y el nuevo. En plena travesía, casi frente al arranque de la calle Portal de la Villa, parte el camino señalizado en dirección al Pozo de los Chorros. En su primer tramo discurre entre varias naves. Después se introduce en el antiguo trazado de la vía del ferrocarril de Utrillas, un tramo en curva excavado en el terreno. Al final se alcanza el apeadero del tren de Belchite, ya en desuso. Merece la pena detenerse y acercarse a los restos del antiguo viaducto que salvaba el cauce del río Aguasvivas, situado a unos cien metros. Del mismo todavía se conservan los estribos y dos pilares que sustentaban el puente de hierro, que contaba con una longitud de unos 100 metros.

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Desde este punto se toma la pista en buen estado que continua a la derecha. En su trazado paralelo al río Aguasvivas se pasa junto a una gran balsa rodeada de carrizo, el depósito de los Escaramaches. Después de recorrer unos 2,7 kilómetros desde la carretera se alcanza la casa de Joaquín. Está situada a escasos metros de la pista principal, disponiendo de espacio suficiente para dejar el vehículo. Desde este punto parte el recorrido a pie.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

1 hora (total)

50 m

Baja

Junto a la caseta parte una pista en regular estado desciende de manera directa al río, el cual hay que atravesar. Su escaso caudal no reduce la belleza de su entorno, muy frondoso y flanqueado por pequeñas paredes rocosas. El sendero ahora abandona la ribera y asciende ofreciendo enseguida buenas vistas del valle. En la otra margen se aprecia la finca del Tercón, que llama la  atención por la pequeña plaza de toros que posee. La senda alcanza una amplia repisa que discurre sobre el estrecho del Malpasillo, el punto más espectacular de todo el recorrido. En apenas doscientos metros el cauce del río se encajona con altas paredes rocosas.

En el fondo se encuentra el paraje del Pozo de los Chorros que se visitará más adelante, y también una cascada se precipita en el cauce gracias a las aguas sobrantes de la acequia de Belchite. El recorrido  finaliza cuando la senda se aleja del estrecho, tras un paseo de unos veinte minutos. Se puede prolongar el recorrido hasta la localidad de Almomacid de la Cuba, con una distancia total de hora y cuarto en el trayecto de ida.

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Para completar la caminata, es necesario volver al punto de partida. La pista principal continua su trazado en dirección a la finca del Tercón. En unos diez minutos se alcanza el acceso a la propiedad. La pista termina y un sendero lleva directamente al cauce del río, al pie de la poza más grande situada en la salida del estrecho del Malpasillo.

Para poder ver la zona alta del cauce, y mejores vistas del Pozo de los Chorros hay que tomar un escarpado sendero que nace a escasos metros a la derecha. Este sirve de acceso a una repisa natural situada a unos diez metros de altura sobre el cauce y que permite disfrutar desde lo alto de todo este entorno natural de gran belleza, sorprendentemente situado en medio de grandes parameras esteparias. La repisa continúa hasta llegar a los pies de la cascada que antes se había visto desde la senda superior. También es posible subir un poco más alto, continuando el ascenso en el principio, que conduce a un tajo natural con excelentes vistas de todo el desfiladero.

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Antes o después de comer, según el tiempo invertido en la propuesta de excursión de la mañana, puede realizarse la visita a localidad de Belchite Nuevo. El paso de la guerra civil dejó en tan mal estado el pueblo viejo se vio más viable construir uno de nueva planta a escasa distancia, teniendo en cuenta que había que realojar a 700 familias. El 12 de marzo de 1938 el general Franco estuvo en Belchite pronunciando las siguientes palabras: “Heroicos defensores, yo os juro que sobre estas gloriosas ruinas se edificará una ciudad amplia y hermosa por vuestro heroísmo sin par”. En 1939 comenzó la construcción del nuevo pueblo y tres años más tarde fueron acudiendo los primeros habitantes desde el pueblo viejo. Hasta el año 1954 no fue inaugurada la nueva villa.

En el centro neurálgico está el ayuntamiento, con una gran plaza delimitada por dos fachadas perpendiculares. Es un gran edificio porticado, con balcones en la primera planta y galería de vanos rectangulares bajo alero. Frente a la plaza se alza la iglesia de San Martín de Tours, de grandes dimensiones. La portada está formada por tres grandes arcos. La torre exenta situada en un lado de la misma plaza llama la atención por ser un esbeltísimo campanario de forma octogonal, cuya traza recuerda los exóticos minaretes. La construcción de ladrillo se alza a 47 metros de altura. Sobre el primer cuerpo, en las esquinas tiene tres ángeles de grandes dimensiones. En la parte superior cuenta con una barandilla y un remate vanguardista. En su interior la iglesia se cubre con bóveda de cañón de grandes dimensiones; el altar está compuesto por pinturas doradas muy llamativas. La visita a la localidad se puede completar con un paseo por el parque, cuya amplia zona arbolada cuenta con un gran lago lleno de patos, rodeado de un andador en todo su perímetro.  

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Para la tarde también se propone la visita Belchite Viejo, para lo cual es necesario concertar visita guiada en el servicio de turismo de la localidad. El punto de partida es el Arco de la Villa, situado cerca de la travesía de la carretera que conduce a Fuendetodos. Este arco formaba parte de la antigua muralla de ladrillo que rodeaba la villa. Sobre la puerta se alza una capilla, la cual se abre a intramuros a la calle Mayor, eje principal de la población. En su trazado se conservan todavía algunas fachadas rematadas con galerías de arquillos de estilo aragonés. Se atraviesa la plaza Nueva, donde antaño estuvo el ayuntamiento, y que conserva una fuente en su parte central. Continuando por la calle Mayor se alcanza la plaza Vieja. En medio se alza la Cruz de los Caídos.

Sin embargo el elemento más destacable es la Torre del Reloj. Se trata de la antigua torre de la iglesia de San Juan que fue reformada para darle uso al reloj. Conserva a duras penas la decoración mudéjar en su parte central, y a pesar de las obras de consolidación ya no luce su belleza original. A corta distancia se haya la plaza de la iglesia, donde está la iglesia de San Martín de Tours. Aunque la construcción data de la primera mitad del siglo XIV, en la reforma del siglo XVI se amplió con una nave lateral y se añadió a la nave central una galería de arquillos. Y finalmente en el siglo XIX se alzó la portada actual, a base de piedra y ladrillo. Destacan las cuatro columnas toscanas de la parte inferior, en torno al acceso, que soportan la parte superior coronada con un frontón triangular. Al interior carece de bóvedas, y sólo conserva los muros, así como capillas laterales. En cuanto a la torre, ésta es de planta cuadrada, y a pesar del desgaste de la guerra todavía se yergue en pie con 37 metros de altura. Su rica decoración mudéjar se puede intuir, aunque aparece muy deteriorada. Se culmina con chapitel piramidal.

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En un costado de la iglesia están lo restos del Convento de San Rafael. A su izquierda parte una calle que conduce hasta una replazoleta donde estaba la ermita de San Salvador, de la cual resta su sencilla portada. Desde este punto una calle conduce hasta el arco de San Roque, de similar estructura al arco de la Villa, con capilla en la parte alta, pero mucho más castigado por la contienda. Desde la plazoleta anterior se toma un camino que discurre en paralelo a la acequia Becú, que en trazado sinuoso que marca el límite de la población al norte. Sin pérdida se alcanza la la iglesia de San Agustín. Fue convento hasta la desamortización de Mendizábal, y después de ser restaurada se abrió de nuevo al culto. Tras la guerra civil fue reparada de nuevo e hizo las veces de parroquia hasta la terminación de la iglesia del pueblo nuevo. Consta de una gran nave central con crucero y ábside recto, y cuatro capillas laterales por cada lado. Sobre las capillas laterales corre una tribuna con ventanas rectangulares.

Tras su abandono presenta hundidas la bóveda de la nave central, aunque conserva los arcos, y parte de la cúpula del crucero. Prácticamente la totalidad de los muros, pilastras y bóvedas se encuentran decoradas con esgrafiados, consistente en un revoque en blanco con formas vegetales sobre un fondo azul oscuro. La fachada principal está estructurada en dos grandes cuerpos, superior e inferior y rematada con frontón curvo. El elemento más sobresaliente es la torre. Se levanta sobre una base cuadrada de cinco metros de lado alcanzando una altura de treinta y dos metros. De planta cuadrada los dos primeros cuerpos y octogonal el tercero, con suaves transiciones de la planta cuadrada a la octogonal. La torre, excepto la parte superior del lado nordeste mutilada durante la guerra, se conserva íntegra. Desde este punto una calle conduce de manera directa hasta el punto inicial de la visita guiada, el Arco de la Villa.

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