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Ruta Tierra de Biescas, pedaleando por el Serrablo

Tierra de Biescas en un territorio formado por una amplia y extensa llanura surcada por el río Gállego. Al norte queda delimitado por las murallas rocosas de Sierra Tendenera y Sierra Telera, separadas por el congosto de Elena. En la zona central está escoltada por Punta Güé y el Monte Oturia. El arte serrablés constituye su elemento diferenciador, albergando ejemplos notables de este estilo románico tan singular.
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La Ruta Tierra de Biescas es un sencillo recorrido ciclista que tiene como punto de partida la localidad de Biescas y que termina en el mismo lugar. En su trazado se combina el asfalto de carreteras de poco tránsito y de las calles de la población, con la tierra de una pista en el trazado de vuelta. El desnivel es inapreciable en buena parte de su recorrido, a excepción de un pequeño repecho antes de alcanzar Lárrede. Estas características la convierten en un agradable paseo en el cual disfrutar del paisaje fluvial formado por el río Gállego.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD
19 km (ida y vuelta)100 mvariablebuenofácil

La ruta tiene como punto inicial la plaza de España, centro neurálgico de la población de Biescas. Frente al ayuntamiento está ubicada la oficina de turismo donde poder obtener más información sobre esta bella población y sus alrededores. Tomando la carretera que conduce a Orós Alto se pasa junto al parque de la Conchada. Una vez dejada atrás la población se atraviesa el canal de evacuación de la central hidroeléctrica mediante un puente. A partir de este punto el recorrido coincide con la carretera que discurre por la margen izquierda del río Gállego. Tras recorrer dos kilómetros se atraviesa el barranco de Sía mediante un nuevo puente. Aparece encauzado para el control del caudal en caso de desbordamiento. Un poco más adelante se pasa cerca del núcleo de Orós Alto. El ciclista circula de una manera cómoda por una carretera que serpentea atravesando una gran llanura en la que abundan los campos de cultivo y los pastos.

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Poco después de superar los primeros cuatro kilómetros se atraviesa Orós Bajo. A escasos metros de la carretera se encuentra uno de los ejemplos del arte serrablés. Las iglesias del Serrablo tienen unas características comunes y se sitúan en un espacio reducido, en la cuenca alta del río Gállego. Fueron llevadas a cabo entre los siglos X y XI. Se caracterizan fundamentalmente por sus torres con similitudes a los minaretes musulmanes, el uso del arco de herradura en vanos y el alfiz, así como por la decoración con bandas y arquería ciega en sus ábsides. La iglesia de Santa Eulalia de Orós Bajo es una de las últimas manifestaciones de este estilo. Su ábside presenta arquería ciega que se apoya en columnas planas o lesenas.

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Una vez abandonada la población la ruta avanza en ligero descenso aproximándose al río, oculto tras la vegetación de ribera. En apenas dos kilómetros se alcanza un cruce de carreteras. Continuando por la margen izquierda se toma dirección a Lárrede. En un primer tramo se atraviesa de nuevo una zona cubierta por pastos, y un poco más adelante un pequeño ascenso sirve de antesala a la población que marca la mitad de la ruta. Lárrede posee la iglesia más importante del estilo serrablés. Cuenta con planta de cruz latina, al añadir dos capillas junto a la cabecera. El acceso está formado por un sencillo arco de herradura enmarcado por un alfiz. En su fachada luce además varias ventanas con arcos similares. La cabecera sigue la tipología del resto de iglesias. Y finalmente destaca su esbelta torre, con ventanas de tres arcos características de este estilo.

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Ya de vuelta, a poco más de un kilómetro de Lárrede, se pasa junto a la ermita de San Juan de Busa. Constituye uno de los ejemplos más emblemáticos de este conjunto de iglesias, rodeado de un espacio natural precioso. Su portada cuenta con dos arcos, uno de ellos decorado. Y la cabecera sigue los cánones del resto de iglesias serrablesas, con baquetones y arquería ciega.

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Se alcanza el cruce anterior, junto al cual está al área recreativa de Oliván, un espacio bien acondicionado donde poder realizar un pequeño descanso. Para continuar con la ruta circular es necesario atravesar el río Gállego por el puente de Oliván. Ya en la otra orilla una pista en buen estado recorre la margen derecha del río. En un primer tramo de poco más de un kilómetro la vegetación de ribera acompaña al ciclista. Le sucede un tramo de un kilómetro adicional en el cual atraviesa una plantación de chopos, un paisaje característico que acompaña a muchos ríos. Dependiendo del estado de la plantación, ésta puede ofrecer desde un bosque de árboles alineados de diferente tamaño hasta un paisaje deforestado en el momento de su tala.

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En el tramo final la ruta atraviesa el barranco de Arás. Primero se atraviesa el cauce abandonado y seco, por el cual el 7 de agosto de 1996 pudieron bajar 500 m3/segundo que arrasaron el camping de Las Nieves y sesgaron la vida de 87 personas. Un poco más adelante aparece el actual cauce regulado, atravesado por un puente. A partir de este punto se retoma el asfalto. Un camino aproxima a la población de Biescas, donde poco a poco van surgiendo las primeras viviendas. Se alcanza la avenida de Zaragoza, eje que vertebra la zona donde se agrupan las viviendas de segunda residencia del núcleo. Al final, con el sinuoso trazado de la calle Rambla de San Pedro, se alcanza el puente sobre el río Gállego. Éste conecta los dos barrios en los cuales tradicionalmente ha estado dividida la población. Al otro lado surge la plaza de España, punto de inicio y fin de la Ruta Tierra de Biescas.

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La escasa longitud permite realizar la ruta durante la mañana de manera pausada y disfrutando del paisaje. Por la tarde se recomienda un paseo por Biescas, una de las localidades pirenaicas más turísticas. Su desarrollo urbanístico y de servicios engloba un casco urbano partido por el río Gállego. En la margen derecha está el barrio de San Pedro, que se culmina con la iglesia que le da nombre. Fue reconstruida según estilo neoclásico en el siglo XX y luce una torre cuadrada visible en cualquier estampa de la población. En la parte baja del barrio, cerca del puente se encuentra la Torraza, el edificio civil más importante. Tras su restauración el interior cuenta con un espacio expositivo dispuesto en cuatro plantas. En la margen izquierda está el barrio de la Peña, coronado por la iglesia de San Salvador. De su fábrica románica se conserva sólo el ábside semicircular, siendo reconstruido el resto tras el paso de la guerra civil. En el recorrido por las calles no se debe pasar por alto algunos edificios de interés, entre los que destacan Casa Sebastián y Casa Pepe Estaún.

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Alto Gállego EXCURSIONES

Valle de Caldearenas, en el curso medio del Gállego

El río Gállego nace en la cabecera del valle de Tena, cerca del collado de Portalet. En su tramo medio discurre de manera pausada por el valle de Caldearenas. Le acompaña en su trazado el canfranero, un ferrocarril que trajo el esplendor a esta zona, y que hoy en día todavía resiste. Entre las localidades salpicadas en sus márgenes Javierrelatre y Lasieso conservan buenos ejemplos del arte románico.
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La autovía mudéjar, eje que vertebra Aragón de norte a sur, sirve de acceso directo al valle de Caldearenas. Una vez superado el puerto de Monrepós se alcanza Hostal de Ipiés, una pequeña localidad que aglutina varios servicios. En este punto parte la carretera que conduce a Caldearenas. A lo largo de once kilómetros en compañía del Gállego se alcanza el puente que cruza el río a través del cual se accede al casco urbano. Esta localidad es de origen relativamente reciente ya que sus primeras noticias datan del año 1646, cuando sólo había una casa con el mismo nombre. Con la llegada del tren a finales del siglo XIX fue adquiriendo importancia. Su casco urbano está disperso siendo el grupo más compacto de viviendas el que se encuentra frente a la estación de ferrocarril ahora en estado de abandono. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Antonio, terminada a finales de la década de los cincuenta bajo las pautas del estilo románico.

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En la parte final del núcleo se encuentra la Harinera La Dolores. En el lugar donde antes hubo un pequeño molino, en 1925 comenzó a funcionar la nueva harinera, construida por Fermín Martínez. La elección del lugar fue determinante por el nuevo ferrocarril con conexión entre Zaragoza y Francia, así como por la cercanía al río Gállego, que aportaba el caudal necesario para aportar la fuerza motriz al molino. Dos audiovisuales y una muestra de numeroso material conservado a lo largo de su existencia sirven de introducción. El resto de la visita permite descubrir el excelente estado de la maquinaria, importada de Suiza. Además de poder observar esta joya se disfruta del añadido de poderla ver en funcionamiento. En la parte baja está la turbina y el eje central de distribución. En la planta calle y en la planta alta se pueden observar las diferentes máquinas que servían para convertir el trigo en harina de diferentes calidades. Un viaje al pasado para comprender cómo se realizaba el proceso de la producción de harina hace más de cincuenta años.

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Como complemento a la visita de la localidad se plantea un paseo por los alrededores. Junto a la harinera parte un camino que poco después discurre en paralelo al río Gállego. Tras media hora de camino arranca la Senda de Izarbe, en cuyo recorrido se pueden descubrir pinturas y mosaicos realizadas por Maribel Rey sobre las piedras, de tal manera que quedan integrados en el paisaje. El final lo marca una amplia pradera, después de una hora de camino. Allí una antigua paridera acoge el pequeño Centro de Interpretación de la Vida Pastoril. De vuelta se puede recorrer un pequeño ramal alternativo que en diez minutos de recorrido circular descubre otro grupo de pinturas.

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Para la tarde se propone la visita a dos localidades cercanas. La primera de ellas está situada a unos tres kilómetros, tomando la carretera que conduce a Anzánigo. Javierrelatre consta de dos barrios separados por la travesía. A la entrada de la población parte una calle que asciende hasta la parte alta. La iglesia de los Santos Reyes corona la ladera donde se asienta el pueblo. Se trata de una bella fábrica románica del siglo XII, de la cual se conserva sólo la cabecera. El ábside románico cuenta con tres vanos decorados sobre capiteles decorados con motivos vegetales y geométricos; una imposta ajedrezada bordea las arquivoltas. Se accede al interior mediante atrio en el que se abren dos accesos y un vano de doble arco de medio punto de estilo románico. Junto a la cabecera se alza la robusta torre prismática que se eleva ligeramente sobre el conjunto de la iglesia.

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El barrio bajo aglutina los mejores ejemplos de arquitectura civil con los que cuenta el núcleo. En una plazoleta que atraviesa la carretera sobresale la Casa Lanaspa, levantada en el siglo XIX. Se trata de una gran vivienda de cuyos tejados despuntan dos chimeneas troncocónicas. En un rincón se abre un arco de medio punto, en cuyas dovelas aparecen esculpidas variadas figuras. Da acceso a un patio empedrado, donde se encuentra el acceso principal.

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Para acceder a la segunda población es necesario volver a Hostal de Ipiés. Tomando dirección a Huesca, a escasa distancia y sin abandonar el núcleo, parte una carretera que en cinco kilómetros alcanza Lasieso. Su origen se debe a la fundación del monasterio de San Pedro de Lasieso en el año 1080. Sin embargo su vida fue corta y en 1247 fue extinguido convirtiéndose en iglesia parroquial. El edificio data del siglo XI, y tiene la peculiaridad de estar formado por dos iglesias adosadas, una mayor que otra. Ambas se culminan con ábsides semicirculares. El elemento más sobresaliente es la torre en cuya parte alta se abren vanos compuestos por tres arcos de medio punto. Bajo ellas aparecen otros vanos menores de dos arcos.

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El conjunto de viviendas se organiza en torno a una calle. Una vez superada la iglesia, entre la última de las casas y unos edificios secundarios se encuentra una necrópolis formada por tumbas antropomorfas. Datan del siglo X, y evidencian la importancia de este poblamiento durante los siglos altomedievales. Se compone de un conjunto numeroso, y entre ellas destacan muchas que por su tamaño pertenecieron a niños.

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EXCURSIONES Hoya de Huesca/Plana de Uesca

Agüero y Murillo, el Gállego rodeado de mallos

Los mallos son imponentes farallones rocosos compuestos por conglomerados de cantos rodados. Los más afamados dieron lugar al Reino de los Mallos, territorio regentado entre 1097 y 1111 por Doña Berta, segunda mujer del rey aragonés Pedro I. Además de Loarre y los Mallos de Riglos, esta posesión contaba con los Mallos de Agüero, cerca de la población de Murillo de Gállego.
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En esta ocasión se propone visitar el tramo medio del río Gállego, bien conocido por los Mallos de Riglos y por los deportes de aventura que se practican en esta zona. En este entorno hay más puntos de interés para descubrir, y ese el objetivo de esta propuesta de excursión. Para acceder a esta parte de la Hoya de Huesca se dispone una carretera desde Huesca, aunque también se puede acceder desde el norte a través del puerto de Santa Bárbara y el embalse de La Peña.

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Antes de llegar a Murillo de Gállego, parte la carretera de acceso a Agüero. Se trata de una población situada al pie de los mallos del mismo nombre. Un poco antes de alcanzar el casco urbano parte una carretera asfaltada a mano derecha que pasa junto al cementerio, y alcanza la parte alta del núcleo. Para la mañana se propone realizar una sencilla caminata que ofrece una visión global de sus mallos. La Vuelta a los Mallos de Agüero cuenta con un recorrido de poco más de tres kilómetros, y puede realizarse de manera pausada en hora y media.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

1 h 30 min

100 m

fácil

En una curva antes de alcanzar el pueblo, se ubica el cartel indicador de donde arranca el sendero. Asciende por la ladera oriental bordeando la mole rocosa. Desechando los senderos que parten hacia la derecha se alcanza un collado por donde pasa una pista. Su trazado descendente se encamina a la parte trasera de los mallos. La pista está en muy mal estado, pero permite caminar sin problemas.

La vegetación de la umbría cuenta con arbolado de mayor porte y densidad que el resto de las laderas. En la parte baja, cerca de un depósito de agua, parte una pista a la izquierda que continua bordeando los mallos. Ahora se recorre la parte alta del barranco de la Rabosera, coronado en la margen opuesta por pequeñas formaciones rocosas. La senda se aproxima a la Peña Sola, un mallo ligeramente desligado del resto de la formación. Ya con el pueblo a la vista, junto a un cartel informativo parte un sendero empinado que conduce a los pies del mallo. Se aprecia en toda su magnitud sus dimensiones y el tajo llevado a cabo en la roca, con excelentes vistas tanto hacia el pueblo como en dirección al barranco antes recorrido. Sólo resta descender en dirección al casco urbano accediendo por su parte alta.

Es de obligada visita un paseo por las calles de Agüero. Conserva el sabor de su arquitectura tradicional, con bellos rincones embellecidos por sus habitantes. En la parte central del núcleo se abre una plaza que alberga la iglesia de San Salvador. Se trata de una construcción de origen románico reformada en el siglo XVI. Al exterior sobresale su portada compuesta de cuatro arquivoltas con decoración geométrica y capiteles figurados. En el tímpano aparece representado el Pantocrátor y el Tetramorfo. Y junto a ella la torre con tres pisos y campanario separados por impostas.

Sin embargo la joya arquitectónica de la población está situada fuera del casco urbano. Antes de alcanzar la población es preciso tomar una pista señalizada a mano derecha que conduce a la ermita de Santiago. Se trata de una obra inacabada que consta de tres grandes ábsides y un pequeño tramo de nave. La portada tiene cuatro arquivoltas de arco de medio punto, con capiteles figurados de gran variedad temática y belleza. El tímpano es una pieza maestra que representa una bella imagen de la Adoración de los Reyes Magos.

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Para la tarde se reserva la visita a la población de Murillo de Gállego. Sus casas se apiñan sobre la carretera, con la iglesia en uno de los extremos. Desde la carretera una calle permite subir andando a la plaza mayor. Allí se alza la Casa d’a Billa, edificio de arquitectura aragonesa que alberga el ayuntamiento. Cerrando la plaza se encuentra la iglesia de San Salvador. Al exterior se puede apreciar la mezcla de estilos: el románico de su origen marcado por la cabecera de tres ábsides situada en la parte trasera y el resto procedente de la reforma del siglo XVI con la galería de arcos de medio punto de ladrillo coronada con almenas así como la torre cuadrangular que sobresale del conjunto. De su interior destaca la cabecera románica con decoración en capiteles y la cripta que tiene la misma estructura que la nave.

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Avanzando por la calle principal de trazado ascendente se pueden apreciar su rica arquitectura civil, con portadas y vanos decorados. En uno de los extremos de la población se encuentra la ermita de la Virgen de Liena. El acceso se antecede de pórtico gótico sobre pilares hexagonales que constituye un bonito mirador sobre la población. En la parte trasera de la ermita hay necrópolis altomedieval compuesta por tumbas antropomorfas. Desde la ermita una calle sirve para coronar el casco urbano de la población alcanzando el solar donde estuvo antaño el castillo. Ahora este espacio ha sido acondicionado como un mirador, gracias a sus excelentes vistas de la localidad, del valle del río Gállego y de los Mallos de Riglos.

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La visita a la localidad se completa con la visita al Museo de la Electricidad. Se emplaza al pie de la carretera, junto al barranco que antecede al casco urbano. Hace años este espacio fue fábrica de harinas y ahora alberga las piezas de la antigua central hidroeléctrica situada junto al río Gállego. La planta calle contiene los elementos más llamativos, las turbinas utilizadas para producir electricidad. En la planta alta se muestran objetos tan curiosos como antiguos teléfonos, así como una gran rueda de un molino para elevar agua. La visita se completa con un pequeño sótano donde se exponen fotografías de la antigua central y multitud de pequeños objetos relacionados con la electricidad empleados en el siglo XX. 

 

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