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Alto Jiloca, rodando desde los Ojos de Monreal a Calamocha

El río Jiloca localiza su nacimiento en la fuente de Cella, el pozo artesiano más grande de Europa. Sin embargo los Ojos de Monreal se consideran el verdadero comienzo del río por su caudal más estable. En su recorrido hasta Calamocha el valle discurre sin apenas desnivel, cubierto por huertas, maizales, choperas y rodeado por amplias parameras cerealistas. Los pueblos se conectan con pistas y carreteras por donde discurre la ruta ciclista.
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La ruta cicloturista recorre el Alto Jiloca, las tierras situadas en la parte alta de la cuenca entre las localidades de Monreal del Campo y Calamocha. Un recorrido sencillo ya que la mayor parte discurre por caminos asfaltados y carreteras de poco tránsito, mientras que el resto son pistas. El paisaje de la vega en compañía del río será de agrado al ciclista.

Hasta Monreal del Campo se puede acceder de manera cómoda por la autovía mudéjar, bien provenientes de Zaragoza o Teruel. El punto de partida es el paraje conocido como los Ojos de Monreal, situado a unos dos kilómetros del pueblo. El frondoso lugar está rodeado de chopos y se compone de unas cincuenta surgencias de forma circular de diferentes tamaños que ocupan una superficie de agua de una hectárea. El carrizal protege este hábitat natural, cuyo caudal medio es de unos 500 litros/segundo.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD

20,5 km

50 mvariablebuenomedia

Se deja el vehículo al pie de la pista asfaltada de acceso, junto al área recreativa. A escasos metros están las compuertas que regulan el caudal del río y de la acequia de Rey. En este punto arranca la ruta, tomando un sendero que en apenas unos metros se convierte en camino. Éste acompaña a la acequia de cemento que distribuye el agua la cual alimenta las huertas de la vega. El tramo inicial constituye un agradable paseo donde las choperas se alteran con las tierras de cultivo.

Sin perder de vista las cristalinas aguas de la acequia se alcanzan las primeras viviendas de Monreal del Campo. Bordeando la población y cuando casi se han alcanzado los dos primeros kilómetros se pasa junto al Molino Alto. En su origen fue destinado a la producción de harina aunque fue reconvertido en fábrica de luz el siglo pasado. Tras su rehabilitación se conservan las tres cárcavas y su entorno se ha reconvertido en un bello rincón. Justo después aparece el primer cruce de carretera. Al frente y a la izquierda, se continúa por la pista que acompaña la acequia y que la cruza poco después. Tras recorrer trescientos metros por un tramo en regular estado se vuelve a cruzar otra carretera. De nuevo se avanza al frente por otra pista que discurre flanqueada por frondosas choperas. Cuanto se llevan 2,8 kilómetros otra vez es necesario cruzar, en este caso, la carretera principal de acceso a la localidad. Al otro lado se toma una calle que bordea las instalaciones deportivas y que discurre en paralelo a la acequia, por la margen opuesta. Medio kilómetro después surge el acceso al Molino Bajo, a la derecha, y el camino gira bruscamente a la izquierda, por donde  debe continuarse. Cuando se alcanzan 3,6 kilómetros de ruta se llega a una carretera. Tras incorporarse con precaución, se coge dirección a la derecha. El paisaje cambia, alejándose del río, y atravesando una llanura con campos de cultivo amplios.

Tras alcanzar los 5,6 kilómetros se deja la carretera tomando un amplio camino a la derecha. El trazado poco a poco va acercándose a la vega de nuevo, a la vez que toma dirección al siguiente enclave: Torrijo del Campo. A los 7,2 km vuelve el asfalto en las calles de la localidad. Su trazado rectilíneo abandona las huertas y se introduce en el casco urbano hasta toparse con el acceso a la localidad. Se gira a la izquierda y poco después arranca la calle San Pedro a mano derecha por la que se abandona el pueblo. Al alcanzar el punto kilométrico 7,9 se toma una pista asfaltada la cual surca de nuevo la vega del río Jiloca.

En el kilómetro 9,2 se pasa a los pies de la ermita de la Virgen de las Cuevas. El precioso edificio cuenta con un porche a los pies. En uno de sus costados cuenta con un área de descanso dotada de buena sombra. Además cuenta con un buen mirador del fértil valle del río Jiloca. Un buen lugar para descansar. Se continúa el trazado de la pista hasta otra carretera. Se avanza al frente, y poco después ésta gira a la izquierda. La ruta ciclista avanza nuevamente al frente por otra pista asfaltada. Sin abandonar el asfalto bordea unas instalaciones agropecuarias y a la vuelta de una curva surge en un costado la estación de ferrocarril de Caminreal. Tras su acondicionamiento ahora es la sede del Centro de Interpretación de la Cultura Romana de Caminreal (CICAR). Se llevan 10,3 kilómetros de ruta.

El recorrido avanza de manera rectilínea hasta introducirse en el barrio del Santo, en torno a la ermita de San Salvador, perteneciente a la localidad de Fuentes Claras. En este punto se cumpen 12,5 kilómetros. Frente a la ermita se coge la calle a la derecha que tras cruzar el cauce del Jiloca entra en el casco urbano. Es necesario tomar la primera calle a la izquierda, y seguir su trazado irregular hasta llegar a los pies de la ermita de San Ramón, situada en un cruce. En este punto se toma la calle de la izquierda que sirve para dejar atrás la localidad. Los campos ahora son más irregulares, cercanos al río. Llega un momento en que es necesario superar las vías del ferrocarril que conduce a Teruel. En su descenso se divisa el siguiente pueblo así como la ermita de la Virgen del Moral. En este punto se habrán alcanzado los 14,5 kilómetros de ruta.

A los pies de la ermita está el viejo moral, que da nombre a la ermita y a la virgen. Poco más adelante surge la carretera de acceso a El Poyo del Cid. Una pequeña elevación alberga el peirón de la Virgen del Pilar y un monumento en recuerdo a los muertos en la guerra civil. Cuenta con una bella vista de la localidad coronada por el cerro de San Esteban, donde el Cid Campeador estableció un campamento, hecho que dio nombre al lugar. Se coge la carretera en dirección a la derecha. A unos trescientos metros se abandona para tomar a la izquierda una pista asfaltada que arranca en una ligera curva. Su trazado sinuoso servirá de camino hasta alcanzar la localidad de Calamocha, surcando grandes campos de maíz.

La pista desemboca en una amplia calle que sirve de circunvalación, flanqueada por casas unifamiliares en uno de los costados. Sin dejar su trazado llega un momento en que gira a la izquierda con el fin de atravesar el cauce del río Jiloca. Justo antes se puede descender hasta los antiguos lavaderos, un edificio abierto al frente que cuenta con una fuente. A su derecha arranca el paseo fluvial que servirá como final a la ruta ciclista. Un agradable recorrido que acompaña al cauce del río rodeado de abundante vegetación. Al tropezarse con una calle, sólo resta girar a la izquierda para alcanzar de nuevo la ribera, en el punto en que se conserva un puente romano. Se trata de un robusto puente de un solo arco de origen romano, aunque reformado posteriormente. El entorno ajardinado y el paso del río configuran un espacio de gran belleza, y con el que se pone punto y final a la ruta ciclista.

Se recomienda un paseo por el centro de Calamocha, la capital de la comarca del Jiloca. Además de los buenos ejemplos de arquitectura civil, sobresale la iglesia de Santa María la Mayor, ubicada en una gran plaza donde también se localiza el ayuntamiento.

Para la tarde se propone acercarse hasta la Laguna de Gallocanta. Antes de alcanzar la población que la da nombre hay un centro de interpretación que relata la importancia natural de este enclave, la mayor laguna natural de la Península Ibérica. Además en el periodo invernal tiene como atractivo ser el lugar de reposo de miles de grullas en migración desde el norte de Europa hacia las tierras del sur.

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