El valle de Onsella, conocido históricamente como Valdonsella, está ubicado en el límite norte de la provincia de Zaragoza. Su nombre hace referencia a la existencia de osos en el pasado.  El valle se descuelga de la Sierra de Santo Domingo discurriendo en dirección este-oeste. Sus pequeños pueblos conservan una arquitectura tradicional bien conservada, con elementos sobresalientes como el torreón de Navardún y las casas nobiliarias de Longás.

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El acceso natural a este pequeño valle es la localidad de Sos del Rey Católico, una de la Cinco Villas, que tomó el apellido de su hijo más ilustre. Hasta este enclave se accede por la carretera que vertebra la comarca de sur a norte partiendo del valle del Ebro desde Gallur o Alagón. Una vez rodeado el promontorio donde se alza Sos, en ocho kilómetros se alcanza la puerta de la Valdonsella.

El casco urbano de Navardún se asienta en una vaguada, salvaguardada por la torre del antiguo castillo. El acceso conduce directamente a la plaza principal, donde alza el ayuntamiento. El histórico edificio luce un magnífico escudo fechado en 1690. Se trata de un palacio aragonés con arco de medio punto y en la última planta alberga una galería de huecos rectangulares. Un paseo por sus calles descubre una cuidada arquitectura con fachadas de piedra, a la vez que se observan los restos de fustes y capiteles del patio de armas del castillo. En la parte alta está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción de principios del siglo XII. Ante una bella plaza se alza su portada escoltada por columnas lisas y capiteles con decoración de hojas, con una banda de ajedrezado alrededor. Completan el conjunto el ábside románico y la espadaña a los pies.

El punto de mayor interés de la población es el castillo. Se accede una vez rebasado el casco urbano, mediante un pequeño ramal. Estuvo compuesto por distintas dependencias en torno a un patio de armas, del cual sólo se conserva la planta. En uno de los costados se alza la torre del Homenaje. Se trata de una de las más voluminosas de este tipo en Aragón, con una altura de 26 metros. Se accede a través de una puerta elevada que deja en la parte señorial. De sus cuatro plantas, la más baja sirvió como almacén. El resto de las plantas se cubrían con techumbres planas de madera. En la planta noble se abren ventanas ajimezadas de arco apuntado, además de una letrina. Se puede acceder a la terraza almenada, con excelentes vistas de la localidad y de todos los alrededores.

Poco más adelante es necesario tomar la carretera que acompaña al río Onsella. Encaramadas al valle se alzan las casas y la iglesia de Isuerre. Esta pequeña población cuenta con un magnífico mirador desde la plaza mayor y la iglesia de San Esteban, obra románica reformada posteriormente. Un paseo desde la parte trasera de la iglesia alcanza una recoleta plaza que conserva la esencia de la arquitectura típica de la zona, que cuidan con mimo sus habitantes. Otras dos portadas en el resto del pueblo atestiguan la nobleza de sus antiguos dueños.

A poco más de tres kilómetros se asienta otra pequeña población de la Valdonsella. Un desvío conduce a Lobera de Onsella. Su topónimo hace referencia a los lobos que poblaron antaño esta zona. En el centro se abre la plaza principal, un espacio amplio del cual parten buena parte de las calles del pueblo. Una calle con escalinata ofrece la visión del ayuntamiento y la torre de la iglesia ubicados en la parte alta. Cerca de la plaza destaca la casa Plano, que luce una excelente portada rematada con frontón y pináculos. La puerta cuenta con columnas achaflanadas a ambos lados. Un pequeño paseo servirá para saborear la cuidada arquitectura popular de su casco urbano.

La carretera que discurre por el valle llega a su fin en Longás. Se trata de uno de los pueblos más pintorescos de la ruta. Recibe al visitante la calle principal flanqueada por un conjunto de casas señoriales de piedra con grandes portalones y bellas ventanas geminadas. Un poco más arriba está la iglesia de Santa María, obra del siglo XVI. Sobresale su torre de planta cuadrada, singular por la torreta adosada que contiene la escalera de caracol de acceso. Merece la pena un paseo pausado por sus calles donde sorprende una arquitectura civil sobresaliente para una población tan pequeña.

Para culminar la excursión se propone coronar la Sierra de Santo Domingo mediante una pista que parte a la entrada del pueblo. Se encarama por la ladera salpicada de bojes y aliagas, ascendiendo fuerte mediante continuas lazadas. Tras este primer repecho se alcanza una gran llanura surcada por campos de cultivo. Más adelante el trayecto se adentra en una zona con más arbolado, donde predomina el pinar acompañado de abundantes hayas y serbales blancos. Se alcanza el Portillón de Longás, situado a 1.235 metros, tras despejarse la vegetación. La conforma una abertura en la cresta rocosa, la cual permite la conexión con Biel y Fuencalderas. Antiguamente este paso servía para controlar el número de cabezas de ganado que lo atravesaban.

TIEMPO DESNIVEL DIFICULTAD
50´ (ida) 300 metros fácil

La pista continúa hacia el punto más alto de la sierra. Este trayecto puede realizarse por un sendero que parte de la pista a escasa distancia del portilllón. Hayas, bojes, acebos y otras especies cubren por completo la umbría a lo largo de casi media hora de ascensión. Arriba se alternan progresivamente algunos pastizales hasta desembocar de nuevo en la pista para emprender el tramo final. Un amplio pastizal en forma de vaguada sirve de cobijo a la ermita de Santo Domingo. Una sencilla fábrica rectangular de piedra, con tejado formado por amplias losetas. A mano derecha, rodeada de masas de boj está el Pico de Santo Domingo, coronado por el punto geodésico, a 1.524 metros de altitud. Desde este punto se divisa perfectamente la vertiente sur, con las crestas rocosas de la sierra, el Puig Moné y al fondo el Moncayo. En el lado opuesto a la ermita se alza otra elevación donde un panel de interpretación permite identificar todas las cumbres pirenaicas visibles desde este magnífico mirador. El descenso puede realizarse directamente por la pista hasta alcanzar de nuevo el portillón.

En el sureste de la comarca del Bajo Cinca/Baix Cinca se juntan tres de los ríos más importantes de la cuenca hidrográfica. Mequinenza/Mequinensa el viejo desapareció a causa del embalse de Ribarroja/Riba-roja. Sus museos recuerdan la historia de su pasado, mientras sus habitantes con fuerza miran al futuro, con el medio acuático como su mayor potencial. Mientras Fraga, capital de la comarca, basa su potencial en la agricultura y la industria.

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En el pueblo viejo de Mequinenza/Mequinensa arranca el fin de semana por las tierras del Bajo Cinca/Baix Cinca. Esta situado junto a la desembocadura del río Segre en el Ebro. Se puede acceder cómodamente a través de la autopista de Nordeste, que se abandona en la salida de Fraga. Tomando la carretera nacional en dirección a Alcañiz se atraviesa el pueblo nuevo y un kilómetro más adelante se llega a los pies de un aparcamiento. Las antiguas escuelas son el único edificio en pie del casco urbano, que tras su rehabilitación se han convertido en albergue y en la sede de los Museos de Mequinenza.

Para la mañana se propone visitar la oferta museística que ofrece esta localidad zaragozana. El primer espacio es el Museo de Historia. Una maqueta introduce al visitante para hacerse una idea de la configuración del antiguo pueblo, con las casas alineadas frente al río Ebro. Allí comienza el relato de su reciente historia. Con la construcción del embalse de Ribarroja/Riba-roja, las aguas anegarían la parte baja de la localidad, la más comercial. Aunque no se planteaba inicialmente, al final todo el pueblo fue desalojado, y las casas derruidas una vez iban siendo compradas por ENHER, adjudicataria de la concesión hidroeléctrica. En tan sólo cuatro años se culminó el proceso que hizo desaparecer un pueblo con siglos de historia.

En el museo, además de un documental, se pueden visitar varias salas que muestran otros aspectos de la historia, costumbres y entorno natural de Mequinenza/Mequinensa. Se completa con un amplio apartado reservado a la obra de Jesús Moncada. Este ilustre vecino escribió entre muchos otros “Camí de Sirga”, un libro de gran difusión que cuenta los últimos años de la vida en el pueblo. Pero además cuenta con una obra pictórica muy singular, la cual se muestra en una de las salas. En ellas se representan figuras humanas horadadas, que representan el vacío interior que supuso el abandono forzoso del pueblo.

A escasa distancia está ubicado el Museo de la Mina. A través de varias galerías de poco más un kilómetro el visitante se adentra bajo la sierra donde se ubica el castillo de Mequinenza.  A la entrada se suministra un casco, que ambienta todavía más la visita en la cual se relata la dureza del trabajo de los mineros. A la largo del recorrido se han reproducido diferentes escenas, que representan la evolución y modernización del proceso de extracción con el paso del tiempo. En la zona se llegó a extraer el 30% del carbón de producción nacional. Las últimas minas cerraron hace pocos años.

El tercero de los espacios expositivos está situado en la parte trasera del albergue, al aire libre. Se trata del Museo del Pasado Prehistórico. A través de reproducciones de yacimientos arqueológicos y pinturas rupestres del término municipal se descubre cómo era la vida de sus antepasados.

Por la tarde se propone para comenzar la visita a los restos del pueblo viejo. Tras la ruina forzosa de todos los inmuebles de esta villa que superó los cuatro mil vecinos, se efectuó una limpieza que hoy permite pasear por algunas de sus calles, que conservan incluso el pavimento original en algún caso. De las viviendas sólo restan el arranque de sus muros, así como alguna puerta. Aparecen señalizados algunos edificios importantes como el cine, el mesón, la casa de Jesús Moncada, así como la iglesia cuyo interior ha sido invadido por la vegetación acuática debido a las filtraciones. En la parte baja, cerca de la carretera, se conservan todavía las farolas de la plaza de Armas, mudo testigo de la frenética actividad social de la villa.

Como vigía tanto del actual núcleo como del antiguo, el castillo está situado en un lugar estratégico con amplias vistas. Sin embargo su propietario, la Fundación Endesa, sucesora de ENHER, que tanto daño causó tanto a Mequinenza/Mequinensa como a Fayón/Faió, dificulta su visita permitiendo sólo la visita los martes no festivos del año por la mañana. Se trata de uno de los castillos de factura gótica más importantes de Aragón. La  fortaleza musulmana fue tomada por Ramón Berenguer IV y desde el siglo XII fue regentada por la familia Moncada. En el siglo XV la fortaleza se convierte en castillo-palacio, sufriendo siglos más tarde el paso de diferentes guerras que azotaron la zona.

El acceso parte de la travesía de Mequinenza/Mequinensa, frente al aparcamiento del club náutico. Tomando la calle que sube a la izquierda y trescientos metros de nuevo el ramal izquierdo, la estrecha carretera asciende ya sin pérdida hasta el castillo. Antes de llegar ya se advierte de la prohibición de paso, siendo necesario dejar el vehículo en un pequeño ensanche. Desde allí parte un camino que sorteando las señales de propiedad particular conduce a los restos de un muro y un torreón circular. Este mirador no acondicionado ofrece unas vistas a vuelo de pájaro del pueblo viejo, el embalse de Ribarroja y el castillo que bien merecen el ascenso.

Sólo resta volver a Mequinenza/Mequinensa y dar un paseo por el centro de la localidad. Una bonita plaza porticada con el ayuntamiento al frente se abre a la travesía. Al otro lado otro gran espacio invita a acercarse al muelle que discurre en paralelo al río Segre. Una gran lámina de agua embalsada ideal para la práctica deportiva y la pesca. Aguas arriba el Cinca desemboca en el Segre creando el espacio natural que recibe el nombre de Aiguabarreig, lugar de encuentro de numerosas aves, con una variada flora y fauna.

Para el domingo se propone remontar el río Cinca en dirección a Fraga. Desde la carretera nacional, antes de cruzar el puente de la autopista, parte una pista señalizada y asfaltada que conduce a la ermita de San Salvador. Unos cinco kilómetros de sinuoso trazado dando la vuelta a la sierra conducen al destino. A partir del año 1550 la orden de los trinitarios construye el santuario. Se recuperó de la ruina hace un par de décadas. La ermita cuenta con una robusta fachada rematada por una espadaña. Un merendero ocupa los restos de las instalaciones monacales alrededor del pozo. Al fondo un mirador ofrece una de las mejores vistas del tramo final del río Cinca, que se cierra con las cumbres pirenaicas al fondo.

Volviendo a la carretera nacional se entra en Fraga por la avenida de Aragón, que vertebra la zona más moderna de la capital del Cinca. Se atraviesa el río mientras se divisa el casco urbano sobre un promontorio. Desde el paseo fluvial parte una calle empinada dotada de una escalera mecánica que permite el acceso cómodo hasta las cercanías de la iglesia de San Pedro. De la fábrica románica conserva su portada. El elemento más singular de la estampa fragatina es la torre, con cuerpos de las sucesivas etapas constructivas rematados con un chapitel apuntado. A escasa distancia está el palacio Montcada, la familia que ostentó el señorío de Fraga del siglo XII al XIV. Después fue palacio del Gobernador y sede del ayuntamiento. En la actualidad es un centro cultural dotado de salas de exposiciones que se pueden visitar. Desde la iglesia parte la calle mayor, de trazado sinuoso y descendente atravesando pasadizos, herencia del pasado musulmán. Desemboca a los pies del paseo de Barrón Cegonyer, atravesando el portal homónimo. Un paseo central, epicentro de la actividad social y cultural de la ciudad, culmina a los pies del ayuntamiento. Un monumento a la fragatina, la “done de faldetes”, embellece la plaza de España.

Tomando la carretera que conduce a Zaidín, se continúa remontando el valle del río Cinca.  A unos cuatro kilómetros se alcanza Villa Fortunatus. Se trata de un yacimiento arqueológico que conserva en buen estado la parte principal de una villa romana característica del sistema de explotación agraria del Bajo Imperio. En su último acondicionamiento se ha protegido todo el espacio con una cubierta, lo que permitirá un mejor mantenimiento de los actuales restos. La vivienda se estructura en torno a un patio, rodeado de las diferentes dependencias. A falta de los muros, su mayor riqueza son los pavimentos con mosaicos geométricos y abundantes representaciones. En una de ellas se encontró la palabra Fortunatus, traducida como “que seas feliz”, que dio nombre al yacimiento. Entre los restos arqueológicos apareció un segundo patio más pequeño, unas termas y un templo paleocristiano que se construyó en una época posterior al uso de la vivienda romana.

Tierra de Biescas en un territorio formado por una amplia y extensa llanura surcada por el río Gállego. Al norte queda delimitado por las murallas rocosas de Sierra Tendenera y Sierra Telera, separadas por el congosto de Elena. En la zona central está escoltada por Punta Güé y el Monte Oturia. El arte serrablés constituye su elemento diferenciador, albergando ejemplos notables de este estilo románico tan singular.

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La Ruta Tierra de Biescas es un sencillo recorrido ciclista que tiene como punto de partida la localidad de Biescas y que termina en el mismo lugar. En su trazado se combina el asfalto de carreteras de poco tránsito y de las calles de la población, con la tierra de una pista en el trazado de vuelta. El desnivel es inapreciable en buena parte de su recorrido, a excepción de un pequeño repecho antes de alcanzar Lárrede. Estas características la convierten en un agradable paseo en el cual disfrutar del paisaje fluvial formado por el río Gállego.

LONGITUD DESNIVEL PENDIENTE FIRME DIFICULTAD
19 km (ida y vuelta) 100 m variable bueno fácil

La ruta tiene como punto inicial la plaza de España, centro neurálgico de la población de Biescas. Frente al ayuntamiento está ubicada la oficina de turismo donde poder obtener más información sobre esta bella población y sus alrededores. Tomando la carretera que conduce a Orós Alto se pasa junto al parque de la Conchada. Una vez dejada atrás la población se atraviesa el canal de evacuación de la central hidroeléctrica mediante un puente. A partir de este punto el recorrido coincide con la carretera que discurre por la margen izquierda del río Gállego. Tras recorrer dos kilómetros se atraviesa el barranco de Sía mediante un nuevo puente. Aparece encauzado para el control del caudal en caso de desbordamiento. Un poco más adelante se pasa cerca del núcleo de Orós Alto. El ciclista circula de una manera cómoda por una carretera que serpentea atravesando una gran llanura en la que abundan los campos de cultivo y los pastos.

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Poco después de superar los primeros cuatro kilómetros se atraviesa Orós Bajo. A escasos metros de la carretera se encuentra uno de los ejemplos del arte serrablés. Las iglesias del Serrablo tienen unas características comunes y se sitúan en un espacio reducido, en la cuenca alta del río Gállego. Fueron llevadas a cabo entre los siglos X y XI. Se caracterizan fundamentalmente por sus torres con similitudes a los minaretes musulmanes, el uso del arco de herradura en vanos y el alfiz, así como por la decoración con bandas y arquería ciega en sus ábsides. La iglesia de Santa Eulalia de Orós Bajo es una de las últimas manifestaciones de este estilo. Su ábside presenta arquería ciega que se apoya en columnas planas o lesenas.

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Una vez abandonada la población la ruta avanza en ligero descenso aproximándose al río, oculto tras la vegetación de ribera. En apenas dos kilómetros se alcanza un cruce de carreteras. Continuando por la margen izquierda se toma dirección a Lárrede. En un primer tramo se atraviesa de nuevo una zona cubierta por pastos, y un poco más adelante un pequeño ascenso sirve de antesala a la población que marca la mitad de la ruta. Lárrede posee la iglesia más importante del estilo serrablés. Cuenta con planta de cruz latina, al añadir dos capillas junto a la cabecera. El acceso está formado por un sencillo arco de herradura enmarcado por un alfiz. En su fachada luce además varias ventanas con arcos similares. La cabecera sigue la tipología del resto de iglesias. Y finalmente destaca su esbelta torre, con ventanas de tres arcos características de este estilo.

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Ya de vuelta, a poco más de un kilómetro de Lárrede, se pasa junto a la ermita de San Juan de Busa. Constituye uno de los ejemplos más emblemáticos de este conjunto de iglesias, rodeado de un espacio natural precioso. Su portada cuenta con dos arcos, uno de ellos decorado. Y la cabecera sigue los cánones del resto de iglesias serrablesas, con baquetones y arquería ciega.

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Se alcanza el cruce anterior, junto al cual está al área recreativa de Oliván, un espacio bien acondicionado donde poder realizar un pequeño descanso. Para continuar con la ruta circular es necesario atravesar el río Gállego por el puente de Oliván. Ya en la otra orilla una pista en buen estado recorre la margen derecha del río. En un primer tramo de poco más de un kilómetro la vegetación de ribera acompaña al ciclista. Le sucede un tramo de un kilómetro adicional en el cual atraviesa una plantación de chopos, un paisaje característico que acompaña a muchos ríos. Dependiendo del estado de la plantación, ésta puede ofrecer desde un bosque de árboles alineados de diferente tamaño hasta un paisaje deforestado en el momento de su tala.

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En el tramo final la ruta atraviesa el barranco de Arás. Primero se atraviesa el cauce abandonado y seco, por el cual el 7 de agosto de 1996 pudieron bajar 500 m3/segundo que arrasaron el camping de Las Nieves y sesgaron la vida de 87 personas. Un poco más adelante aparece el actual cauce regulado, atravesado por un puente. A partir de este punto se retoma el asfalto. Un camino aproxima a la población de Biescas, donde poco a poco van surgiendo las primeras viviendas. Se alcanza la avenida de Zaragoza, eje que vertebra la zona donde se agrupan las viviendas de segunda residencia del núcleo. Al final, con el sinuoso trazado de la calle Rambla de San Pedro, se alcanza el puente sobre el río Gállego. Éste conecta los dos barrios en los cuales tradicionalmente ha estado dividida la población. Al otro lado surge la plaza de España, punto de inicio y fin de la Ruta Tierra de Biescas.

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La escasa longitud permite realizar la ruta durante la mañana de manera pausada y disfrutando del paisaje. Por la tarde se recomienda un paseo por Biescas, una de las localidades pirenaicas más turísticas. Su desarrollo urbanístico y de servicios engloba un casco urbano partido por el río Gállego. En la margen derecha está el barrio de San Pedro, que se culmina con la iglesia que le da nombre. Fue reconstruida según estilo neoclásico en el siglo XX y luce una torre cuadrada visible en cualquier estampa de la población. En la parte baja del barrio, cerca del puente se encuentra la Torraza, el edificio civil más importante. Tras su restauración el interior cuenta con un espacio expositivo dispuesto en cuatro plantas. En la margen izquierda está el barrio de la Peña, coronado por la iglesia de San Salvador. De su fábrica románica se conserva sólo el ábside semicircular, siendo reconstruido el resto tras el paso de la guerra civil. En el recorrido por las calles no se debe pasar por alto algunos edificios de interés, entre los que destacan Casa Sebastián y Casa Pepe Estaún.

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Al sur de la comarca del Somontano y atravesado por el meridiano de Greenwich se encuentra la villa de Berbegal. Su casco urbano se emplaza sobre una pequeña muela elevada con vistas hacia todos los puntos cardinales. Un lugar de paso desde tiempos históricos, junto a la vía romana entre Ilerda y Osca y al camino de Santiago.  En sus alrededores la ruta de los pozos fuente ofrece otro aliciente más para la visita de esta zona.

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Al punto de partida, la localidad de Pertusa, se puede acceder por varios itinerarios. Desde la capital aragonesa la ruta más directa parte de la autovía mudéjar a la altura de Almudévar. Después se atraviesa Tardienta, Grañén y Sesa. Y desde la autovía Huesca-Lérida se debe tomar la salida de Angüés, de la cual dista unos 16 kilómetros. Sin cruzar el puente sobre el río Alcanadre es necesario situarse en el arranque de la carretera de Sesa. A escasa distancia y junto a ella aparecen restos del antiguo trazado de la vía romana que servía de conexión entre las ciudades de Osca e Ilerda. En el pavimento petrificado se pueden observar incluso las rodadas de los carros. Un poco más arriba parte una pista que conduce a la ermita de la Virgen de la Victoria. Su trazado tiene un fuerte desnivel, pero es apto para todos los vehículos. Permite ganar altura y disfrutar de un mirador excepcional de Pertusa, encajada en un precioso meandro del río Alcanadre. De la ermita sobresale la robusta espadaña de piedra sillar integrada en su construcción.

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Volviendo a la carretera se desciende hasta la población. En su casco urbano destaca la iglesia de Santa María. De su origen románico conserva una cripta, y el claustro proveniente de la etapa gótica. En su exterior el elemento más sobresaliente es la torre. Fue llevada a cabo en 1575. De planta hexagonal se alza mediante cuatro cuerpos. Tiene decoración plateresca con columnas adosadas en las aristas y hornacinas con figuras de santos.

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La ruta toma dirección a la villa de Berbegal, que se asienta sobre un tozal bien visible desde lejos. El acceso deja en la plaza de Europa, desde donde parte la visita. A escasos metros está la calle mayor, la cual vertebra todo el núcleo. En la parte central aparece la plaza Constitución, con la Casa de la Villa. Se trata de un palacio del siglo XVI de ladrillo. Consta de tres plantas y se remata con la característica galería de arcos de medio punto. Un poco más adelante surge la plaza de España. Allí se alza la iglesia de Santa María la Blanca, cuya obra data de finales del siglo XII. Está compuesta por tres naves que se culminan con sendos ábsides semicirculares. La portada principal está formada por seis arquivoltas. Cuenta con tímpano decorado y crismón, con un pantocrátor enmarcado en una mandorla y rodeada de tetramorfos. Poco después, en el siglo XIII, se construyó la torre de planta cuadrada. La parte baja forma un pórtico que se abre con arcos apuntados en tres de sus costados. En el segundo cuerpo de la torre se abren vanos alargados de arcos de medio punto dispuestos de la misma manera.

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Uno de los atractivos de la población son las magníficas vistas que desde su casco urbano se pueden observar. Han sido acondicionados tres miradores con sus respectivos paneles de interpretación. Al final de la calle calle mayor, en dirección al oeste, está el mirador de Muro de Rella. Volviendo por la calle principal, siguiendo las indicaciones se alcanza el segundo de ellos. Desde el Mirador del Cornero se aprecian vistas en dirección al este. Y retomando la calle mayor, en el extremo opuesto está el mirador de los Pirineos, en dirección al norte, situado en el muro de Pueyo. En días claros el horizonte de esta vista lo marca la cordillera pirenaica.

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Para la tarde se propone descubrir una de las singularidades de las tierras del sur del Somontano. A unos siete kilómetros se emplaza la población de Laluenga. Desde la travesía, frente a un crucero, parte un camino asfaltado que conduce a las instalaciones deportivas. Justo enfrente esta el Centro de los Pozos Fuente del Somontano. Se accede al interior automáticamente introduciendo unas monedas. Sus paneles informativos sirven para comprender las claves de estos curiosos elementos de arquitectura hidráulica muy abundantes en toda la comarca. En esta zona los manantiales en superficie son escasos, y fue necesario excavar los pozos como solución para llegar a los cursos de agua subterránea. Casi todos ellos cuentan con un primer tramo descubierto, ahora protegido tras su acondicionamiento con un tejado. Se desciende mediante escaleras, y les sucede otro tramo cubierto con bóvedas, que aloja el manantial excavado en la roca.

El centro de interpretación está situado junto al pozo fuente de mayores dimensiones de todos los de este tipo, el Pozo Nuevo. Se accede a través de una gran escalera con una anchura de cuatro metros. La escalinata consta de 78 escalones divididos en tramos por varios rellanos, y tiene una longitud total de 35 metros. Un arco primer arco apuntado abre el primer tramo cubierto. Le sucede más abajo otro tramo que se abre con un arco de medio punto donde figura la fecha de 1766. Se alcanza la cámara cuadrada de tres metros y medio de lado. De ella parten tres galerías de 16 metros de longitud, excavadas para captar el agua en momentos de sequía.

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A escasos dos kilómetros se encuentra Laperdiguera. Se articula en torno a la calle mayor. En su arranque parte otra calle que asciende hasta la elevación donde está la iglesia de los Santos Pedro y Pablo. Su elemento más curioso es la torre, erigida en 1919, una de las pocas obras historicistas de la comarca. Cuenta con arcos conopiales y óculos lobulados entre guirnaldas. Se atraviesa la localidad por la calle en la que aparecen buenas muestras de arquitectura civil entre las que destaca Casa Cavero. Se abandona el casco urbano unos cien metros y sin pérdida se alcanza otro pozo fuente. Una gran cisterna a la que se accede por una escalinata. Un arco de medio punto sirve de acceso al depósito. A continuación aparece un tramo cubierto con bóveda de medio cañón apuntada que descansa sobre cuatro arcos, con una profundidad de siete metros y una longitud total de 21 metros.

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Y para finalizar la visita a tres de los pozos fuente más significativos del Somontano hay que trasladarse a Lagunarrota. Volviendo a Berbegal, bordeando la población por su derecha, se alcanza una rotonda de donde parte la carretera de acceso. Al final de la recta, y antes de comenzar el ascenso está el Pozo Bajo. Es visible por el tejado que lo cubre, a la izquierda de la carretera. Se accede a través de una escalinata. A continuación hay un tramo de bóveda de sillares, y otro menor excavado en la roca. Su profundidad total es de 10 metros, y su longitud de 26 metros. Como final de la excursión es recomendable ascender hasta el pequeño pueblo. En su parte central se abre una gran plaza que alberga la iglesia parroquial. Junto a ella se ha acondicionado un mirador con excelentes vistas de la atalaya de Berbegal con las sierras prepirenaicas como telón de fondo.

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Valle de Canfranc, surcado por el río Aragón

dondecomerEn el propio alojamiento en el caso de que disponga de cocina-comedor o de servicio de comida.

De campo: Junto a la oficina de turismo de Villanúa hay un pequeño merendero, así como otro señalizado en la carretera, poco antes de llegar a Canfranc-Pueblo.

De restaurante: Para el sábado en Villanúa existen varios restaurantes, y para el domingo Canfranc-Estación cuenta con buen número de ellos.

dondedormirAlojamientos: En todo el valle hay una amplia y diversa oferta hostelera donde elegir.

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Valle de Bielsa, coronado por circos glaciares

dondecomerEn el propio alojamiento en el caso de que disponga de cocina-comedor o de servicio de comida.

De campo: Para el sábado hay un merendero situado después de pasar Bielsa en dirección Aínsa. Se accede por el camino al camping Bielsa, junto a la antigua serrería, y se emplaza antes de cruzar el río. Para el domingo se recomienda un merendero situado junto al km 3,5 de la carretera del valle de Pineta.

De restaurante: Para el sábado hay restaurantes en Bielsa y Parzán. Y para el domingo se puede comer en el parador nacional y también hay varios restaurantes en la carretera del valle de Pineta.

Alojamientos: En Bielsa y en los alrededores hay una amplia oferta de apartamentos, hoteles, hostales, casas rurales y campings.

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Luesia y Biel, a los pies de la Sierra de Santo Domingo

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De campo: En el área recreativa situada junto al Pozo de Pigalo.

De restaurante: En el restaurante del camping situado junto al Pozo de Pigalo o en pueblo de Luesia, que dispone de varios bares y restaurantes.

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Alto Jiloca, rodando desde los Ojos de Monreal a Calamocha

dondecomerDe campo: A menos de cien metros del puente romano de Calamocha, siguiendo el sendero fluvial aguas abajo, hay un pequeño merendero.

De restaurante: Calamocha cuenta con una amplia oferta de restaurantes.

Quiñón de la Partacua, un pedazo del valle de Tena

dondecomerEn el propio alojamiento en el caso de que disponga de cocina-comedor o de servicio de comida.

De campo: Para ambos días se propone un área recreativa situada en el km 9,5 de la carretera A-136 entre los desvíos de Piedrafita de Jaca y Tramacastilla de Tena.

De restaurante: Para el sábado se propone comer en alguno de los restaurantes de Piedrafita de Jaca, y para el domingo en los restaurantes de Escarrilla.

dondedormirAlojamientos: En todo el valle de Tena hay una amplia y diversa oferta hostelera donde elegir.

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Maestrazgo, un conjunto de joyas arquitectónicas

dondecomerEn el propio alojamiento en el caso de que disponga de cocina-comedor o de servicio de comida.

De campo: Merendero del Rebollar, con acceso de pista que parte a dos kilómetros de Cantavieja en dirección a Mirambel.

De restaurante: Para el sábado se puede comer en los restaurantes de Villarluengo y La Iglesuela del Cid, y para el domingo en Mirambel.

dondedormirAlojamientos: En los pueblos que se visitan hay una amplia oferta hostelera.

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